Responsable: Mónica Marchesky

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viernes, 27 de noviembre de 2015

CIERRE DE ESCRITORES CREATIVOS 2015 BIBLIOTECA ERNESTO HERRERA


TAREA CUMPLIDA

Entre los tres Talleres de Escritores Creativos 2015, se han presentado
en 7 meses:

145 textos de cuentos

3 juegos colectivos

5 juegos electrónicos

2 guiones de cortometraje

1 artículo.

Todos corregidos y publicados en el blog:

Ha sido un buen año productivo y creativo. Agradezco a todos los integrantes de los tres talleres por la buena onda y la participación.

Hasta la próxima:
Monica Marchesky.

lunes, 23 de noviembre de 2015

LA NIEBLA: CUENTO Y GUIÓN

Escritores Creativos Biblioteca Ernesto Herrera. 

Águeda Gondolveu
¡Tengo que volver! No puede haberse disipado en la niebla. 
Esta misma niebla que hoy nos atrapa, dibujando apenas la silueta de los viejos edificios de la calle Ituzaingó. Estaba en aquel zaguán. Llevaba un fino abrigo y parecía la imagen de la desolación. Me acerqué. Le pregunté si podía ayudarle. -Si, dijo, necesito tomar algo caliente. Tengo mucho frío.
-Vení, le dije, vamos hasta el bar de la esquina y tomás lo que quieras, yo te invito.
Sus pasos menudos se adaptaron a los míos. Llegamos al bar. Le pregunté su nombre. No quiso decírmelo.
-Pensé que mi nombre es niebla, como ésta que nos envuelve.  Todo pasó en forma vertiginosa.
-Le pregunté, ¿Tenés adónde ir?
-Si, me respondió, vivo en la otra esquina.
-¿Cuál?, quise saber. No importa, me encontrarás alguna vez en el zaguán.
-Te acompaño, le dije.
-No, me respondió. Gracias. Hasta cualquier momento.

A la tarde siguiente, al salir del trabajo la busqué. No había niebla. Tampoco estaba ella en aquél zaguán. Pensé que el nombre que me dijo se adaptaba perfectamente a ella. La niebla estaba en sus ojos. No podía apartar  de mi mente esa mirada. No la encontré. Me quedé largo rato en ese lugar. Por fin, decidí irme a casa. Durante varias semanas fue mi obsesión volver a verla. Por fin me decidí. Golpeé la puerta de aquella casa y espere. Salió una desgreñada mujer con una bata agujereada, que dejaba ver retazos de esa vida miserable que le tocó vivir.
-¿Qué buscás?, me dijo.
-A ella.
-¿A quién?
-A niebla.
-¿Qué decís, estás loco? ¿Qué querés?
-Verla.
-No sé de quién estás hablando.
Le expliqué como pude que una tarde de niebla,  un mes atrás, estaba en ese zaguán una muchacha con frío.
-Acá no vive nadie más que yo, el desgraciado de mi marido se mandó mudar.
-No, le dije, me contó que vivía a una cuadra de acá.
Pensé que la conocería ya que aquí la encontré.
-Preguntá en la farmacia. Ahí trabaja una mujer que puede ser la que buscás. Te digo porque ésta suele venir a molestar y cada vez que la veo la tengo que echar.
-¿Sabés porqué se queda acá? Porque cada tipo que para la lleva a tomar algo y de esta manera, aprovechando el atractivo de la juventud se va con la barriga caliente.
Perplejo  fui adonde me indicó la irascible mujer.
-Buenas tardes, dije, busco  a una muchacha que trabaja aquí.
Tiene ojos claros, es menuda y triste.
-¿Cómo se llama?
-No lo sé. Niebla me dijo
-Ah, muchacho, con esos datos no sé de quién hablas.
-Esperá que te presento a una de mis empleadas, Recién empieza el turno, la otra se retiró hace unos instantes. La chica se acercó y no era ella. Como pude, di las gracias y mis pasos volvieron a dirigirse a aquél zaguán.
En ese momento la vi, me fui acercando pues estaba a cierta distancia. Un hombre se detuvo. Hablaron y salieron rumbo al bar de la esquina. Sentí que me envolvía en ella. Derrotado, regresé a mi refugio. Otra ilusión que se esfumó.
Quizás había sido sólo un sueño, quizás esa muchacha nunca existió y le dieron vida mis ansias, mi soledad.
Mañana, tomando otros rumbos, quién sabe en qué me encontraré.





