Responsable: Mónica Marchesky

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lunes, 29 de agosto de 2016

CASA TOMADA

Integrante de Escritores Creativos Casa de los Escritores del Uruguay 2016

Betty Chiz
            

Eran las nueve de la mañana. Estaba haciendo mi caminata matinal. Regresando a mi casa. Siempre me llamó la atención ese inmueble. Una joya arquitectónica que aún no había sido declarada patrimonio de la ciudad. Se distinguía el frente absolutamente ornamentado con detalles que denotaban la influencia masónica en Montevideo. Por ejemplo: un enorme triángulo en cuyo interior había un sol con los rayos ondulatorios llegando a cada uno de los catetos. La casa estaba orientada de oeste a este, supongo que respetando las enseñanzas del fenjui.
            Parecía abandonada. La entrada al jardín se había llenado de papeles, bolsas de nylon, hojas de plátanos que caían y llevados por el viento anclaban en el matorral descuidado hacía bastante tiempo.
            Me animé a traspasar el portón, puesto que cuando me anuncié, ni siquiera un perro vigilante me ladró. Ni bien llegué a la puerta de entrada, pude abrirla sin ningún esfuerzo. Giré el picaporte que cedió a mi mano y así ingresé a un zaguán donde dos dormitorios  flanqueaban un corredor que me llevó al amplio patio. Alcé mis ojos y me deslumbraron los rayos que se filtraban desde un vitraux bajo la claraboya.  Escuché pasos. Luego, silencio. Avancé un poco más y descubrí que en la cocina humeaba una caldera con agua. Era notoria la presencia de algún ser en las instalaciones. Carraspeé pero nadie se dio por enterado.
            Pensé que no se había advertido mi presencia. Por eso me dispuse a continuar recorriendo el caserón. Sin embargo, no pude abrir la puerta que comunicaba con las siguientes habitaciones. Una mano de hierro se posó en mi hombro. Sentí que no era humano. No hablaba. Emitía un sonido gutural.
            Del baño una imagen fantasmal emergió para decirme con voz de ultratumba, que ya tenían bastante con la invasión que venía del este, por los fondos, posiblemente desde los talleres mecánicos, para que ahora, por el oeste, comiencen a llegar los tumanes expulsados de la zona del Mercado Agrícola.
            Empecé a emprender la retirada. No quise indagar quién había sido la familia patricia que la habitó. Cuando pasé por el patio polícromo, desde las habitaciones se filtraron columnas de humo con olor a “yerba”. Aspiré profundamente.



domingo, 21 de agosto de 2016

TU MIRADA

 Integrante de Escritores Creativos Mónica Marchesky II

Graciela Bula 

Hay miradas infinitas. La tuya lo fue. Recuerdo que me contenías entre tus párpados. Espejo de  ser,  era tu mirada.  Profundo  y verde el espacio azucarado de tu iris. Yo vivía en ese prado donde tu acolchada mirada despertaba  sobre  mí. Ella me abarcaba al amanecer, me secuestraba de la noche y me mantenía cautiva durante el día. Yo vivía incrustada en tus ojos, viéndome  plena, amorosa, enamorada. Me quería, porque la línea que transitaba nuestro amor iba y venía, de uno al otro,  y el amor era Uno en esa delgada línea de luz que traspasaba  la propia luz.  
Pero un día te vi muerto.  Tus ojos sellados. Y yo atrapada en la sombra eterna de tu oscura mirada, tratando de huir, desgarrando con furia el cerco de niebla que tus ojos guardaban. Entonces,  lunacía en este lado del mundo y las sombras de la noche amparaban tu sueño de mirada oscura, de hueco vacío, de sol apagado, de iris de hiel, de pupila quieta, fija, redonda, como  cadáver de luna  llena.  


