Responsable: Mónica Marchesky

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lunes, 29 de junio de 2015

EL DESENCUENTRO

Escritores Creativos Biblioteca Ernesto Herrera

Glady Anido

Ana y Roberto, dos niños vecinos del barrio y compañeros en la escuela. Fueron siempre muy amigos, lo mismo que sus familias. Pero la vida continúa y va cambiando nuestra ruta.
Al padre de Ana lo trasladaron a España y viajó con toda su familia. El tiempo transcurrió y Ana creció y fue conociendo distinta gente y nuevas emociones, sin olvidar nunca a su amigo de la niñez Roberto, que también la recordaba siempre con mucho cariño.
Mientras tanto del destino que cansado se había quedado dormido, despertó bruscamente, dándose cuenta de que había olvidado el encargo de unir a esta pareja como estaba señalado.
Entonces como en un juego de ajedrez, unió las piezas de la manera más acertada, hizo que a Roberto lo enviaran a España a la misma empresa donde trabajaba Ana junto a su padre.
Cuando se encontraron, costó reconocerse, pero el pasado surgió entre ellos rápidamente y fue todo un éxito para ambos. Y así el destino, pudo cumplir su misión.

UNA LEYENDA A FLOTE

Escritores Creativos Biblioteca Ernesto Herrera

“La rememoración es sin duda la fuente de toda creatividad”
Kierkegaard

Al Mar

¿Quién de nosotros no rememora a los abuelos? Seres bondadosos que marcaron un surco muy profundo en nosotros, llevándose con ellos parte de nuestra infancia, feliz recuerdo que podemos atesorar.

Fueron épocas diferentes donde los patriarcas participaban activamente de la vida familiar y los niños podían compartir historias y vivencias de otras generaciones y de otros mundos. Las abuelas y el abuelo materno eran muy callados. Con ellos solo compartía los ruidos del silencio, bajo la pérgola que sostenía celestes racimos de glicinas donde hacían gran algarabía una pareja de mirlos enamorados.

En cambio el abuelo Guillermo contaba anécdotas e historias de su querida y lejana Belfast, puerto y capital de Irlanda del Norte. No sin antes repetir incansablemente que: “De Belfast, pero al servicio de la Reina de Inglaterra”, dejando por sentado que quedaban atrás, décadas de violencia entre católicos y protestantes.

Frente al añejo reloj de péndulo me sentaba en su regazo. Cuando se acercaban las campanadas, tenía que demostrar los conocimientos aportados. Sin conocer aún los números, la situación fomentaba en mí cierto clima de horror, que se fue disipando domingo a domingo. En ellos no faltaban los repetidos besitos pinchudos en ambas mejillas, dejándolas tan rojas como manzanas.

El me transmitió la historia del bisabuelo, que en sus años mozos trabajó para los artilleros H&W. participó en la construcción del malogrado crucero Titanic, majestuoso buque que conmueve por su historia.
Contaba Míster James que saliendo de Belfast en 1911 con destino a Southampton puerto de Inglaterra, muy cerca de Londres, para cruzar el Atlántico con destino a Nueva York; destino que no llevó a cabo. Miles de personas acudieron al puerto para ver el mayor objeto del mundo en movimiento y en cuya construcción los astilleros trabajaron más de tres años.

El abuelo contaba que su padre, con los demás operarios, por años no hablaron del suceso. Se sentían culpables por la construcción, hasta que se comprobó que lejos de ser una falla técnica, un iceberg había invadido la ruta del buque, desprendiéndose del norte, hacia el sur.
Hoy el buque pertenece a la ciudad de Irlanda, como ícono de la misma. Los astilleros Harland & Wolff lo declararon patrimonio del País, optando por no derrumbarlo, como se pensó en determinada instancia.
Mi abuelo llegó a nuestro País como otros tantos emigrantes. Inglaterra había instaurado acá los ferrocarriles a vapor, necesitando personal idóneo.
Luego de una niñez en el condado de Galway, aprendió el oficio de carpintero, y con él y como Masón, se afincó en Montevideo.

No necesito cerrar los ojos para imaginarlo sentado en su sillón de hamaca con la manta a cuadros cubriendo su falda que ya no prestaba servicios con el viejo reloj de madera que luego de cien años cayó de su recinto en la pared con gran estrépito.
Como gran lector, sus regalos para mis primeros cumpleaños fueron libros dedicados con una firma cálida y temblorosa.
Aún conservo dos de los libros que me lo recuerdan: “Maya la abeja” de W. Bonsels e “Ivanhoe” de Walter Scott.

De su matrimonio con la abuela Alicia con seis hijos, el único varón no tuvo descendencia masculina culminando así con su patronímico.
Años más tarde me dediqué a buscar el origen del apellido por medio de una firma de plaza. Ésta certificó sobre un pergamino el origen irlandés de Martin. El nombre pasaba del primer portador o progenitor al hijo en forma hereditaria.

Las familias de este linaje se encuentran en los condados de Galway y Tyron. Este apellido tuvo mucha importancia en la Edad Media. En cuanto a la etimología del mismo significa: “Hombre marcial y guerrero”. En un principio fue utilizado por nobles y por el clero.

