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domingo, 26 de marzo de 2017

EN UN OSCURO CALLEJÓN, DOS HOMBRES CORRÍAN DESCALZOS

Escritores Creativos "Jardín de ideas" 2017

Águeda Gondolveu

El barrio estaba convulsionado con el suceso. La estridencia de las sirenas invadía el espacio. Se trataba de tres patrulleros que rodeaban la casa. Dos ambulancias, con las luces encendidas, semejaban un dantesco espectáculo de fuegos de artificio. Nadie podía creer lo que había acontecido, lo que  había despertado a ese barrio tranquilo. Nunca imaginaron que  uno de aquellos dos hombres, que no muy lejos de allí, en un oscuro corredor, corrían descalzos, hubiera protagonizado terrible hecho.

Tres meses atrás habían llegado para alquilar por el término de un año la casa gris de la esquina.Tenían una relación homosexual, cosa que no llamaba la atención de nadie.
Los dos salían temprano a sus respectivos trabajos. Saludaban cordialmente a quienes se cruzaban con ellos. Doña Julia, la vecina de al lado, había accedido a limpíar y cocinar para ellos. Todo transcurría con absoluta normalidad. En la noche anterior habían decidido hacer una reunión, ya que varias de sus amistades no conocían la nueva casa. Empezaron a llegar los invitados. Todos de apariencia agradable, con vestimenta formal. Naturalmente, eran todos del sexo masculino. Algunos de ellos aparecían tomados de la mano. La música era fuerte, sin resultar estridente, de modo que nadie se sintió molesto por ella. Al contrario, muchos se alegraban del bullicio que rompía un poco la seriedad del entorno.

En la madrugada, aproximadamente a las dos se sintió un ruido ensordecedor. Gritos, vidrios que se rompían, corridas en todas direcciones. Se había desatado un infierno. Todo era un caos.

¡Qué había sucedido? Contó Doña Julia que habían consumido alcohol en grandes cantidades. Ella se retiró temprano, después de dejar todo en orden. antes del comienzo de la fiesta.
Seguramente el efecto también de las drogas, había conducido al hecho que segó una vida.
En medio de la sensualidad del baile, cierto concurrente se acercó en forma insinuante a uno de los dueños de la casa. Esto fue advertido por su pareja, que obnubilado  y ofuscado después de recriminarle en forma violenta su actitud, no vaciló en clavar en su pecho la navaja que siempre llevaba consigo. Al verlo tendido, en medio de la sangre que comenzaba a regar el suelo, tomó de la mano a su compañero y olvidando los zapatos, que en el fragor del baile se habían quitado, emprendieron la veloz carrera que dejó estupefactos a todos los que, desvelados por aquél escándalo, liderados por una asombrada Julia, se asomaron a observar lo ocurrido.
El corredor no tenía salida. El causante del hecho tampoco.

EL DUENDE DEL POZO

Escritores Creativos "Jardín de ideas" 2017
AL MAR

A fines del siglo XVII en el Condado de Glasgow en Escocia, existía un pozo que era considerado con poderes mágicos. Cerca de allí, en una pequeña población rural los habitantes lo respetaban por ser el benefactor de los enamorados que acudían a él para que sus deseos fueran cumplidos.
En una de las casas vivía una niña cuyos rizos dorados enmarcaban un bonito rostro. Su mirada de verde ámbar cautivaba por su dulzura. Cada tarde cumpliendo sus quehaceres pasaba frente al caserío rumbo a las granjas.
Antón esperaba su retorno oculto tras la ventana de su habitación. Fue cautivado por su belleza cuando coincidieron en los hanares.
El muchacho, huérfano de pequeño, quedó a cargo de la mujer que había sido su nodriza. 
Ella lo había adoptado como un ahijado y no le pasó inadvertida la emoción que el mozo trasmitía por la niña.
Los celos por Antón la impulsaron a su lado más oscuro.
Se volvió vulgar y comprometida con el desprecio hacia los  seres que nacieron para brillar.
El rencor acumulado por una vida austera se hizo presente recurriendo a sus pócimas. Había hecho uso de ellas sin resultado en busca de un amor que siempre le fue esquivo. El muchacho acostumbraba pedirle consejo y la contestación no se hizo esperar:

-"Querido ahijado recurre al eco del pozo que seguramente te va a contestar más acertadamente."
Por la noche agazapada en las sombras se acercó al brocal. Volcó en él un líquido verde y humeante. Antón empezó a buscar sosiego en las profundidades al precioso pozo. De tarde en tarde se escuchaba su entonación:

-"Eco, dime que la niña que me desvela será cautivada por mi amor, sólo dime: "Sí."
El poniente era acompañado por un rotundo:
- "No!, ella nunca te querrá."