LA NIEBLA.
Guión literario para cortometraje de 10 minutos.
Autor: Águeda Gondolveu

SECUENCIA 1 EXTERIOR. TARDE.
Hay una niebla espesa. Cubre los edificios de la calle Ituzaingó. Vemos a una mujer en un zaguán (Mujer 1). Es menuda, de aspecto frágil, tiene frío. Vemos acercarse un hombre (Hombre 1) caminando con paso rápido. Se detiene, se acerca a ella.
Hombre 1
-¿Te puedo ayudar en algo?
Mujer 1
-Invitame con un café


SECUENCIA 2 INTERIOR BAR, TARDE:
Se ve al hombre y la mujer sentados a una mesa. El hombre se dirige al mozo

Hombre 1
-Traeme dos cafés

OFF.  Ella se calienta las manos en la taza, bebe con avidez. Sus ojos miran al vacío.


Hombre 1
-¿Tienes adónde ir?
Mujer 1
-Sí, vivo en la otra esquina.
Hombre 1
-Te acompaño
Mujer 1
-No es necesario, gracias…adiós


SECUENCIA 3 MAÑANA EXTERIOR.
OFF: Un mes después.
Vemos al hombre 1 que vuelve todos los días al zaguán. Se ve al mismo hombre golpeando en la casa. Al rato sale una mujer desgreñada (Mujer 2), la cual viste una bata agujereada y desprolija. La mujer 2 tiene en su rostro muestras de desconfianza, no conoce al hombre 1. La mujer cierra la puerta con violencia. Vemos que el hombre 1 se aleja.

SECUENCIA 3 EXTERIOR ATARDECER  DIA SIGUIENTE.

Se ve al hombre 1 volviendo al mismo zaguán. Se lo ve golpear la puerta de la misma casa de la secuencia anterior. Se ve a la mujer 2 abrir la perta sin soltar el seguro. El hombre 1 pone un pie para impedir que la mujer cierre la puerta como la secuencia anterior.

Mujer 2
-¿Qué quieres?
Hombre 1
-No tema, solo busco a una muchacha que estaba aquí un día de niebla.
La mujer 2 vuelve a cerrar la puerta. Vemos a hombre 1 que golpea nuevamente de forma insistente.
Mujer 2
-Otra vez, ya te dije que no molestes más (se oye su voz a través de la puerta)…voy a llamar a la Policía.
Hombre 1
-Dígame quién es la chica que vi aquí un día de niebla.
Mujer 2
-Será la loca que trabaja en la Farmacia. Pregunta allí, no vuelvas, no te voy a abrir.

SECUENCIA 4 INTERIOR DE FARMACIA, DÍA
Se ve al hombre 1 que entra en la Farmacia. Se acerca el dueño. Es un hombre rechoncho, bajo, de gruesos lentes.

Hombre 1
-Buenas tardes, no vengo a comprar nada.

Farmacéutico
-¿En qué puedo servirlo entonces?
Hombre 1
-Busco a una empleada suya.
Farmacéutico
¿Para qué? Está en horas de trabajo.
Hombre 1
-Será solo un momento.
Farmacéutico
-¡Nina!, ven un momento.
Se ve aparecer a una joven morena, de ojos inexpresivos. No es ella.
Hombre 1
-Le pido disculpas. Se ve al hombre 1 retirándose de la farmacia.

SECUENCIA 5 EXTERIOR TARDE
Se ve el rostro del hombre 1 con una sonrisa, por fin ve a la muchacha (mujer 1 de la secuencia 1) que estaba buscando. Se acerca apresuradamente, teme que se desvanezca en la niebla. En la misma, se ve a otro hombre (hombre 2) que habla con la muchacha. Ambos se encaminan al Bar de la esquina, el hombre 1 los sigue.

SECUENCIA 6 INTERIOR, BAR, DÍA.
El hombre 1 contempla a la pareja. Recuerda que es el mismo recurso que utilizo con él. Las manos de ella buscando el calor de la taza. Tratando de no ser visto, sale del Bar.

SECUENCIA 7 INTERIOR NOCHE
Habitación del hombre. Se ve al hombre 1 entrando en la habitación. Ambiente de soledad, frío y oscuro, pocos muebles, no hay retratos. Se ve angustia en su rostro, mirando por la ventana hacia la calle.

