(...) Esa noche antes de dormir vi en la pared una escalerita de luces que eran reflejo de las persianas...(...)
Integrante de Escritores Creativos Castillo Pittamiglio 2016
LA ESCALERA
Diego
Prestinari
Luego
de una rutinaria jornada laboral, llegué a mi casa. El dolor en el brazo
derecho no se había ido, seguramente necesitaba descansar, pensé. Al rato preparé
una cena y me duché. Luego me acosté para descansar esperando que el dolor que
me aquejó durante todo el día desapareciera. Esa noche antes de dormir vi en la
pared una escalerita de luces que eran reflejo de las persianas. Cerré los ojos
y me dirigí hacia ella.
Paso
a paso, escalón por escalón fui subiendo por la misma de forma muy serena.
Atravesé un camino lleno de luz, con agradable perfume a flores frescas. Me
detuve frente a un enorme portón de hierro de color blanco. Enseguida dos
jóvenes aladas, una rubia y otra morocha, me dieron la bienvenida. Cortaron el
silencio absoluto que reinaba cuando abrieron el portón y me invitaron a pasar,
sabían mi nombre. El sueño era muy agradable, me sentía muy liviano, tranquilo,
descansado. El dolor en el brazo había desaparecido.
Seguí
a las jóvenes por un sendero de verde gramilla con florecidos arbustos a sus lados.
Había enormes jardines, miles y miles de
personas que caminaban serenos, pero su presencia no limitaba en nada el
accionar de las demás. Había espacio para todos. Centenares de alegres
pajaritos me distrajeron, su trinar era música para mis oídos.
El cielo era de
color celeste intenso y los rayos del sol calentaban el ambiente en el punto
justo. Las nubes blancas como el algodón, dibujaban hermosas figuras sobre el
fondo. A la distancia observé un bosque arbolado, dónde se cruzaban diversos
animales. Los frutos de los árboles estaban en plena maduración. Al final del
bosque, admiré pintorescas cañadas que atravesaban la verde vegetación. Me
aproximé y tentado bebí del agua cristalina, rica, pura, vigorosa. Pasando una
zona de cascadas y rocas, noté la presencia de una escalera que descendía y se
perdía entre las nubes.
Una amable persona me dijo que por esa escalera subían
los que provenían del purgatorio. La paz confluía en todo el espacio celestial,
el aire era puro y los colores intensos. Todo estaba lleno de vida y en
plenitud.
Complacido
con el sueño, decidí volver a la vida real. Intenté abrir los ojos para
despertarme, pero ya los tenía abiertos. Fui corriendo al encuentro de una de
las jóvenes y le pregunté por la escalera y el portón por el cual accedí y me
confirmó que eran de ingreso, pero no de salida.
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