Debemos tener en cuenta que se dieron 10 minutos para elaborar el tema.
Ejercicio Hay alguien
en mi cama
En esta situación el personaje es sordo.
Después de tantos encuentros
y que no ocurriera nada, esta vez podía decir: ¡Hay alguien en mi cama!
Era triste no poder
escuchar, claro que lo era, pero la música que ponían sus besos y sus caricias
al resbalar por mi cuerpo, eran como una tibia lluvia de verano.
Le pedí que pusiera un
pañuelo cubriendo mis ojos. Ahora, además de mi falta de audición, también me
faltaría la posibilidad de ver.
Sentí que algo muy frío se
escurría por mi vientre y dibujaba mis relieves, derritiéndose, a la vez que
algo tibio viajaba por mi cuerpo, bebiendo lo que se fundía. Me vi urgida de
quitarme el pañuelo pero no quería perder la oportunidad de jugar con mi
sordera.
Exclamé un grito que no pude
contener, por supuesto que nunca sabré como se sentía. Él me quitó el pañuelo y
pude ver su cara de asombro.
Me habló con las manos y me
dijo: - ¿Ese fue tu orgasmo?
No –le dije- me pellizcaste
un pezón.
Patricia Bertacchi.
Ejercicio Hay alguien
en mi cama
En esta situación el personaje es un gato.
Me di cuenta que había llegado la tía Eulalia, pues
solamente ella podría ser la causante de tantos sinsabores.
Yo, como gato de la casa, siempre estuve acostumbrado a
dormir mi siesta en la cama de mis patrones.
Justo de 14 a 16 horas, el sol suele entrar por el gran
ventanal y se queda adormecido
sobre la colcha del dormitorio. Yo me suelo acurrucar
plácido al calor y quedar dormido, casi petrificado, luego del radioteatro.
Debería decir solía quedarme... pues esta podrida de Eulalia
no tuvo mejor idea que la de venir de visita con su perro "Fausto"
que no solamente me odia sino que, conoce mis horarios.
Eran las 13 horas. mas o menos cuando "Fausto"
tomó posesión de mi lecho y por supuesto, hizo cambiar mis planes abruptamente.
¡ Maldita la tía Eulalia !
¡ Maldito el perro Fausto !
¡ Maldita la siesta perdida !
¡ Malditos los que odian la Paz de los gatos !
José David.