En homenaje al abuelo que tanto me aportó, busqué afanosamente el Blasón de Armas. Este consiste en un escudo donde sobre un fondo azul predomina una cítara de oro. A cada lado de la misma, dos guerreros en actividad marcial. Sobre la cítara, un león ostenta una corona real. El azul denota nobleza. El oro denota generosidad.
Realmente esto es lo que marcaba a mi abuelo, a quién le doy las gracias por tenerlo siempre conmigo.




DISPARADOR

EXTRAVÍO

Escritores Creativos Biblioteca Ernesto Herrera

Águeda Gondolveu

Laura es una muchacha solitaria. La tristeza se instaló en ella desde aquél inolvidable 17 de mayo del año anterior, cuando su alma se quebró en mil pedazos.  Está rodeada de cariño, su madre que le prodiga solícitos cuidados no consigue arrancarla de su aislamiento, pues ella no manifiesta interés por cosa alguna.

Sus obligaciones las realiza en forma mecánica sin poner en ellas emoción ni ilusión. Trabaja en una oficina céntrica y goza de aprecio de sus compañeros y superiores, pues su labor la efectúa con la eficiencia de siempre. Todos se afligen, pues saben el motivo de su apatía, esa que nubla sus ojos verde esmeralda, antes tan alegres y con una chispa que inundaba su rostro de luz.
Ese que ocupaba sus pensamientos, ese Mario a quién se sentía unida por un profundo amor, le había asestado un golpe que nunca soñó recibir de él.
Había tronchado todas sus ilusiones, su fe, todo lo maravilloso que soñaba vivir junto a él. Lo descubrió cuando ese día llena de alegría quiso darle una sorpresa y se presentó en su despacho de abogado. La secretaria no se encontraba en su sitio habitual, por lo que entró directamente en su oficina. Encontró a la secretaria en brazos de Mario. Sin poder articular palabra abandonó el lugar. Cruzó la calle como una autómata, las lágrimas le impedían ver nada a su alrededor, ni siquiera reparó en los insultos de los conductores que debían frenar a su paso.

***

Fernando también había pasado por una mala experiencia. Había perdido la confianza no solo en las mujeres, sino que renegaba del amor, ese que había colmado su corazón en un tiempo, que se le antojaba remoto, aunque había pasado solo seis meses.
Nunca más voy a querer, se decía, porque llega siempre la traición. Me voy a vengar en todas lo que una me hizo a mí. Elena, su prometida, la mujer con la que pensaba casarse en cuanto resolviera un tema económico de poca magnitud, le dijo un día: -No te quiero más, perdóname pero a través de tu amistad con Ernesto y dado que lo veíamos con asiduidad, sentí una fuerte atracción por él que fue correspondida y por eso debo dejarte. Deseo que seas feliz, olvídame y buscá a la persona que te merecés por tu calidad humana. Yo me lo pierdo.

Emilio se espabiló de golpe ¿Qué le había pasado? ¿Por qué no se estaba cumpliendo con lo que tenía programado? Esos diez minutos de sueño estaban a punto de cambiar el plan que había preparado, pues era tiempo de reunir a aquellas dos personas que estaban a su cargo, pues para algo tenía su nombre: DESTINO. ¿Cómo reparar el error? Tenía que cambiar su estrategia para poder lograr su cometido. Esa tristeza debe desaparecer de las vidas de Laura y Fernando y es tiempo que esto ocurra.

Era complicado, pertenecían a distintos barrios, no se conocían, tampoco sus empleos eran cercanos, por lo tanto el encuentro habría de producirse de distinta manera a lo planeado. Se le ocurrió una idea. Iría como un cliente común, al trabajo de Laura y le encargaría un trámite engorroso que, le diría, debía realizar él mismo, pero no tenía ni el tiempo ni la capacidad para hacerlo, por lo tanto, consideraba que ella en era la persona indicada para ello.

Se trataba de concurrir a cierta oficina del Estado (claro, debía elegir la que estaba a cargo de Fernando) y arregló las cosas para que fuera él que tomara el caso.
Esa tramitación debía llevar varios días y necesitar intercambio de documentos e información para que poco a poco se fueran conociendo. A partir de ahí, él se encargaría del resto. Ya no se apartaría de su rol, por algo era el Destino.

Puso manos a la obra y se encaminó a la oficina donde se desempeñaba Laura para poner en sus manos el trámite de referencia. De ahí en adelante, todo iba a ir sobre ruedas y dos personas que estaban destinados el uno al otro, iban a encontrar su lugar en la vida y la tristeza abandonaría para siempre el sitio que ambos le habían asignado.





DISPARADOR

EL SEÑOR DESTINO Y SUS JUGARRETAS
Escritores Creativos Biblioteca Ernesto Herrera
Rosa Cimbler

Hoy voy a contarles las travesuras de un personaje que determina con sus cabriolas, pasado, presente y futuro de nosotros los seres humanos, frágiles marionetas ente su inmenso poder.
Este ser omnipresente no es más ni menos que el señor destino. Basta observar su cuerpo apolíneo, su musculatura acentuada y su mirada penetrante para percibir cuán difícil es evitar sus designios.