SECUENCIA 8 EXTERIOR, TARDE
Vemos al hombre 1 caminando cabizbajo en otra calle, otro camino y la niebla como telón de fondo.
FIN
Autor: Águeda Gondolveu

Noviembre de 2015

EL INDOCUMENTADO

Escritores Creativos Biblioteca Ernesto Herrera

Guión literario para corto metraje de 7 minutos

Autor: María Cristina Bossio

Secuencia 1 interior, mañana
Se ve una mujer en su dormitorio, se despierta, se levanta de la cama. Se da una ducha, se viste. Va a la cocina, prepara café. Lo toma y sale a hacer las compras.

Secuencia 2. Exterior. Mañana.
La mujer camina hacia el supermercado. Se ve la calle del barrio donde vive. Sin árboles ni jardines. Balcones sin una flor. Calles limpias

Secuencia 3.Exterior. Mañana. Puerta del Supermercado.
Se ve un muchacho parado en la puerta. Tez oscura, cabellos alborotados. Sonriente.
La mujer extrañada de su presencia le pregunta:
                                   
Mujer
-Sos nuevo en el barrio?
-Buscás alguna dirección?

Muchacho
-No, soy extranjero.

OFF: Mientras habla camina inquieto, viste prendas livianas. Parece que siente frío, porque tirita y se frota las manos. La mujer le deja algunas monedas.

Secuencia 4 exterior, puerta de supermercado, día
OFF: Tres días después
La misma mujer vuelve al supermercado y ve nuevamente al mismo muchacho, parado en la puerta del comercio. Sonriente,
Le entrega una campera de abrigo. El muchacho le agradece vivamente con varios movimientos de cabeza.

Secuencia 5. Exterior Mañana.
Vemos un hombre viejo caminando con dificultad, de semblante huraño. Va hacia el supermercado. La mujer de la secuencia anterior lo conoce, es su vecino, lo saluda, pero él no le contesta.
Entabla el siguiente diálogo:

Mujer
-Mire, que el muchacho que está parado allí, en la puerta del
supermercado, necesita ayuda.
-Qué le parece si entre todos lo ayudamos con algunas monedas para
su sustento?

Hombre viejo
-No tengo ninguna obligación. Y se va.

Secuencia 6. Exterior. Mañana.
La mujer se acerca al muchacho y con un gesto de su mano, le invita a que la acompañe. Se ve a los dos entrando a un sótano, junto a la caldera de calefacción. Hay un viejo futón, una cocinilla y un pequeño baño. Mediante el lenguaje de los gestos, le manifiesta que es su nuevo hogar. El muchacho le agradece vivamente.


Secuencia 7. Interior.Noche.
En el living comedor de la casa de la mujer se celebra una reunión de amigos. Se ve a Jonatan (muchacho de la secuencia anterior) entre ellos. Le están enseñando palabras del nuevo idioma. Se muestran unas tablets, donde él dibuja el país donde proviene:México.

Secuencia 8. Interior, Noche.
Se ve al hombre viejo, huraño y malhumorado mirando a través de la ventana la reunión de amigos de su vecina.

Secuencia 9. Interior del supermercado.Mañana.
Se encuentran la mujer y su vecino.

Hombre viejo
-Lo ví.
Ud. le dio alojamiento a un extraño, indocumentado,  para peor.
-La voy a denunciar a la Oficina de Inmigraciones.

Secuencia 10. Interior. Mañana.
Se ve el sótano vacío. Arriba de una pequeña mesa una tarjeta con el nombre y la dirección del muchacho un gracias enorme y una flor.

Secuencia 11. Exterior Mañana.
La mujer viaja rumbo al aeropuerto. Entra por una puerta y el muchacho sale por la otra custodiado por 2 policias de aduana.

La mujer vuelve a la ciudad. Entra en el Banco donde tiene sus ahorros. Se le ve firmar un formulario. Es un giro para México donde vive Jonathan (el muchacho de la secuencia enterior) Saluda al empleado que la atendió y sale del Banco satisfecha.
OFF: alguien podrá encontrar un lugar en el mundo.