Mi mirada se quedó sin espejo y la perdí. Se fue entre el cemento que selló tu tumba y se negó a volver. 

viernes, 5 de agosto de 2016

RASHOMON EN LA CASA DE FRATTINI

Ejercicio Rashomón en el Castillo Pittamiglio

Thelma: Diego
Jardinero: Carmen
Frattini: Mónica
Robles: Leo
Mujer de Frattini: Karin
Comisario: Jorge
Mozo: Graciela


SE REALIZA EL EJERCICIO RASHOMÓN, BASADO EN ESTE CASO EN EL CUENTO DE DIEGO PRESTINARI, TITULADO: THELMA.



            -¿Thelma?- pregunté para asegurarme que era ella.
            -Sí señor, ¿qué se le ofrece? -me respondió con la mirada por encima de los lentes.
            - Soy el comisario Aurelio, ¿recuerda que quedamos en encontrarnos?
            -Ah, sí, disculpe comisario, pase por favor…sucede que estaba escribiendo y no recordé la hora que habíamos coordinado.

            Ingresé al apartamento y pude observar varios objetos interesantes. Sobre una pared de color celeste se encontraban cuadros con marco dorado de hermosos paisajes, sobre otra pared varios platos colgados que eran iluminados por los rayos de sol que se colaban por la ventana.
            Apoyados en una mesa de roble con patas torneadas en el centro del comedor, descansaban una decena de libros desparramados, la mayoría de ellos de Agatha Christie, con algunas puntas de hojas dobladas dando la señal de que estaban siendo consultados. A su costado reposaba un ovillo de lana multicolor y dos agujas. Una anticuada araña que colgaba sobre la mesa completaba la escena del comedor.

            De acuerdo a sus adornos pude comprobar que Thelma había viajado por Africa y por Medio Oriente. Jirafas de madera se mezclaban con cofres metálicos y pequeñas pirámides en piedra llenaban una mesa ratona en el living. Por la ventana que permanecía abierta, ingresaba el ruido de los vehículos que transitaban por la avenida y el aroma de la menta que tenía en pequeñas macetas ubicadas en su balcón. Al girar para tomar asiento, pude observar la presencia de una computadora en su dormitorio.

            -¿Quiere una taza de té comisario? -preguntó Thelma.
            - Si, muchas gracias -respondí enseguida, complacido porque me llamara comisario, pese a que dejé mis funciones hace más de doce años.

Lentamente, Thelma regresó de la cocina con una bandeja portando dos tazas de té.
            -Bueno comisario, usted dirá porque quería verme -dijo Thelma.
            -Le pedí encontrarnos para conversar sobre el caso del asesinato de Robles en la fiesta de Frattini en Carrasco, ¿recuerda el caso?
            -Por supuesto que lo recuerdo, ¿cómo olvidarlo? -respondió Thelma.

            Thelma tenía más de 80 años, vivía sola y sus horas transcurrían entre novelas y tejidos. Sus movimientos eran lentos pero seguros, a sabiendas de su edad tenía precaución en todo. A pesar de los veinte grados de temperatura, vestía saco de lana abrigado.

            -El otro día estuve revisando y ordenando documentos que tenía de varios casos, y me encontré con una copia de su declaración, que fue determinante para aclarar el caso- indiqué para entrar ya en el tema.
            -Me alegro que haya conservado copia de ese documento comisario, quedé muy agradecida de la confianza que había depositado en mis suposiciones.
            -Desde el primer momento vimos que su coartada contaba con firmeza.
            -Si es así. Le cuento…- indicó Thelma acomodándose sobre el sillón. A la familia Frattini la conocía hacía muchos años. Mi familia tenía una casa en la playa, y ellos eran nuestros vecinos. Compartimos varios veranos. Es por eso que el señor Frattini me invitó a la fiesta la fatídica noche del asesinato del señor Robles. Fue una gran fiesta con cientos de invitados.