Fueron varias las puestas en que el sol escuchaba la negación. Tantas que hasta el pequeño duende que vivía en el bosque de hayas, se mostró curioso y acudió al brocal.
Quería saber qué se oponía  a  tan  amoroso pedido. Cauteloso decidió penetrar al pozo y esperar al enamorado. Una tarde cuando el sol ya cansado, decidió dejar lugar a las sombras, el duende presintió la presencia del mozo. Tras escuchar la conocida entonación, observó como un humeante verde subía desde el fondo hacia el poniente. Sacó con rapidez su bonete y lo vació sobre él, soportando sus pesiares. Éste se deshizo precipitándose a lo más profundo. Las aguas fluyeron cristalinas y de ellas el eco le contestó:

-"Si"!, esa niña será cautivada por tu gallarda presencia!
El duende sonrió y escuchó el trinar de aves que saludaban al sol con complicidad. 

EL APRENDIZAJE DEL HOMBRE

Escritores Creativos "Jardín de ideas" 2017

AL MAR

Sé que no me amaba pero su mirada tierna y sus palabras candentes penetraron mis dudas y se instalaron cómodamente en mi corazón con mayor intensidad. La conciencia era como un río que conectaba con los tiempos de un pasado feliz. Con el paso del tiempo ese sueño se volvió recurrente: El ya no me necesitaba, ya no apreciaba mis caricias, hacía caso omiso a mis pedidos. Entonces despertaba empapada en sudor, el corazón quería escapar de mi cuerpo y gruesas lágrimas se deslizaban  por mis mejillas ardientes. 
Me serenaba pensando que todavía era mío.
Mi  boca  callaba el dolor pero yo intuía lo diferente.
Me turbaba sobremanera un probable cambio.
Mi sentido de pertenencia se mantenía muy sólido.
El amor seguía en camino.
En los diferentes acontecimientos que se presentaron a diario y pese a todo, la visión nocturna persistía, ya no la soportaba. 
Procuré en sórdidas averiguaciones de hacerme de un enorme libraco de magia negra.Había decidido cortar con mis desvelos nocturnos, por la duda que me hería profundamente.
Tomé precauciones de esconder el volumen.
A solas y sin saber por donde comenzar, me trasladé, con mi nueva pertenencia al fondo de la casa, en una pequeña pieza destinada a enseres innecesarios, entre los cuales unas viejas ollas servirían de caldero.
Bauticé el lugar como "Salem".
Abrí el libro al azar. La ilustración mostraba una especie de bulbos en tres colores. Las hojas de papel de seda se movían acompasando mi lectura:
"Busca un barrizal. Recoge un palo de peregrino muy largo."
"En la noche remueve el lodo."
"Encontrarás una cebolla verde, otra roja y la última la elijes del color que más te guste."
"Colócalas en un caldero. Vuelca en él tinta roja y deja la cocción por espacio de veinte minutos exactos.
"No olvides que durante ese espacio tienes que repetir tres veces este conjuro:

                                               "El monte negro
                                                se cubre de nubes negras
                                                 y junto al  césped ranas negras."
                                                  "El ciervo corre alerta
                                                  se pierde en la colina negra
                                                  donde lloras vestida de rojo".

La lectura se me facilitaba hábilmente:
"Cuando enfríe la colocas en una taza de esmalte."
"Con sumo cuidado deposítala debajo del lugar que ocupa tu amado, donde florece el amor."

Sin miramientos cumplí con la sabiduría del libro al pié de la letra.
La noche se derramó sobre nuestros cuerpos unidos y el sueño nos entrelazó con un perfume desconocido. El despertar del nuevo día la paz había regresado. Habían terminado los meses de fatigoso vacío. La solidez de mi pertenencia se desató en mariposas blancas que se volcaron a la luz del sol. Por una vez el sueño fue diferente:

"Un libro de tapas negras se hundía en el barrizal y de los pequeños círculos concéntricos brotaba una planta que luego dio una flor azul"...Nunca supe su nombre.    

sábado, 18 de marzo de 2017

CUANDO ENCAJÓ TODAS LAS PIEZAS DEL PUZZLE, SINTIÓ UN ESCALOFRÍO

 Escritores Creativos Palacio Salvo 2017

CUANDO LA VIDA NOS HACE BAJAR LA MIRADA

Ruth Paseyro

“La memoria, esa forma de olvido, que
retiene el formato, no el sentido”
Jorge Luis Borges 