FIN
Autor: María Cristina Bossio

Noviembre de 2015

miércoles, 11 de noviembre de 2015

LEYENDAS URBANAS

Escritores Creativos Experimental de Malvin
Nedy Varela

LA  MARCA
Falta poco...Casi son las siete. Lo único que quiero es irme a casa, sacarme estos zapatos que me están matando, prender la tele y descansar. Dormir... poder dormir, será más difícil.
Cómo me gustaría dormir de un tirón sin despertar hasta mañana.
Hoy recién es miércoles, no veo la hora de que llegue el viernes para no verle más la cara al jefe, por lo menos el fin de semana no tengo que soportar su mal genio y su olor a transpiración.
Héctor me sigue llevando la carga, me tiene un poco cansada, aunque no dejo de admitir que cuando se me acerca siento una sensación extraña.
Me encanta verlo cuando estoy en el pasillo de la oficina, desde su escritorio, sus narinas se abren como si me estuviera olfateando y su mirada parece devorarme.
   Al fin...las siete. Ordeno los últimos papeles sobre mi escritorio. Tomo mi cartera y mi saco del perchero y corro para llegar al ascensor que justo se cierra delante de mis narices. El taconeo de mi zapato derecho me delata. Me siento como una fiera a punto de salir de una jaula.
Luego de unos instantes el ascensor abre de nuevo sus puertas, lleno, pero no me importa, igual voy a subir, sea como sea.
-Planta baja...Salida...
Este ascensorista es insoportable, dice la palabra “salida”, me mira y se ríe.
Sí...que hay de malo, me quiero ir ¡ya!
Tengo que correr de nuevo si no quiero perder el ómnibus que pasa siete y veinte.
Casi llegando a la mitad de la cuadra tropiezo con una anciana que caminaba lentamente hacia mí.
-Perdone, no la vi. Uno va tan apurado...
-No te preocupes Raquel, no pasó nada...
-¿Cómo sabe mi nombre? ¿Usted me conoce?
-Sí te conozco, pero no de ésta vida...
-Sí, claro- le dije.
 Pensé que estaba un poco chiflada y que era mejor seguirle la corriente, total el ómnibus ya lo había perdido. No tenía porqué contestarle mal a la pobre señora a la que casi tiro al suelo por ser tan atropellada.
-Sé que no me crees, insistió la anciana, pero lo que te digo es cierto.
Tú eres hija única, desde muy pequeña tienes pesadillas raras, tus padres nunca prestaron mucha atención a ese problema y aún no lo has podido superar...
-¿Usted cómo sabe eso? ¿Quién se lo dijo?
Seguro que alguien me está haciendo una broma...
-No, no es ninguna broma. Yo te conozco hace mucho tiempo, más del que tú te imaginas.
A esta altura yo ya había perdido el segundo ómnibus a pesar de haber llegado a la parada.
¿Por qué seguía hablando con esa mujer? No tenía la menor idea. Quizás por el respeto que me habían inculcado mis padres a las personas mayores. Quizás por lástima. Quizás porque en el fondo la curiosidad puede más que nuestro criterio.
   Miré detenidamente a la anciana, no estaba mal vestida. El cabello de un tono grisáceo estaba prolijamente ordenado en un moño. Sus ojos de color marrón  tenían  un brillo muy extraño y su voz ronca me parecía conocida.
Miré la hora...
-Ahora que nos encontramos no podrás olvidar lo que hablamos -dijo la anciana- te esperaré en la esquina mañana a la misma hora, estoy decidida a hablar contigo, si tú quieres...
-Sí claro, mañana hablamos...
La  anciana cruzó la calle aprovechando el cambio de luz del semáforo y yo quedé con muchas dudas dando vueltas en mi cabeza.
El ómnibus... por suerte.
   Llego a mi departamento. Son casi las nueve. Una inmensa red de luces titila  bajo mi ventana.
Me saco los zapatos y los tiro en la mitad del living, me pongo las pantuflas y busco ropa para cambiarme.
No quiero pensar en este encuentro...mejor me doy un buen baño.
No voy a dejar que una vieja chiflada me arruine la cena.
La ducha está lista, debajo del chorro de agua, me imagino bebiendo en las orillas de un arroyo.
Al llegar a la parte posterior de mi cuello la esponja enjabonada se detiene.
Nadie hasta ahora me supo responder qué son estas marcas hundidas.
Recuerdo que mi madre me llevaba desde niña al médico, pero nunca nadie le supo decir de qué se trataba. Quizás algún problema durante el embarazo, que no tenía ninguna explicación científica  y que como no me causaba ningún problema, fue olvidado.
En vuelta en la toalla de baño pongo la cena en el microondas.
