1. Graciela
Él sabía que lo sabía todo, pero no
estaba dispuesto a que los demás lo supieran. Mantenía su fachada de espanta
pájaros bobo, lánguido, fofo, los ojos enormes para asustar a los pájaros que
jamás lo respetaron y entre los cuales tenía varios amigos. Pero recordaba, lo
recordaba todo, sobre ésa granja y su secreto…
2.
Gabriela
Los
primeros años habían sido hermosos, cada jornada contaba las horas oscuras, a
veces frías, a veces húmedas, hasta que sentía la tibieza de las primeras luces
anunciar la inminente llegada de los niños. Los tres salían corriendo de la
casa y se dirigían felices hacia él. Lo saludaban, formaban rondas a su
alrededor, arreglaban sus ropas, generalmente fuera de lugar, debido al viento
que comúnmente soplaba temprano. Y le contaban sus cosas."Piti" lo
habían bautizado. Y él también era feliz , oyendo sus conversaciones y
participando, desde su quietud, de sus juegos.
3.
María
El
día llegó. Tener recuerdos y saberlo todo no fue el único propósito de su
creación. Tampoco lo era entretener a los niños y mucho menos, espantar a los
pájaros. Los recuerdos empezaron a crecer, a apoderarse y a borrar las otras
sensaciones. Eran como levadura en un pan, fermentando en un recipiente
demasiado pequeño. El saberlo todo empujaba hacia afuera, ordenando los
recuerdos, entendiéndolos y
agrandándolos. Las lucecitas de una intención prevista y anticipada a su total entendimiento fueron encendiéndose
de a una en su interior. Era el nacimiento del impulso de la flecha tensa,
prieta en el puño, apenas rozando el arco.
4.
Janet
Ese
nacimiento oculto en su interior, en ese nuevo ser, le daba fuerza, coraje para
llevar adelante el designio que se le había profetizado. Cuando la noche ciega
se cerrara sobre todos, el descendería de su estandarte, tomaría el rumbo de
los maizales y perpetuaría el cometido asignado a todos los miembros de la
chacra. Había llegado el momento esperado por aquellas generaciones de
resignados espantapájaros.
¡No
más!
5.Virginia
Sin
manos había sembrado esa flecha como rumbo en la consciencia de los niños. Sin
voz les había contado que para los imperturbables cielo y tierra todos somos lo
mismo.
Sin
pies los condujo por el fuelle único en el cual se produce la acción y fue allí
donde coloco su designio.
Plateó
el sendero la luna guiando a los nietos de carne a su cruz.
Al
llegar bajaron su cuerpo con arrullo y al posarlo en el suelo escucharon su
último aliento invadirlo todo. Así di aviso de chacra en chacra al resto de los
resignados.
La
hoguera la encendió el sol y ardimos las almas nobles en uno con nuestros
cuerpos todos nosotros espantapájaros en busca de un nuevo destino
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