            Me llamó la atención que festejara los veintitrés años de una de sus empresas, no era una fecha redonda como para celebrar, pero bueno, cada uno festeja cuando quiere, pensé en ese momento. A su vez, yo sabía de la relación comercial que mantenía Frattini con la víctima el Sr. Robles. Ambos eran empresarios del rubro farmacéutico, eran propietarios de laboratorios, pero a diferente escala, los negocios de Frattini significativamente eran de mayor magnitud.
            -¿Y cómo supo que Frattini fue el asesino? Recuerdo que al enterarse del fallecimiento de Robles usted se dirigió al otro día a la comisaría a presentar la denuncia.
            -Frattini era viudo. Se casó muy joven con una hermosa mujer, hija de un magnate del rubro farmacéutico de esa época. La muerte de su mujer fue muy extraña, dicen que fue debido a una sobredosis de medicamentos, pero siempre levantó sospechas.

            Dicen que al momento de la autopsia Frattini estuvo siempre muy presente en todas las instancias. Al año se casó con su actual mujer, también muy bonita. Frattini obtuvo la parte económica de su ex mujer. A su vez, Robles era socio en algunos negocios con el magnate ex suegro de Frattini, por lo que Robles podía estar en conocimiento de la extraña muerte. La relación Frattini-Robles siempre fue muy particular, recuerdo que en alguna oportunidad fue de visita a la casa de la playa y se retiró con un portafolio que le entregó Frattini. Me llamó la atención, era costumbre no tratar de negocios cuando estaban de vacaciones.
            -Prosiga Thelma por favor- dije ya recordando todos los datos, pero estas declaraciones me hacían sentir que estaba de nuevo en actividad.
            -Siempre sospeché que el Sr. Robles sabía algo acerca de la muerte de la primera mujer de Frattini. Durante la fiesta, Frattini permaneció observándolo, cuidando en qué ronda de conversaciones se mezclaba. Las bebidas alcohólicas iban y venían sobre las bandejas de los mozos, se imagina que en una fiesta de ese nivel, las mismas abundaban en cantidad y variedad.

            El Sr. Robles falleció a eso de las tres de la madrugada. Al caer sobre los faroles del jardín. El primero en auxiliarlo fue un vigilante privado de Frattini. Observé que le colocó una pequeña caja en el bolsillo derecho de su saco, que finalmente se supo que era un remedio para la hipertensión. Es así que la policía, al encontrar ese remedio en el saco de la víctima, sospechó que olvidó ingerirlas y que el alcohol que bebió fue el desencadenante de su muerte. Pude observar también, que los testigos eran personas de mucha confianza de Frattini.

            -Cierto, recuerdo que todos los testigos nos informaron que el Sr. Robles bebió mucho y mezcló tragos exóticos con whisky. Además Robles no tenía familia cercana que pudiera indicarnos que no sufría de hipertensión, y su historia clínica no aportaba nada concreto. Al estar relacionado con temas farmacéuticos, las consultas de índole médico, que eran muy esporádicas, las concretaba con doctores de su confianza, sin quedar registros de los estudios.
            -Si bien bebió bastante, la muerte se produjo por el veneno que le colocaron en las bebidas, que aparte le hizo efecto más rápido de lo que Frattini tenía previsto. Fue el mismo tipo y en la misma dosis que Frattini, mezclándolo con los medicamentos que tenía recetados, utilizó para asesinar a su primera esposa, pero claro, Robles tenía cuarenta años más. Frattini pensaba que le hiciera efecto al otro día, no en la gala.
            -¡Qué atenta que estuvo en todos los detalles!- exclamé para que continuara con su relato.
            -Pese a las investigaciones privadas que contrató el padre de la occisa, las influencias de Frattini hicieron que se demoraran. Inmediatamente Frattini tomó más poder que su ex suegro, que quedó muy afectado por la muerte de su joven hija, enfermó de cáncer y por recomendaciones médicas debido a su avanzada edad, había dejado el tema de las investigaciones en segundo plano.
            -Pero gracias a su declaración pudimos aclarar los dos asesinatos al mismo tiempo- acoté.
            -Bueno, cuando me invitan a ese tipo de fiestas, me mantengo observando todos los detalles y no perdiendo el tiempo en estúpidas charlas de apariencias y mentiras. Aparte, me quedó grabado en mi memoria el portafolio que retiró Robles aquel verano, estaba casi segura que era dinero para que no dijera nada.