Luego me visto y me extiendo sobre  el sillón.
Mientras ceno, prendo la tele.
El cansancio me está venciendo, pero no quiero dormirme...no quiero...no quie...
Corro, el aliento sale a bocanadas, estoy desesperada...siento la red sobre mí... me atrapan, sería capaz de morder a alguien. La red sigue apretándome, mi hocico y mis patas están juntos...
Despierto sobresaltada...otra vez la misma pesadilla...
¿Por qué me siento como un animal atrapado? ¿Por qué  esa mujer conoce mis pesadillas?
   Tomo un café. Son las cinco de la mañana .Tengo tiempo para pensar.
Hace frío, encendería la estufa a gas si no le tuviera tanto miedo al fuego, eso lo heredé de mi padre, le tenía terror al fuego.
   Otra vez a la oficina, los trámites del Sr. Hernández, los recibos para el Sr. Gutiérrez, ir y venir de la oficina del jefe y Héctor con su mirada tan rara siguiéndome a todos lados.
   ¿La veré a la salida? ¿Vendrá? ¿No será una cachada? Si viene, me voy a sacar las ganas de dejarla callada, porque no podrá contestar  las preguntas que le voy a hacer.
   Final de jornada. Otra vez el ascensorista, pero esta vez soy la única persona que baja y entonces se atreve a decirme, hay que cuidar esas ojeras...parece que durmió muy mal anoche -y se sonríe.
Lo miro como para incrustarlo en los botones del ascensor o mejor, saltarle encima, pero ya llegamos a planta baja, así que decido sólo gruñir un poco masticando la bronca entre los dientes.
   Me apuro, pero increíblemente no es para alcanzar el ómnibus, es para llegar a la esquina y ver si la anciana está allí.
En la esquina la veo, me acerco a ella...
-Sabía que vendrías...responderé a todas tus preguntas...si quieres podemos sentarnos en el café de la esquina...no creas que quiero que me pagues nada, yo pagaré mi café.
Realmente sus palabras me desarmaron, no tenía opciones.
La miré a los ojos y creí reconocer esa mirada.
No tuve más remedio que aceptar el  café.
Sentadas en la mesa, me miró nuevamente  y me dijo: sé quien eres, no de esta vida si no en tu vida pasada. Compartimos la misma jauría, las dos fuimos lobas, pero yo ya estaba un poco vieja, así que en general no salía a cazar. Tú eras la que llevaba adelante los ataques a las ovejas de los granjeros, en esa época no había forma de combatirnos, éramos muchos.  Decidieron atrapar a uno de nosotros...
No lograba salir de mi asombro, mientras la anciana prosiguió.
-Te emboscaron una tarde con unas redes, luchaste y aullaste toda una noche, pero no te pudiste soltar.
Casi inocentemente pregunté.
-¿Qué me hicieron?
-Querían domesticarnos, para poder vencernos. Una loba joven domesticada, quizás podría ser cruzada con sus perros guardianes y sería de una gran ayuda...
Te pusieron una cadena...
En ese instante, la anciana estiró un brazo y su mano suavemente me tocó por debajo del cabello en la nuca y dijo: ésta es la marca de la cadena.
Te dejaron encadenada a un árbol durante muchos días. Venían a ofrecerte carne para que accedieras a comer de la mano del hombre... Pero tú no aceptaste y te dejaste morir.
Ahora en tu siguiente vida eres humana, igual que yo. Las dos bebíamos del mismo arroyo  cuando apenas comenzaba a salir el sol y éramos felices como el resto de los lobos.
   Su taza de café terminó demasiado rápido.
-No tengo más nada para decirte. Lo que pienses no me interesa. Sólo quería que supieras el origen de esas marcas...que comprendieras tus pesadillas y que pudieras ser ahora, feliz como entonces...
Se levantó lentamente y se fue.
   Yo estaba petrificada. Muda. Ya no estaba segura de lo que pensaba respecto a esa anciana.
Pedí otro café y me cambié para una mesa más cerca de la ventana.
Los pensamientos comenzaron a golpear en mi cabeza, como las gotas de lluvia se estrellaban al caer en la vereda.
A media cuadra del café veo a Héctor. Me había visto. Seguro vendrá hacia aquí, no dejará pasar esta oportunidad...
Su llegada no me molestó.
Entró y se sentó a mi lado.
Ahora, la lluvia golpeaba despiadada contra el vidrio.
Los dos miramos hacia la calle.
Nos tomamos de las manos.
La ventana mojada del café, reflejó nuestros ojos fosforescentes.     
     


domingo, 8 de noviembre de 2015

CSI MONTEVIDEO

Escritores Creativos Experimental de Malvín

Aproximación al cuento policial.