La historia comienza así:
Érase una ciudad distante setenta kilómetros de la capital rochense. Su nombre: Lascano. Allí vivían Irina Tabeira con sus padres José y Manuela y su hermana mayor, Cecilia.

Los primeros eran ambos empleados municipales y su hermano se desempeñaba como mecánico dental. Con ella, tenían una relación fraterna con los altibajos naturales de los hermanos, pero siempre los desencuentros los superaban fácilmente.
Irina, de diecisiete años, había pasado de ser casi sin darse cuenta, de una adolescente esmirriada a una joven de cuerpo esbelto y de enormes ojos castaños. Tenía además una hermosa sonrisa. Que le conferían a su rostro un toque de sensualidad inocente y provocador a la vez. Despertaba en muchos jóvenes una atracción natural reflejada en sus miradas, pero ella se mantenía indiferente a la espera del hombre de sus sueños.
Era tímida y sensible a pesar de su juventud, tenía madurez suficiente como para saber cuál era su meta. Deseaba conocer un amor sincero al cual poder entregarse en cuerpo y alma.
Sabía también ser aplicada en el estudio y su vocación era trabajar como educadora preescolar. Cierto día Irina estaba indispuesta, faltó a sus clases. A las diez de la mañana sonó el timbre de calle. Se sobresaltó, puesto que estaba sola.
Miró por la mirilla y divisó a un joven a través de ella.

         -¿Quién es? –preguntó.
         -Soy Andrés, hermano de Antonia, amiga de Cecilia, vengo a devolverle esta cuadernola.
Irina abrió. Un muchacho veinteañero de cabello castaño y mirada risueña de se encontró frente a ella. Irina aún lucía el pijama de florcitas y el pelo algo desordenado.
         -Déjame, Cecilia llega al mediodía.
         -Bueno, gracias, disculpa si te he despertado. La voz suave del joven la atrapó.
Supo que Andrés trabajaba en la mejor farmacia de la ciudad. 

Irina comenzó entonces a buscar excusas para concurrir a ella, un medicamento para su mamá hoy, un cosmético para ella mañana. Cierto día, Andrés la abordó.
         -¿Podemos tomar un café mañana?
Ella accedió luego de unos instantes. La cita era en una pequeña cafetería “El rincón azul” frente a la plaza principal. Allí llegó Irina a las dieciocho con su tapado de tweed gris, sus botas de gamuza beige y su mejor sonrisa.

Tomó asiento frente a la ventana. Al pasar un cuarto de hora, comprendió que Andrés no vendría. En eso estaba, cuando un hombre muy extraño tomó asiento frente a ella.

Soy el señor destino. Sé que esperas a alguien pero a esta hora estoy abrumado por el cansancio, debo dormir al menos cinco minutos para recobrar fuerzas.

Diciendo esto se quitó el yelmo que portaba sobre su cabeza y se desplomó dormido sobre la mesa. Irina tenía el alma desosegada y dolorida. Era su primera cita.
Se marchó calla abajo, gruesos lagrimones descendía de sus ojos. Al contarle lo vivido a su hermana, ella trató de contenerla. Todos sabían que Andrés había tenido una relación con una ex-compañera de trabajo. Quizás habrían retomado la relación.

Pasaron días. No sabía nada de Andrés. Un día mientras cenaba, sintió un golpecito en la ventana del fondo. Se acercó a mirar. Vio al señor destino haciendo señas para que le abriera. Ella accedió porque sintió que le inspiraba confianza.

         -Voy a reparar mi error. Discúlpame por dormirme aquél día. Te prometo repararlo pronto. Al otro día sonó el timbre de calle.
         -Soy amigo de Irina, sintió que alguien le decía a su madre.
Se acercó. Vio entonces a Andrés que tenía en su mano un enorme ramo de rosas amarillas.
         -¡Hola amor! Perdona el plantón. Debí arreglar ciertos asuntos pendientes. Espero sepas disculparme. Quiero que desde hoy seamos novios. Caminaremos siempre juntos por la vida y prometo convertirte en la más feliz de las esposas.




domingo, 28 de junio de 2015

DISPARADOR FANTÁSTICO

``Noche a noche la gente fue desapareciendo``

Escritores Creativos Palacio Salvo
Nahomi Soldevila


Todo empezó aquel invierno de 1959. Estaba todo oscuro, no había casi nadie, no quedaba completamente nadie. Muy pocos ciudadanos  se habían quedado, en realidad aquellos que no podían irse porque su trabajo no se lo permitía. Los que se iban, no volvían hasta la primavera.

El invierno era largo, duraba 6 meses, en  ALASKA.
La primera noche, luego de que casi todos los ciudadanos se habían ido, un grupos de investigadores de la universidad del norte de ALASKA, se reunieron en el laboratorio de su escuela. En un pueblo que se llama ANCHORAGARE, que su capital, un estado en la región izquierda de ESTADOS UNIDOS.

Estudiando un descubrimiento que su universidad y el gobierno había encontrado a doce millas en una cueva y que se creía que era un comienzo que pasaría a un futuro.