            Pero claro, llegó un momento que Frattini se cansó de callar al Sr. Robles con dinero, entonces organizó esa fiesta con el fin de envenenarlo en un ambiente con mucha gente, haciendo creer a todos que su muerte se produjo por el exceso de alcohol en una persona hipertensa.
            Transcurrieron dos horas y media de charla. Quedé reconfortado en rememorar mis viejos tiempos de comisario. Lo necesitaba para mi autoestima. Noté también que era hora de retirarme.

            La saludé afectuosamente y le agradecí la charla. Al retirarme, Thelma se fue a su dormitorio, encendió la computadora y comenzó a escribir. A las horas, al finalizar la novela de misterio que estaba escribiendo, incluye al pie de la última página su seudónimo: Miss Marple


RASHOMÓN EN LA MAÑANA DEL 8 DE DICIEMBRE

FRATTINI:
         
            Sonó la alarma del celular en la mesa de luz. La apagué diciendo, -¡Estoy despierto!- Miré a mi mujer por encima del hombro, dormía como una muñeca de cera a mi lado, ojos y oídos tapados y una máscara de silicona azul. Levanté la sábana que apenas ocultaba su sexo y pensé en poseerla, en recuerdo de las tórridas mañanas de diciembre de hacía algunos años. Volví a mirarla ya de pie y desistí de mis libidinosos pensamientos.
            Hoy era el día. Me di una ducha y caminé por la habitación, en ropa interior, mirando por las hendijas de la cortina; el día se presentaba luminoso, un hermoso día de diciembre.
            Ocho de diciembre, día en que mi socio y chantajista abusivo va a morir, pensé. Me sentía con ánimos, al fin me libraría de ese gusano de Robles. Si todo salía como había planeado y el hilo no se cortaba por ningún lado esta noche Robles reventaría de alcohol y veneno. El veneno no se puede detectar luego de algunas horas, cuento con eso y con qué Robles muera en su casa o en alguna cama de alguna casa.

Hice un repaso de la actividad de Robles en la empresa. Siempre fue un verdadero chantajista, desde que se enteró de la muerte de mi primera esposa. Él sabía, siendo farmacéutico, que en la droguería había existencias de venenos que no son detectados ni por el laboratorista más exigente. Él sabía que mi esposa tenía gran parte de la empresa, sabía además que yo me había casado sin estar enamorado, que había sido un arreglo de ambas partes y que mi vida con ella era un martirio. Por eso cuando murió “por causas naturales” la sospecha se transformó en chantaje, pero hasta aquí y hasta hoy llega Robles…
            Bajé como estaba a la cocina, me gusta caminar en ropa interior, me hace sentir poderoso. El desayuno estaba servido como siempre. Todos saben de mi costumbre, de mi desnudez y por ese motivo a esa hora, nadie se presenta por esta zona, está prohibida, por lo menos a esta hora de la mañana.
            Luego de desayunar y ponerme ropa cómoda, revisé la lista de invitados. Tenía que estar todo perfecto, la fiesta no debía despertar sospechas, por ese motivo, los invitados eran de todos los ámbitos: desde empleados, hasta magnates, desde amigos hasta modelos. Recordé que tenía que llamar a Thelma, mi vecina chusma que todo lo sabe y se mete en todo, repetí arrastrando las palabras. Tomé el teléfono y marqué, eran alrededor de las ocho y media. Hablé con ella y le recordé la reunión de la noche, corté y salí al patio, ya algunas personas estaban organizando tareas. El calor se hacía sentir a esa hora, era un hermoso día.
            Vi de lejos al jardinero, nos saludamos con un gesto. Cuento con que todos saben lo que tienen que hacer. La recompensa por una muerte es grande viniendo de mí y si bien no se si alcanza para tapar la boca de todos, por lo menos los tengo bajo control.