Participantes: 
Sebastián Domínguez, Betty Chiz, Daniel Garderes, Nedy Varela

PRIMO – Gonza-. Sebastián
El la vio y se ocupó de que ella lo viera. Años soñándola en las noches sin sueño. La he visto y me ha mirado –recitó.
Siguió sin creer en Dios, pero volvió a creer en sí mismo cando un beso estalló en su mejilla. Caminos que se unieron en el campo familiar. Conoció el vacío cuando ella se fue. Se había enamorado de esa prima lejana por parentesco y por distancias.
Salieron todas las palabras acumuladas en años. Ella acusó el impacto. Se derritió al calor de las emociones y acordó recuperar el tiempo perdido.
-Hoy no puede ser, mañana sí. A las diez…la casa estará habitable?
-Mañana lo estará –contestó Gonza-  y quedaron de verse al otro día.
Volver al ayer, volviendo a la casa familiar.

JOVEN - Betty
Tengo 25 años. Los cumplí ayer. Me llaman la peque. Cuando era niña mis padres me traían con frecuencia a la chacra en Santa Rosa. Era de mis abuelos. Mis padres murieron en un accidente automovilístico y me criaron mis tíos. Al poco tiempo de esa desgracia, mis abuelos vendieron la chacra a unos primos míos que yo no conocía. Nunca más volví. Soy profesora de educación física. Buena figura. Vivo en Montevideo. Soy muy exigente en mi profesión y conmigo misma. Nunca encontré por ahora un hombre a mi gusto aunque conocí unos cuantos.  Cierto día me encontré con uno de mis primos, Gonza, en la cafetería del club donde imparto mis clases de Pilates. Él, muy buen mozo, venía de jugarse un partidito de tenis. Se dedicaba a exportar productos de la granja y vinos. En la conversación recordamos aquellos días de nuestra infancia cuando nos hacíamos una cabalgata en los petizos. Me propuso que si estaba de acuerdo, me pasaba a buscar al día siguiente a las 10 a.m. para ir a la chacra que pertenecía a familiares y él estaba vinculado con ellos por los vinos que producían. No me pareció mala idea. Previamente me compré unas prendas muy provocativas porque precisamente esa noche iba a ser la noche de la nostalgia y nunca coincidí con nadie pasa celebrarlo. Capaz que esta vez se me daba. En las medierías Sí-Sí había un señor “adulto mayor” que estaba comprando ropa para su señora, pero miraba de reojo la que yo estaba eligiendo. Y a su vez me miraba a mí por el espejo de un probador que estaba abierto. Tuve la sensación – que me halagó – de que yo le había despertado el morbo. Cuando salí, el vejete me estaba esperando al lado de la vidriera. Me invitó a tomar una copa. Ese día no iría a trabajar, y ya había estado en la peluquería, en la podóloga, etc, así que decidí aceptar el convite. Ni bien subí al coche, en lugar de llevarme a una cafetería cercana, enfiló para la ruta 5 por los accesos. Era la hora del crepúsculo. El Renault iba a velocidad de crucero y yo iba mirando por dónde íbamos. De vez en cuando, Enrique, como se presentó, me miraba de reojo, vaya a saber con qué fantasías. Me invitó con una petaca de Jonhy etiqueta negra. Entró por una zona flanqueada por viñedos, establecimientos agropecuarios y de elaboración de dulces, cuyo aroma nos inundó como si hubiésemos degustado caramelos. Entre la música suavetonga y el cansancio acumulado por la jornada matutina en la pista de atletismo me quedé dormida y supongo llegó a santa rosa. Llegamos a una chacra parecida a la que conocí desde niña y que mañana visitaría con mi primo.
Cuando ingresamos por una avenida de álamos, saludó a una señora y me dijo – es la casera.
Las puertas, las ventanas, todo era igual. No me inquieté. Me pidió que me pusiera la ropa que tenía en las bolsas. Yo entré en el juego, más que nada porque me divertía la imagen del sesentón fascinado por mi cuerpo. Le hice abrir la cartera, que ahí iba a encontrar unas esposas y que me las colocara en las muñecas y en los barrotes de la cama. Dos copas, el whisky y música envolvente hicieron su trabajo. Cumplió y me esposó…