Vine a este país a restañar mi vida. Mi hermano, Aldo, dejó Italia antes de la guerra. Es mi única familia. Sentada al borde de la piscina mi alma se ha lavado. Escondo la cabeza bajo la sombrilla. El sol acaricia mi resto. Los recuerdos se asoman cada tanto y me vichan. El equilibrista arrinconó al monstruo de la pérdida de un hijo. Ilusión.
La impresora escupe lo que está grabado. Noche del 15 de febrero de 1944: llegan los paracaidistas alemanes a Montecasino. No ocupan el monasterio. Refugio seguro. Gran burbuja que recibe a los hambrientos de paz. Noche agujereada por silbidos luminosos que florecen en estruendo. Destrucción.
No he vuelto a formar una familia. Con Aldo no puedo hablar de la guerra. Agujero negro de mi vida. No entiende mi mutilación.
Cielo filtrado por el polvo y techos que vuelan. Suelo escupiendo ruinas. Recobro el conocimiento: Girolamo mueve sus bracitos y piernas en alarde de vida. Desolación. Me arrastro y me incorporo. Una mano se ha integrado a un bloque de piedra. Una mujer intenta avanzar entre los escombros. Intención. Le grito. No me oye. Aprisionado por una viga descubro a un niño: ojos esmerilados. Me acerco y expira. Miro a mi hijo mientras un hombre escarba con desesperación. Se arrodilla y besa algo. Las ramas quebradas de un olivo, gallina que nos cobija. Girolamo se ha dormido. Beso su cabecita. Desesperación. La gente ha perdido su corporeidad. La claridad se insinúa: el negro tiende al dorado-blanco-rosado.
Acá el sol es distinto. Están vacíos de recuerdos. El aire no tiene rugidos: los edificios no tiemblan de miedo.
Los robots ocupan las ruinas. Cruzo entre las sombras de la pendiente. Mi niño llora de hambre. Una granja inunda mis ojos. Mi pensamiento se dispara en ríos de leche: me acerco y el espejismo desaparece. La granja ha sido abandonada. Perros sin fuerza para luchar mordisquean las vísceras de una vaca que se seca al sol. Continúo el camino. Girolamo, cansado de llorar, se duerme.
Sofía arregla las mesas. El hambre no desfloró su alegría. Su niño le abraza las piernas. Ella le hunde las manos en los rizos.
Un desfiladero de paredes blanquísimas y sin cielo nos coloca en el portón de nuestra villa. Todo en ruinas. Al viento no lo amansan los vidrios. Una bomba se zambulló en la piscina. Puertas acostadas. Ventanas arrancadas. Entro al cadáver de mi casa: miro los restos empolvados del sillón verde. Almohadones que estallaron en un júbilo de plumas de ganso. Bajo la mirada. Las manos del sol acarician el piso de madera. Por debajo del otro sillón avanzan pequeñas volutas de ceniza. Girolamo llora de hambre. Comienza a nevar. La fiebre lo asalta y a la madrugada me abandona. Alienación. La vida me hace bajar la mirada. Cavo la pequeña fosa debajo de un Sakura. Lo beso por última vez.

DISCURSO FRENTE A UNA MULTITUD QUE ESTÁ A PUNTO DE MORIR

Escritores Creativos "Jardín de ideas" 2017

LOS QUE NO QUERÍAN MORIR.
Cristina Bossio
Las criaturas de la noche se agitaban, preparándose para atacar o ser  atacadas. Estos seres salvajes se criaban allí en las sombras.
Los dedos huesudos buscaban a los soldados que custodiaban las galerías formando un laberinto interminable. Desde las trincheras se defendían vigilando los posibles movimientos del enemigo.

Por momentos estaba todo tranquilo. La batalla no había comenzado aún. Ellos se preparaban para lo peor, no querían morir, pero en un instante todo podía cambiar. La idea de la muerte les rondaba por la cabeza.

Uno de ellos se despedía por carta de su familia. La batalla es inminente, les decía. En éstos difíciles momentos sólo pienso en ustedes, espero que estén a salvo y que recuerden lo mejor de mí, como hijo, hermano y esposo. Cuiden a mi familia y manténganse alejados del peligro.

No dió tiempo a nada. El líquido letal se desparramó rápidamente por toda la superficie. Todo se inundó dejando un tendal de bajas. En ésta batalla química, se podían contar los cadáveres que habían caído, por docenas y ahora yacían absolutamente muertos adheridos al peine de metal.