La razón por la cual la gente se había ido de ahí, hacía nada más que una semana, la única transformación que tenían era que cada día o semana se iba descongelando lentamente, de sus manos  aquel ataúd, viejo y seco, que habían descubierto apenas un mes antes que empezara el invierno y que la gente empezara a irse .

Una de las noches, una de las doctoras analistas, se levantó por falta de sueño y con una taza de café en la mano, se dirigió sin pensar a donde estaba ese descubrimiento.
 Soltó la taza cuando vio que el ataúd se había roto y estaba al descubierto y sin poder  gritar, para pedir ayuda, desapareció… NUNCA SE SUPO COMO...

sábado, 27 de junio de 2015

RICARDO LÓPEZ

Escritores Creativos Biblioteca Ernesto Herrera

Sonia Cecilia Martínez

Ricardo López era un tipo muy callado, tanto, que si se encontraba o no en las reuniones del Consorcio, daba lo mismo. Sin embargo, a la ahora de votar las distintas mociones de los vecinos, él elegía acertadamente la que más favorecía a la mayoría.

Vivía en un apartamento de un segundo piso con Adriana, su mujer, y aunque tenía que recorrer a diario dos tramos de escalera, se las ingeniaba para no ser visto por los demás.
         -¡La vida de los demás no me interesa! Si por alguna circunstancia puedo ser de utilidad para alguien allí estaré –se repetía-. De lo contrario prefiero mantenerme ajeno, porque ya se sabe que en un complejo habitacional hay infinidad de complejidades. ¡Y bastante tengo con mi vida!

De lunes a sábados por la mañana, trabajaba en su taller de carpintería. Los domingos se encontraba con sus amigos en las prácticas de fútbol. Ellos le llamaban “pata dura”, porque no acertaba ni una vez a tocar la pelota. Él reconocía que no tenía aptitudes para este deporte, pero igualmente concurría a la cancha, porque necesitaba el fútbol y el relacionamiento con sus amigos.
Cierto día cuando se estaba haciendo la higiene bucal, descubrió frente al espejo que tenía sarro entre los dientes. Luego de coordinar día con el odontólogo, se presentó en el consultorio. Una vez finalizada la limpieza dental, Ricardo López quedó muy contento ya que el médico le dijo que no tenía caries, sobre todo teniendo en cuenta que era un gran fumador.

         -¡Qué bueno que el cigarro no me estropeó los dientes –pensó. Y seguidamente, el odontólogo le recomendó una pasta dental muy efectiva para mantener los dientes fuertes y sanos.
Ese mismo día por la noche antes de disponerse a descansar, hizo uso por primera vez del producto en cuestión.
***
         -¡Ricardo López! ¿Qué te pasó? –gritó su mujer al despertar. Él no entendía lo que ella decía porque aún se encontraba entre sueños.
         -Ricardo López, despertate de una vez! –nuevamente le espetó.
         -¡Qué pasa mujer! ¿Por qué tantos gritos?
         -¡Levántate y mírate al espejo!
Obedeciendo, se dirigió al cuarto de baño y grande fue su sorpresa cuando se descubrió una enorme sonrisa ¿Qué le había sucedido? Sus labios estaban estirados, tiesos. Al mirar su rostro, en primer plano veía sus hermosos dientes.

         ¡Imposible cerrar la boca! –dijo a gritos con dificultad.
Inmediatamente llamó por teléfono a su odontólogo, manifestando su preocupación. Éste le contestó que no tenía la más mínima idea de lo que le había sucedido, que él se había retirado de la consulta sin ninguna molestia.
Ricardo cortó la comunicación e inmediatamente llamó a la farmacia que había concurrido en el día de ayer.
         -Hola ¿Farmacia el buen servicio? –preguntó.
         -Si ¿Usted dirá?
         -Ayer compré allí un dentífrico para fortalecer y mantener los dientes sanos que me resultó… Ricardo López hablaba lentamente porque no podía vocalizar.
         -¡Ah, nos alegramos señor que le haya resultado! –contestó el dependiente de la farmacia.
         -¡No, un momento déjeme explicarle! Si usted me mira, lo que ve en primer plano son  mis dos filas de dientes blanquísimos, perfectos! ¿Sabe que no tengo ni una caries? ¡Se puede decir que tengo una sonrisa perfecta!

         -Nos parece muy bien, señor. El dentífrico que usted adquirió es para ese fin. Le agradecemos que nos llame para dar testimonio de un producto confiable, elaborado por un laboratorio de prestigio. Si usted desea recibirlo en su domicilio, no tiene más que llamarnos y con gusto y sin costo alguno se lo alcanzamos a su casa.
         -¡Por favor, no me interrumpa, le pido un momento de su tiempo! –dijo eufóricamente Ricardo López.
Luego de expresar su angustia, le contestaron que por la pasta dental que le habían vendido no habían recibido quejas de otros clientes que la habían adquirido.
         ¿No será que le provocó alguna reacción alérgica? –contestó y finalizó la llamada.
Ricardo López comprobó que la sonrisa había cambiado su voz y viendo que iba a demorar en encontrar la solución a su problema, decidió comenzar el día. Para su suerte era invierno, se colocó una bufanda tapándole la boca, nadie se daría cuenta de su nueva fisonomía.