HOMBRE OBESO- Nedy
Quién me iba a decir que, por venir a comprarle a mi mujer medias a Si-Si, porque estaba enferma , me llevaría esta sorpresa.
Sé que no soy muy bien parecido, pero esta mina me pedía a gritos que la fichara mientras compraba su ropa interior tan sexy  que creo que se me paró todo, incluso el cuore.
Sus labios sugerentes me daban señas extrañas mientras pagaba las medias de mi mujer. Cuando la empleada me preguntó si las llevaba para regalo, le dije que sí porque era el cumpleaños de mi abuela. ¡Pobre abuela! Se debe estar dando vuelta en el sepulcro, yo que fui el nieto más mísero que ni siquiera le llevé flores al entierro.
La cuestión es que pagué y me quedé arrimadito a la puerta de salida para esperarla. Cuando salió me miró con ojos de fuego y me dijo ¿qué hacemos? ¿querés que estrene para vos esta ropa?
La miré de arriba abajo, creo que debía ser un poco más grande que mi sobrina, o sea: muy joven. Por supuesto que pensé  “este chiche me iba a salir carísimo”.
En un breve instante el reflejo de la vidriera me envió la imagen de un hombre obeso, de papada prominente, bien vestido, pero realmente no muy agradable, teniendo en cuenta los muchachos que salen en los comerciales que tienen marcados todos los ravioles musculares del pubis para arriba. Sin querer pensando en eso le sonreí, yo también tenía mis ravioles…
Aunque pensándolo bien ya habían caído varias pichoncitas bajo este físico tan dotado.
Ella me tomó del brazo y de pronto, sin pensar en nada, estábamos en la habitación de la chacra. Cerré la puerta instintivamente, aunque sabía que en ese momento no había nadie.
Miré mi billetera, por las dudas, pensando cuánto me iba a salir esta farra.
Ella se tendió en la cama y a mí la cabeza comenzó a darme vueltas.
¿No te parece que vamos muy rápido?- pregunté.
Ella sonrió pícara y me dijo –si querés demorar un poco más tendrás que esposarme, dentro de la cartera están les esposas.
La miré y ya estaba tan excitado que me puse a revolver dentro de su cartera como un enajenado.
Mis manos tocaron algo duro y con una cadena, eran las esposas…
Esposame, gordito, esposame, que así me gusta más. Luego podrás ponerme la ropita que compré y jugaremos a la modelo que ha sido raptada…
Vos serás el detective que ha venido a salvarme y por supuesto que tenés que tener tu pistola en la mano cuando descubras a mi raptor.
En algún momento de mi locura, ya casi absoluta, creo que pensé que la mina se había tomado algo ¡y muy fuerte!
Ahora estaba esposada a la cama y comencé a desvestirla y a tocarla. Me fui subiendo de a poco sobre su cuerpo, sintiendo su respiración y su risa que me decía que podía seguir con el juego.
Mi cabeza era un solo latido junto al golpeteo de mis sienes,  mis ojos ya no veían .De pronto me pareció que alguien entraba en la habitación.

EL DIA DE LOS HECHOS - Sebastián
Esa tarde Gonza llegó a la casa y comenzó a descargar útiles de limpieza, ajuar de cama, flores…lo mejor para la mejor. Un mal presentimiento lo hizo temblar al ver la camioneta en el garaje. No sabía por qué miró hacia adentro. Quedó paralizado frente a la ventana. El violador la tenía desnuda, atada  a la cama. Cuando volvió a la realidad, el hombre había dejado de resistir. La había salvado.
Pero entonces vio la ropa de ambos cuidadosamente ordenada en unas sillas y lo comprendió todo. El horror y la ira lo atravesaron. Entró sin llamar, luego de ocuparse de su tío lejano, sus manos fueron directamente al cuello de su prima, demoraron en aflojarse. Se sintió perdido. La cárcel lo esperaba. Respiró hondo, dio varias vueltas alrededor de la casas hasta que pudo pensar.
Los dejó en la misma posición en que estaban cuando llegó, en silencio y para siempre.