DISCURSO FRENTE A UNA MULTITUD QUE ESTÁ A PUNTO DE MORIR

Escritores Creativos  "Jardín de ideas" 2017

Águeda Gondolveu
Les pido silencio. Debo aprovechar esta multitud que se ha reunido para luchar por el cuidado del medio ambiente, para comunicarles algo que les sorprenderá. No es una buena noticia.
Lamento decirles que ya es muy tarde, que hemos dejado que se contaminen nuestros  ríos, hemos tallado grandes extensiones selváticas, inundado de plaguicidas nuestros sembrados, lanzado al espacio misiles para explorar planetas desconocidos cuando aún no hemos investigado a fondo el nuestro.
Hemos incorporado sustancias peligrosas para conservar nuestros alimentos, en fin, hemos hecho todo lo posible para destruir nuestro habitat.
Ya no hay nada que hacer.
De acuerdo a una infiltración en el seno de una de las grandes potencias, dominadoras del mundo, he sabido que se ha concertado el lanzamiento de algo peor que lo de Hiroshima, que lo de Nagasaki, infinitamente mayor que lo que provocó el desastre de Chernobyl.
Mi pesar al decir ésto es igual o peor al de todos ustedes. Son las 10.45, a las 11 en punto, todo explotará!
No tenemos tiempo ni siquiera de abrazar a quienes queremos. El mundo estallará en mil pedazos. Que Dios, si creemos en él, se apiade de nuestras almas.

miércoles, 1 de marzo de 2017

LA RATONERA

 Escritores Creativos "Jardín de ideas" 2016

AL MAR

Fue un domingo, un encuentro casual, seis meses después de lo acontecido. Él la invitó a tomar un café en un barcito a pocos pasos del encuentro. Dentro solo se encontraban parroquianos. Dos de ellos en una mesa compartían una escueta colilla, mientras cambiaban opiniones con un grupo sentado en una mesa distante. Ella se sintió algo incómoda. Al despedirse se pasaron mutuamente sus números telefónicos. Al paso de los días, ella no lograba dejar de sentir algo no muy bien definido por esa persona. Siempre le había parecido no muy agraciado, con el caballete de la nariz completamente desviado a raíz de un golpe atestado en pleno rostro por el hermano menor siendo niños. Fue cuando jugaban a los piratas en la bañera que había dejado el conserje en el sótano del edificio donde había un desagradable tufillo. Era agradable, poco divertido, pero respetuoso.
Al quinto día no dudó en llamarlo y siguieron viéndose. Era ella la que marcaba el lugar de encuentro dado el mal gusto de él. Así pasaron treinta años y entre aciertos y desaciertos formaron a dos hijos.
Los muchachos ya se habían separado del grupo familiar, haciendo vida propia.
Cuando vieron alejarse al menor por la ventana de la fachada que daba al este, las sombras del atardecer se filtraron a través del follaje y la casa pareció de pronto vacía y silenciosa. Treinta años forman un cambio en la totalidad de las personas, ya sea física o emocionalmente.
Ella había dejado aquellos bonitos deshabillés y él había formado una notoria panza que no hacía esfuerzo alguno por ocultar.  Por las noches, ella se sentaba invariablemente frente al espejo y se encremaba el rostro.
Él entró al dormitorio.
            -¡Hola cariño! –le sonrió ella con expresión aniñada. -¿Qué te parece mi pelo?, he dejado que Nina probara algo diferente. ¡Espero que no me haya dejado como rubia de burdel! –y sacudió la cabeza juguetona, riendo con estruendo.
Él se tiró en la cama y pensó que en realidad había tenido una bonita cabellera pero estaba cansado de tener que admirarla todo el tiempo.
            -¡Está bien! –dijo, sin ocultar su irritación.
El sonido del teléfono fue estridente, él salió corriendo. A su regreso, ella le preguntó de quién se trataba. Él le contestó a secas que era de la Empresa. Ella le había conseguido ese trabajo. Durante todos estos años habían compartido el día en la oficina y las noches en su casa.
Con una vocecilla aniñada empezó a discurrir todos los asuntos pendientes en el Staff y cómo se tendrían que solucionar: lo que pertenecía al expediente del quince del mes y la solución perfecta a la carpeta del matrimonio que desechaba la solución de fase X.
Él desechaba no pensar en la oficina pero era incapaz de parar aquel parloteo incontrolable. Ella en cierto momento fue consciente del silencio de su esposo y preguntó:
            -Te noto algo callado, ¿pasa algo?
Él estaba rojo de ira y para colmo ella se le acercó y le tomó la cara entre las manos diciendo:
            -¡Dame un beso en la mejilla cariño!
Él le sujetó las muñecas, quería estrangularla. Ella había podido detenerlo, pero no lo intentó. El tiempo estaba cambiando. El sol de la mañana había dado paso a las nubes, fiel refugio de los estados de ánimo.