REENCUENTRO
Estoy sentado a la mesa.
esperando.
A mi lado, el viejo reloj
tiene las horas tajeadas.
Su voz enlatada me avisará
puntualmente,
cuando lleguen las seis y media de la tarde.
He convocado a los sentimientos,
a las palabras,
a los viejos y nuevos compañeros;
y el aroma a café vendrá puntual
como testigo del ritual mágico.
Mi alma espera en silencio
como paloma ya seca,
barriga inflada de ronroneos,
asomada al pretil
de un otoño
tímido.
Al compás del reloj,
con una rama seca,
revuelvo
mis cenizas sobre la arena.
Algunas ya fueron llevadas por el viento y vagan...
hasta que el silencio agreste queda roto y lleno de presencias.
Mi mente espera abrirse
bajo esta bóveda celeste
que no sabe de horizontes.
Hoy celebro con alegría,
la hora del reencuento.
José David
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