Al llegar a su taller, se quitó el abrigo de pana, los guantes y se dejó puesta la bufanda salvadora.
         -¡Hace más frío que nunca hoy! ¿No? –le preguntó su socio.
         -¡Ya lo creo!
         -Hace como una hora encendí los tres paneles de la estufa para quitar el frío polar que reinaba y recién apagué uno porque me pareció que había demasiado calor.
         -¿Querés que la encienda al máximo? Porque veo que no te has quitado la bufanda, tu voz me suena extraña. ¿Te encontrás bien?
         -¡No, no déjala, así está bien! Sucede que me duela la garganta –contestó nervioso.

En los días siguientes, su condición no se modificó, por lo que continuó presentándose en su taller con la boca tapada. Lo que no cambiaba de pantalones, cambiaba de bufanda, contaba con unas tres para la semana.
Los domingos en la cancha, decidió anudarse la bufanda al cuello, así no tendría que estar atento a ella por si la perdía en el juego. A sus compañeros nada les llamó la atención porque el frío en esos días era insoportable.

Viendo que su situación no cambiaba Ricardo López concurrió a la consulta del médico general, quien lo derivó a la dermatóloga. Ésta le recetó una pomadita que le dijo “Le iría cediendo la tensión de los labios paulatinamente” para volver a la normalidad.
Llegó la primavera, luego el verano y Ricardo López cambió la bufanda por un pañuelo de algodón, otro de seda y otro de hilo. A esta altura, todo el mundo había comenzado a extrañarse. Preguntaron qué era lo que le pasaba, y si iba a continuar todo el año con problemas de garganta.

         -Además ayer te vimos en la playa. ¡Estabas de short de baño y con la boca tapada por un pañuelo! –le dijeron sus amigos.
La solución no llegaba. La pomadita no lograba borrar la sonrisa desproporcionada que tanto lo atormentaba.
“ASAMBLEA GENERAL el día 10/06/2015 – 19:00 horas para tratar temas de su interés. AGRADECEMOS SU CONCURRENCIA” indicaba el cartel en el salón comunal del complejo habitacional.
Ricardo López se presentó enfundado en su pañuelo de seda.
-Buenas –dijo.
-Buenas tardes vecino, adelante –le contestó la del 102.

Empezaron a llegar todos los vecinos e inmediatamente se dio comienzo a la asamblea. Se dio lectura del orden del día y posteriormente se habló de varios temas de sumo interés para todos. El arreglo de las cerraduras de los portones exteriores para mayor seguridad, la compra de una máquina nueva para cortar césped del parque, la limpieza de los tanques de reserva de agua. Al cabo de una hora, harto de tantas disertaciones y agobiado por el calor, Ricardo López se había quitado el pañuelo de la boca. Todos voltearon a mirarlo y entonces se oyó una expresión unánime de asombro, o quizás de terror.
Un vecino cascarrabias que siempre se enojaba en todas las asambleas, le espetó:
         -¡Señor! ¿Usted por qué sonríe? ¿Le parece graciosa la limpieza de los tanques de agua? ¿No se da cuenta que se trata de la salud de todos? Y una seguidilla de preguntas las cuales Ricardo López, nada contestó y salió rápidamente de aquel lugar. Eran demasiadas preguntas para responder, sin contar con la vergüenza que había sentido.
Desde entonces los vecinos no lo saludan, decretan “VECINO NON GRATO POR CORRUPCIÓN” en acuerdo con la Comisión Administradora.

         -¿Te enteraste que falleció Doña Felicia? –le dijo su mujer.
         -¿Cuándo?
         -En la madrugada. Luego tenemos que ir a saludar a su hijo.
         -¡Ah, no, vos sabés que no me gustan los velorios! –contestó Ricardo López.
         -¿Y a quién le gustan? Tenemos obligación de ir, Doña Felicia fue una vecina de toda la vida y muy servicial.
         -¡Siempre ganan las mujeres en la discusión! De acuerdo, vamos –dijo.
El velorio estaba muy concurrido. Ricardo López y su mujer luego de saludar a su hijo, se sentaron en silencio.

Alguien que venía desde la cocina traía en una bandeja, pocillos de café para compartir. Ricardo López era un gran consumidor de café y para mitigar el frío que sentía, se dispuso a tomar uno. Sintió el calor del pocillo en sus manos y olvidando su condición, se retiró la bufanda. Las personas que allí se encontraban, luego de ver su expresión, se dirigieron a él con enfado.
         -¡Señor, que falta de respeto! ¿Qué se piensa? ¿Le parece gracioso el sufrimiento ajeno?
Ricardo López consideró que no era el momento ni el lugar oportuno para dar explicaciones y salió del recinto sin pensarlo dos veces, sintiéndose el hombre más desgraciado del mundo.