            Subí al coche y me dirigí hacia el club, sabía que mi mujer se encargaría de los detalles de la fiesta.


THELMA:

            Apagué el despertador antes que comenzara a sonar. Ya de vieja siempre le ganaba. Lo miré con el orgullo de una vencedora para asegurarme que eran las siete y media. Me dirigí a la cocina para prepararme el desayuno. Esperándome estaba sobre la mesada mi electrodoméstico preferido: la tostadora. El café perfumaba el ambiente de la cocina, mientras la manteca se derretía sobre las tostadas, que descansaban sobre una bandeja de melanina.
            Una vez cumplida la rutina del desayuno, era hora de informarse. Antes abrí las ventanas y una oleada de aire fresco y limpio acarició mi rostro. Pude comprobar que el día se presentaba muy luminoso. Los árboles sobre la avenida estaban vestidos de gala con sus hojas verdes, las golondrinas parecían competir carreras y sobre las veredas, los madrugadores trabajadores se aprestaban a una jornada laboral alocada, como eran todos los ocho de diciembre, se acercaba fin de año, pero como siempre, parecía que se acercaba el fin del mundo. Prendí la televisión y la temperatura ya marcaba 22ºC.
            Transcurrió una hora aproximadamente, y el timbre del teléfono alteró la tranquila mañana.
            -¿Hola, quién es?- pregunté.
            -Buen día, ¿Thelma?- respondió una voz masculina.
            -Si es así.
            -Habla Frattini, ¿cómo está señora?
            -Buen día señor Frattini, es un gusto escucharlo, me encuentro bien gracias a Dios. Dígame por favor el motivo de su llamado.
            -Thelma, la llamé para confirmar su presencia en la fiesta de la noche de hoy que organicé con motivo de los veintitrés años de mi empresa. Disculpe la molestia, pero mi secretaria se ocupa de confirmar a los clientes, y yo personalmente de mis conocidos y familiares.
            -Ah, sí recuerdo que la semana pasada me llegó por correo la invitación. Ha sido muy amable en invitarme. Por supuesto que le confirmo mi presencia, me disculpo por no haberlo hecho antes. Hoy de noche nos veremos- indiqué observando la invitación, fijándome que no me surgieran dudas de la dirección y horario. Me parecía extraño hacer una fiesta por los veintitrés años de una empresa, siempre se festejan los veinte años, los veinticinco, en fin, cada uno festeja cuando quiere concluí.
            Una vez que colgué el teléfono, ya tenía definido el vestido a lucir. También que iba ser necesaria una siesta para llegar con ánimo a la noche. Recordé los veranos que pasé en la casa de la playa. Tenía como vecino a Frattini y a su agradable familia. Me imaginé que sería una gran fiesta, ya que Frattini tenía muchos contactos en el ámbito empresarial farmacéutico y de laboratorios, y no era de escatimar en gastos. Desde que lo conocía era una persona muy vinculada y atenta. Había sufrido la muerte de su primera mujer, hija del empresario más importante del rubro farmacéutico en ese entonces. Al año se casó con su actual mujer y madre de sus hijos. Con parte del dinero que obtuvo por el fallecimiento de su ex mujer, realizaron varios viajes al Caribe, agrandaron la casa de la playa y tuvieron un despegue importante en la faz económica. Pensé que seguramente iba haber muchos invitados, que estarían presentes los hijos de Frattini y que no me van a recordar, ya tendrían casi dieciocho años. Estaban en la edad que iban a repeler mi saludo, pensarán “quien será esta vieja”.
            Estaba segura que me iba a divertir, iba a observar esas rondas de hombres de cuello duro contando sus anécdotas, multiplicadas por diez, sus extensos viajes programados y sus hazañas deportivas. Tenía pensado contar las mujeres con cirugía, estaba convencida que iban a ser más de la mitad.