SEÑORA DE HOMBRE OBESO - Sebastián
No por desearlo tanto, hoy me veo libre de una gran confusión. Me esmeraba en la cocina. Todo lo que los médicos le prohibían a Enrique, llegaba a la mesa en abundancia. El sobrepeso podía dar fe a mis humillaciones. Confiaba en los médicos. Pero hoy, con la visión tan grotesca de su final, mis sensaciones cambian vertiginosamente, asco, ira, desprecio, pero también sensaciones que quiero evitar y no puedo. Llegan a mi mente sueños compartidos, caricias que estaban olvidadas. Vi a la persona que fue y que dejó de ser. Por primera vez descubrí que yo también era culpable. Enamorarme del ginecólogo, del feriante, del sanitario, entre otros…me alejaron de él. Dejó de ser el centro de mi atención. Aclaro, todo sucedió en mi mente. Ellos no se enteraron, pero él, sintió el vacío. Tuvo que verlo en el abandono de mi imagen, en el desorden de la casa, en el desinterés por el placer del cuerpo compartido. Sus infidelidades me humillaron pero en el fondo agradecía que alguien se ocupara de esa sucia tarea (sucia para mí).
Se las ingeniaba para que me enterara. Se me fue haciendo imposible la situación. Hoy inmóvil su cuerpo, halada mi alma, no se quién soy y menos quién voy a ser.

EL INVESTIGADOR - Daniel
¡Qué viaje de arena gruesa! Otro caso en esas chacras que solo usan para cometer infidelidades.
Menos mal que mi ayudante ya encaminó las instancias de rutina, lo que me ahorra trabajo.
-Hola pinche: ¿Ya está resuelto el caso?
-¡Que va! Está complicado, el forense no tiene dudas de que los mataron a ambos, pero no quiso arriesgar opinión.
La que me mostró algo raro fue la casera. Me llevó a ver que en torno a la casa había una cantidad grande de pisadas marcadas en la tierra húmeda y como si hubiera pasado mucha gente. Vino la técnica y están analizándolas.
Lo demás parece estar en orden, como que nada hubiera pasado en esa casa. Solo en la cama hay desorden y los dos cuerpos, de un hombre viejo y una mujer joven; hasta la ropa que usaban está colocada en forma prolija sobre unas sillas.
-¿Son los habitantes de la casa los muertos?
-El hombre sería el dueño, pero hay que confirmarlo aún; la mujer tenía su cartera con documentos y celular, ya los están estudiando a ver que nos dicen.
-Daré una ojeada, si confirman algo –lo que sea-, me avisas enseguida.
-Hola oficial: ¿Qué me dice de esas huellas?
-Es muy extraño. Parecen ser de la misma persona, están bien marcadas, no ofrecen dudas, son de un tipo de calzado deportivo y la persona sería de peso medio pesado. ¿Por qué hay tantas? No sé. Como si hubieran practicado correr alrededor de la casa, dándole vueltas, quizás. A la entrada hay huellas de dos tipos de neumáticos de vehículos.
-Pinche, por favor, dame la lista de llamadas de los celulares.
-El hombre llama a muchas mujeres, a casi ninguna le repite la llamada; no registra llamadas al celular de la mujer. Llama muy pocas veces a su casa. La mujer llama a varios gimnasios y a un número que se repite varias veces, estamos localizando a su titular.
-El forense avisa que no hay duda: doble homicidio, mañana envía el informe completo.
-El número al que llama la mujer pertenece a un señor XX que es pariente del dueño de la chacra. Lo enviamos a buscar.
Durante el interrogatorio el señor XX se muestra muy nervioso, no logra explicar su relación con la mujer asesinada. Los neumáticos de su auto coinciden con una de las huellas encontradas a la entrada de la chacra, pero no sirve como prueba, sino como indicio que pudo haber estado en ese sitio. Mandé pedir orden de cateo a su casa.
-Pinche ¿Qué obtuvieron en la casa de XX?
-Tenemos unos pares de zapatos deportivos, uno con barro –que están analizando a ver si coincide con el tipo de tierra de la chacra- y un objeto que podría ser el arma usada. Veremos si se ajusta a lo que informa el forense.

Asunto resuelto. Se demoronó XX y se hizo cargo del delito. Aún no sé si las esposas se las colocó el occiso a la mujer o si fue su asesino, pero ya no importa.