Los días de Ricardo López transcurrían cada vez más en soledad. Unos decían que era un maleducado porque siempre sonreía en lugares donde debía tener cierto decoro; otros se preguntaban si tendría alguna enfermedad contagiosa porque tenía siempre la boca tapada. Lo cierto es que todos se iban apartando de él.
Ricardo López no soportaba más la sonrisa que un día se le instaló sin pedirle permiso. Por más que intentaba desprenderse de ella, no lo lograba. Pensó en arrancársela de un tirón y tirarla al bote de basura, pero eso solamente lo lograba en sueños.

Sabido es que para vivir en el mundo actual hace falta la sonrisa, pero tampoco se trataba de andar repartiéndola por ahí, a diestra y siniestra y en todo momento. Uno debe tener la opción de sonreír o no. Además, mis ojos ya se han transformado en dos rejillas por culpa d la sonrisa – pensó.
Las ventas en su carpintería habían descendido bruscamente, ya que la clientela se había ido retirando. Pensó entonces que era hora de buscar otra forma de adquirir sus ingresos.
         -Adriana, debido a que ya no podemos vivir de la carpintería, estuve haciendo algunas llamadas telefónicas, y logré que me citaran para una entrevista de trabajo, por lo tanto voy a viajar –dijo.
Su mujer, única testigo de su sufrimiento, consideró que debía apoyarlo en su decisión y asintió.

Temprano en la mañana, Ricardo López salió de su casa. Viajaba al exterior para iniciarse en el mundo cinematográfico, donde por medio de la actuación se ganaría la vida y además su condición ya no molestaría.
Y con esa esperanza, Ricardo López, se encaminó.
        

   

viernes, 26 de junio de 2015

UNA HORMIGA DE VERDAD

  Escritores Creativos Biblioteca Ernesto Herrera
María Cristina Bossio


  
De tanto no dormir de noche ni de día, se me obsesionó la cabeza de tal modo que un día cuando me miré al espejo, me vi antenas que salían de mi cabeza y un cuerpo extraño que no era el mío. Sí, me dije ¡al fin! me había transformado en lo que yo quería. Ahora era una hormiga de verdad.

Y salí al jardín en busca de mis compañeras de vida. Por supuesto las encontré trabajando, como todos los días. Allí estaban recogiendo trocitos de coles, granos de trigo, cáscaras de frutas, pétalos de rosas, hojas de clavel. Incansables en su labor, trabajando de día y de noche, con frío o con calor, y a ellas me sumé.

Volvimos tarde al hogar, bajo los peñascos y las arenillas estaban las celdillas, el dormitorio de su reina y el almacén para guardar los alimentos que las abastecerían durante los días de lluvia y frío.

Como todo buen emprendimiento requería de una buena administración Había una buena división del trabajo, Las obreras cuidaban a las larvas, las alimentaban y las lavaban; además, mantenían y defendían el hormiguero y por supuesto cuidaban a la reina, que como ustedes saben es la única hembra desarrollada y fértil. Otras tenían que ver con la supervivencia, el comer o ser comidas. Uno de los problemas era el oso hormiguero, que con su trompa finita  chupaba a cuantas podía.

En ese hogar reinaba paz, todas nos comunicábamos con nuestras antenas, nos contábamos las peripecias del día, los sobresaltos, los parabienes, y ese gesto me emocionó. No estábamos separadas rumiando cada una su experiencia diaria, sino que la dábamos a conocer, y compartiendo todos podíamos opinar  para mejorar sobre la marcha las peripecias diarias. Pero en ese matriarcado también habían surgido problemas. Las obreras se rebelaron porque lo tenían  que hacer todo. La solución estaba a la vista: había que redistribuir el trabajo

En ese momento aproveché para hablarles de mi mundo, en que éramos todas hormigas iguales a ellas,  pero el comportamiento era distinto, allí había una competitividad feroz. Allí se luchaba en forma continua por ascender en la escala de poder de la colonia  y esa lucha no solamente era desigual, sino que nos desgastaba hasta enfermar y morir. De ahí que me propuse no vivir más con ellas, alejarme definitivamente. Y aquí estoy, dispuesta a empezar una nueva vida con ustedes, si me aceptan Pero con una condición. Debían aceptar mi mediación para solucionar ese problema de trabajo que había surgido.
 
Me miraron y vi como las antenitas subían y bajaban dándome su aprobación. Era tal mi alegría,  que me sentí feliz como en la cuna de mi infancia otra vez. Me  sentía plena...cuando  pronto a lo lejos sentí la voz de mi hija, mamá, mamá ¡se está quemando el arroz!  Aquél arrobamiento primario se convirtió en un dulce sueño, que podía volver a recrear cuando quisiera.


UNA TARDE CALUROSA DE VERANO

Trabajamos con el destino
Escritores Creativos Ernesto Herrera
María Cristina Bossio

Una tarde calurosa de verano, en la hora tediosa de la siesta, me preguntó mi nieta:
-“¿Qué es el destino, abuela?”
-Un poco difícil tu pregunta, le dije, pero vamos a ver cómo puedo explicarte.” Para una niña pequeña como tú, de tan sólo seis años –le dije- tienes que imaginarte  que el destino, esa palabra tan fuerte es como una paloma posada en la rama de un árbol, que está pensando sobre la vida de los demás.