            Recordé que seguramente iba a concurrir también aquel socio del ex suegro de Frattini, que todos los veranos se reunían en la casa de la playa. Siempre me llamó la atención que esa persona llegaba de visita sin nada, y luego de reunirse en el escritorio con Frattini, se retiraba con un portafolio. Era de orden de Frattini no dedicarse a sus negocios cuando estaba descansando en familia, pero con esa persona era la excepción.  Me acordé del nombre de esa persona, el señor Robles.

LA MUJER DE FRATTINI:

            Me levanté muy temprano, había mucho que hacer. Controlar que cada uno de los encargados del orden y la limpieza estuviera haciendo las cosas como se debe y sobre todo supervisar que el bouquet de flores fuera tal como lo había encargado.
            Además en estas ocasiones en las que vienen tantas personas, algunas, son para mí desconocidas, suelo guardar los objetos de valor, ya que en alguna oportunidad ha desaparecido una estatuilla. Tengo una colección de estatuillas de piedra que he comprado en distintas partes del mundo. Más allá del valor monetario son recuerdos de los muchos viajes que hemos hecho. 
            En los años que llevamos casados, mi esposo y yo hemos viajado por muchos lugares. Algunos de estos viajes han sido de placer, en otras ocasiones suelo acompañarlo en sus viajes de negocios. Yo no me ocupo de nada relacionado con las empresas y la verdad no me interesa en absoluto involucrarme, pero de todas formas vamos juntos. Mientras él se reúne con sus clientes yo recorro las ciudades o voy de compras. Claro que en el último año fuimos a destinos un poco complicados y no pude moverme con libertad. No obstante los hoteles de lujo ofrecen mucho que hacer.
            En la mañana desayuné muy bien, ya que no habría mucho tiempo para el almuerzo, además quiero verme linda. Al fin y al cabo, soy la anfitriona. A las 14:00 hrs. me espera mi masajista, el masaje de los sábados es sagrado. Mucho más antes de un evento como este que me tiene muy tensa desde hacía varios días. Las manos de Sandra hacen milagros sobre mi cuerpo, me relajan y me hacen lucir distendida. El tratamiento se completa con piedras calientes y masaje facial previa mascarilla relajante. Durante ese momento dejo libres a mis sentidos. El aroma de los aceites esenciales y la música suave me llevan a un estado de relax total, me olvido del entorno, de la rutina y de los problemas. En los últimos meses el relacionamiento con mi esposo no ha sido el mejor. Está muy ocupado, preocupado y nervioso. No me presta casi atención.
            A veces siento temor que pueda dejarme. Yo hace muchos años no trabajo y sería una desgracia tener que volver a hacerlo. Cuando conocí a mi esposo era una muchacha humilde, él me enseñó todo lo que debía saber para moverme dentro de su entorno social y a mi edad y con dos chicos difícilmente pudiera encontrar otro buen partido. 
            Dos horas después del masaje llegaba mi estilista; apenas si tuve tiempo de darme una ducha. Habíamos acordado que llevaría el cabello semi-recogido con bucles en las puntas. El maquillaje sería con colores claros, que irían muy bien con el vestido color melón que había sido confeccionado especialmente para esta fiesta.
            A las 20:30hs. Debe estar todo listo, perfecto, para comenzar a recibir a los invitados.
Me gustan las fiestas en especial si puedo ser protagonista, no obstante no niego que es un alivio cuando todo termina, me acuesto a dormir y pido que nadie me moleste hasta la hora del almuerzo.

EL JARDINERO:

 Me levanté a eso de las 8, 8:30hs de la mañana, y llegué a la mansión del Sr Frattini alrededor de las 10hs, me lo crucé, y nos saludamos de lejos. 
Enseguida fui al fondo de la mansión para ver qué faltaba, luego de la intensa semana preparando el jardín para la fiesta. Tuve que colocar los maceteros que hicieron traer de México; podar algunos árboles, y obviamente cortar el césped; esa mañana me quedaban los retoques y detalles; como una novia, me decía mi padre, también jardinero. Mi padre trabajó con la familia hasta hace unos cinco años, que enfermó, y me dejó el trabajo; bueno, con el consentimiento de la familia; ellos me tienen mucha confianza, desde chiquito lo conozco; y a este jardín, como la palma de mi mano….
La mañana fue intensa, agotadora.  
Poco antes del mediodía empezaron a llegar las mesas y sillas de alquiler, más tarde las flores. 
Como yo sé muy bien el gusto de la señora, que es la que decide los detalles, me encargaron a mí acomodar las mesas, y distribuir las sillas; de las flores se ocupó ella. 
Pero claro, para descargar y acomodar las mesas y sillas me ayudaron los empleados de la mansión, y como siempre, me pidieron alguien de extrema confianza para esta celebración; le pedí a mi cuñado, el esposo de mi hermana, que es mozo. Cayetano Aguilar. Tiene oficio. Además es como mi hermano. 
Les indiqué dónde ubicarlas y fui hasta la piscina; le saqué la lona, la aspiré y quité las hojitas de la superficie; luego, la gran novedad, las luces led!! Funcionaban a la perfección…. 
Me habían encomendado cuidar de la piscina durante la fiesta; siempre hay alguno que pasado de copas se pasea por el jardín, pretende refrescarse,  y para prevenir un accidente, ahí estaría yo….
Creo que terminé a eso de la una de la tarde; una mañana típica de diciembre….la señora de Frattini ya se había ido, sin antes recorrer el salón y el jardín; todo estaba como ella había dispuesto. Por su expresión, le diré que quedó maravillada.
Me gusta complacerlos, y que queden satisfechos con mi trabajo; lo que soy se los debo a ellos, y a mi padre, claro. 

A eso de las tres me fui un rato a descansar.

lunes, 1 de agosto de 2016

Y PARECÍA UNA CAJA DE ZAPATOS

Escritores Creativos Casa de los Escritores del Uruguay 2016
Walter Ferrarese


            Yo era muy jovencito. Casi en la adolescencia. Vivía en una pensión con mi hermano mayor, luego de venir del interior.
            En la pieza contigua a la nuestra, estaba ella; para mí, la mujer más linda y sensual que nunca había visto en mi vida…por lo menos en mi corta vida.
            Separando las dos habitaciones había una puerta, que estaba sellada, pero, por el agujero de la cerradura yo espiaba a Loli, que así se llamaba.
            Creo que ella sabía que yo lo hacía. Porque cuando llegaba de trabajar por las noches, se desvestía lentamente como en un Strip tease, lo que despertaba mi incipiente sexualidad. Nunca llegaba a verla totalmente desnuda, porque apagaba la luz.
            Este juego que yo practicaba, era en soledad, pues a esa hora mi hermano ya se había ido a trabajar. Un día, ella no volvió, lo que me dolió profundamente.
Le pregunté a la dueña de la pensión y me dijo que se había ido sin pagar, la muy sinvergüenza.

            Un día estaba la puerta de la habitación sin llaves, me escabullí sin que me vieran. Cuando entré, sentí aquel perfume inconfundible que aún se respiraba en el ambiente. Debajo de la cama, vi una caja que parecía de zapatos y pensé que quizás tendría algún dato que me permitiera saber algo de Loli, la mujer que adoraba y, cuando la abrí, lo que parecía una caja de zapatos, no lo era. Tenía la tapa color marrón y adentro, había unas medias de red negras.        
Las mismas que lentamente se quitaba cuando yo la observaba por las mañanas. Aún siguen guardadas como un dulce recuerdo.