Ese Sr. Don destino, con ese nombre tan rimbombante es nada menos quién nos vigila constantemente, no dejándonos mucho margen para actuar. Bien sabes tú que la vida está llena de ilusiones y que para crecer necesitamos creer en ideales, son esas ideas que nos forjamos por ejemplo: cuando sea grande quiero ser... médica, o profesor de matemáticas como papá y seguimos estudiando para llegar algún día a ser lo que queremos ser.
Bien, hasta ahora, creo que vas entendiendo, ¿no?
Pon mucha atención porque ahora viene lo más difícil.

Ese Sr. Don Destino tiene dos caras. Una de ellas es complaciente, o a veces está durmiendo y por eso no actúa. Otras veces es intolerante, y más aún es implacable.
¿Qué no me entiendes? Bueno, piensa tan solo en que lo que él decide hacer es así y no de otra manera. Tú sabes eso porque eres una niña que sabe que tiene que respetar a sus padres y hacer lo que ellos dicen. Te pido que cuando pienses en Don Destino, lo respetes tanto o más que a ellos.

te preguntarás porque no lo ves. No se le ve. No tiene cara ni pies. Pero tiene poder de decisión. Puede decidir nada menos que sobre la vida de los demás. De todos nosotros.
Te voy a poner un ejemplo para que me puedas entender más fácilmente.

Cuando tu mama y tu papá se conocieron, no sabían que Don Destino estaba también presente aunque no se le veía. Ellos se gustaron, se empezaron a querer mucho, mucho y decidieron casarse para formar una familia. Este buen Señor que se mete en todo y con todos en ese momento estaba durmiendo y no pudo hacer nada. Cuando despertó tus padres habían decidido por ellos mismos hacer planes de casamiento y tener su hogar. Lo que es más, al tiempo viniste tú a llenarlos de alegría y este Sr. Invisible tampoco pudo decir nada.

¿Sabes por qué? Porque la voluntad y el cariño que se tenían tus padres  en ese momento, era más grande que la suya. En una palabra lo que él hubiera opinado, no les importaba para nada. Y así pasaron las cosas, para bien.

Escúchame bien, un consejo que te da tu abuela es que estés muy atenta, ojos abiertos y oídos atentos  porque es invisible. Quiero que pienses que a veces impide que las cosas sucedan como uno quiere, y las personas sufrimos por eso, pero ese sufrimiento es necesario para ser mejores personas aún. ¿Me entiendes un poquito ahora?
Bueno,  hasta aquí  llegamos nomas.

Ella me miró y dijo: Abuela, qué suerte que los abuelos existen para respondernos las preguntas. Además, son las únicas personas grandes que siempre están contentas con nosotros. Esta fue sólo una aproximación al tema filosófico de la muerte, quise con pequeñas palabras decir mucho.  

La reafirmación de la vida sobre la muerte y  la fe en nosotros mismos  más allá del determinismo. Para qué hablarle de la gran ausencia que significa perder a nuestros seres queridos y aún así seguir viviendo. Sólo iba a complicar las cosas. Hasta aquí fue suficiente. Lo demás  se lo contaré cuando sea mayor.   

lunes, 22 de junio de 2015

UN INSTANTE DE DESTINO

Escritores Creativos Biblioteca Ernesto Herrera
Rosa Cimbler

Era un abrasador día de enero. Caminaba por Fernández Crespo hacia 18 de Julio. Desde horas cercanas al mediodía, el bochorno envolvía la atmósfera acrecentado por un so desgarrante.

Presentía dentro de mí que aquella jornada no iba a pasar desapercibida como tantas otras en mi vida rutinaria de hombre cargado de obligaciones.
Por suerte, el comercio marchaba aceptablemente con los altibajos propios de las pequeñas empresas. Lo atendíamos mi esposa y yo, a veces ayudados por nuestros hijos.

Nos habíamos conocido siendo liceales, y nos enamoramos desde que nos tocó formar un grupo de estudio, lo que nos obligó a encontrarnos más seguido. Nos casamos muy jóvenes, yo contaba con veinte y ella con dieciocho años. Al año llegó Ramón, y a los seis, Regina, una rubiecita regordeta que pronto se convirtió en un torbellino revoltoso y a la que había que mirar casi permanentemente.
La gente nos miraba con una mezcla de simpatía y admiración. Así lo sentíamos. Aún hoy, ellos son los que me dan fuerza para enfrentar los desafíos de la vida.
Sin embargo, aquel día, una sonrisa blanquísima y unas piernas largar y torneadas me atraparon.
         -¿En qué puedo servirle señor?
-Ramírez, Jorge Ramírez –dije procurando darle a mi voz un sonido cálido-. ¿Es en ésta oficina donde puedo consultar la planilla de pagos? Debo comprobar si no omití el pago de algún mes.
-Si me da la razón social y Nº de RUT, puedo ayudarlo.

Le di los datos que me pedía, sin dejar de mirarla. Bajó sus ojos hacia el teclado y digitó los datos, al instante comenzó a buscar la numeración correspondiente. Sus pestañas eran las más bellas que había visto en mi vida. Tuve que pagar dos meses atrasados. Una vez que aboné, no pude resistir la tentación de volver a la oficina de la chica que tan impactado me  había dejado.
         -¿Puedo invitarla a tomar un café?
Un leve movimiento de su cabeza me indicó que ella aceptaba. Sentado en el “Sportman” me preguntaba si aquel minón se presentaría allí. ¡Qué ansioso estaba! Parecía un adolescente en la primera vez que se encuentra con una mujer.
Me había despertado los instintos más lujuriosos. Su piel me llamaba a gritos, tentándome para ser acariciada. ¿Cómo podía sustraerme a semejante diosa?

Seis meses duró aquella relación que comenzara en la oficina de la D.G.I.
Una noche, mi esposa Marta volviéndose hacia mí, me dijo pausadamente.
         -Jorge, he descubierto que existe otra mujer en tu vida. No intentes negarlo, tengo pruebas.

Yo palidecí. Aquella mujer con la que había compartido momentos bellos y de los otros, no se merecía lo que le estaba haciendo. Me di cuenta en ese breve instante que no quería ni podía perder el verdadero amor, un amor constituido en base a sacrificio, lucha y compañerismo. Le pedí perdón; ella supo entender y aquella relación voluptuosa de solo seis meses pasó a ser una anécdota que ninguno de los dos volvió a desenterrar.


sábado, 20 de junio de 2015

STOP MARIELA

Escritores Creativos Biblioteca Ernesto Herrera
María Teresa Escandell

Lo queríamos probar por la novedad y porque era algo prohibido, eso sucedió en el liceo. Nos juntábamos un grupito y alguien traía cigarrillos que le sacaba a su padre o a su hermano mayor y lo fumábamos antes de entrar al salón.
Por unos años, ni una pitada más.

Cuando me ennovié, él venía con el vicio, así que empecé yo también. Nos casamos y seguimos haciéndolo. Un día trajo la noticia de que uno de sus amigos tenía cáncer de pulmón y no tenía vuelta…
Todos los de la barra hicieron un juramento de que iban a dejar de fumar para que no se repitiera la historia. Pablo me dijo:
         -Vos Mariela, dejá también.
         -No puedo –le dije.

Comía caramelos, masticaba chicles, lo que fuera, pero nada. Ya en el trabajo vivía escapándome para el patio, porque sabía que me podían sancionar. Habían despedido a otro empleado porque lo encontraron fumando en el baño por tercera vez.
Cuando iba para mi casa, daba vueltas y más vueltas hasta que compraba un paquete de maníes o papitas bien saladas y salía con ellas comiendo, pero no era suficiente. Claro que no, me conocía bien y aunque sabía que era un amala decisión terminé comprando tabaco y hojillas a ver si con eso bajaba el consumo de tabaco, pues mientras los armaba, perdía tiempo, me pareció razonable, aunque la verdad es que tendría que dejarlo del todo.
Eso era imposible, vería si de esa forma lo lograba. Por unos días marchó todo sin cambios y a los días dejé tabaco y hojillas en el cajón y volví a lo mismo. Pensándolo bien, eso no era tan malo, en realidad es peor la droga y el alcohol para la salud, a mí me parece que es así ¿No?

Total solo fumaba una cajilla por día, antes fumaba más de dos. En ese tiempo tuve la neumonía, estuve internada por varias semanas con oxígeno y antibióticos inyectables y otras cosas más. El doctor me dijo que eso fue por el cigarro pero le dije que fumaba de vez en cuando. ¿Cómo le iba a decir la verdad?
Me asusté porque en las noches, cuando apoyaba la cabeza en la almohada, sentía la falta de aire y por momentos tenía una tos que me agotaba. Estaba comiendo poco porque hasta vomitaba con tanta tos.

Fui mejorando, me olvidé del todo otra vez, ya me sentía curada.
Lo que me dejó muy angustiada fue la visita de mi hijo. Se apareció en la clínica, me encontró casualmente sola. Se sentó a mi lado, me tomó la mano y me dijo.
         -Mamá, ¿pensaste alguna vez en mí?..¿Qué me vas a dejar solo? Sé que es difícil para vos y que estás sufriendo viendo el resultado de tu vicio, pero te voy a apoyar en todo para que logres salir tantas veces como sea necesario, hasta que te recuperes.
         -Pediré ayuda hijo, ya verás.

Me derivaron a un grupo de ayuda a fumadores, era una terapia de grupo. Ahí te decían que no tenías que tener cerca ni la cajilla ni el encendedor para no tentarte si los tenías muy a mano. Por un tiempo logré bajar a tres o cuatro por día y me felicitaron por el logro, iba por buen camino.
Empecé a preparar el concurso par
a ascenso de categoría que sería en los próximos sesenta días. Era una muy buena oportunidad. Con la prisa, los nervios y la responsabilidad me descontrolé y compré un cartón de cigarrillos para contenerme y empecé con unos pocos al día y a medida que terminaba una cajilla, empezaba la otra. 
Me di cuenta que había perdido el control y ya no sabía cuánto fumaba.

Me di cuenta que había reincidido, era consciente que debía terminar con eso o el mismo terminaría conmigo…