Ejercicio Rashomón en el Castillo
Pittamiglio
Thelma: Diego
Jardinero: Carmen
Robles: Leo
Mujer de Frattini: Karin
Comisario: Jorge
Mozo: Graciela
SE REALIZA EL EJERCICIO RASHOMÓN, BASADO EN ESTE CASO EN EL CUENTO DE DIEGO PRESTINARI, TITULADO: THELMA.
-¿Thelma?- pregunté para asegurarme
que era ella.
-Sí señor, ¿qué se le ofrece? -me
respondió con la mirada por encima de los lentes.
- Soy el comisario Aurelio,
¿recuerda que quedamos en encontrarnos?
-Ah, sí, disculpe comisario, pase
por favor…sucede que estaba escribiendo y no recordé la hora que habíamos
coordinado.
Ingresé al apartamento y pude
observar varios objetos interesantes. Sobre una pared de color celeste se
encontraban cuadros con marco dorado de hermosos paisajes, sobre otra pared
varios platos colgados que eran iluminados por los rayos de sol que se colaban
por la ventana.
Apoyados en una mesa de roble con
patas torneadas en el centro del comedor, descansaban una decena de libros
desparramados, la mayoría de ellos de Agatha Christie, con algunas puntas de
hojas dobladas dando la señal de que estaban siendo consultados. A su costado
reposaba un ovillo de lana multicolor y dos agujas. Una anticuada araña que
colgaba sobre la mesa completaba la escena del comedor.
De acuerdo a sus adornos pude
comprobar que Thelma había viajado por Africa y por Medio Oriente. Jirafas de
madera se mezclaban con cofres metálicos y pequeñas pirámides en piedra
llenaban una mesa ratona en el living. Por la ventana que permanecía abierta,
ingresaba el ruido de los vehículos que transitaban por la avenida y el aroma
de la menta que tenía en pequeñas macetas ubicadas en su balcón. Al girar para
tomar asiento, pude observar la presencia de una computadora en su dormitorio.
-¿Quiere una taza de té comisario?
-preguntó Thelma.
- Si, muchas gracias -respondí
enseguida, complacido porque me llamara comisario, pese a que dejé mis
funciones hace más de doce años.
Lentamente, Thelma regresó de
la cocina con una bandeja portando dos tazas de té.
-Bueno comisario, usted dirá porque
quería verme -dijo Thelma.
-Le pedí encontrarnos para
conversar sobre el caso del asesinato de Robles en la fiesta de Frattini en
Carrasco, ¿recuerda el caso?
-Por supuesto que lo recuerdo,
¿cómo olvidarlo? -respondió Thelma.
Thelma tenía más de 80 años, vivía
sola y sus horas transcurrían entre novelas y tejidos. Sus movimientos eran
lentos pero seguros, a sabiendas de su edad tenía precaución en todo. A pesar
de los veinte grados de temperatura, vestía saco de lana abrigado.
-El otro día estuve revisando y
ordenando documentos que tenía de varios casos, y me encontré con una copia de su
declaración, que fue determinante para aclarar el caso- indiqué para entrar ya
en el tema.
-Me alegro que haya conservado
copia de ese documento comisario, quedé muy agradecida de la confianza que
había depositado en mis suposiciones.
-Desde el primer momento vimos que su
coartada contaba con firmeza.
-Si es así. Le cuento…- indicó
Thelma acomodándose sobre el sillón. A la familia Frattini la conocía hacía
muchos años. Mi familia tenía una casa en la playa, y ellos eran nuestros
vecinos. Compartimos varios veranos. Es por eso que el señor Frattini me invitó
a la fiesta la fatídica noche del asesinato del señor Robles. Fue una gran
fiesta con cientos de invitados.
Me llamó la atención que festejara
los veintitrés años de una de sus empresas, no era una fecha redonda como para
celebrar, pero bueno, cada uno festeja cuando quiere, pensé en ese momento. A
su vez, yo sabía de la relación comercial que mantenía Frattini con la víctima
el Sr. Robles. Ambos eran empresarios del rubro farmacéutico, eran propietarios
de laboratorios, pero a diferente escala, los negocios de Frattini
significativamente eran de mayor magnitud.
-¿Y cómo supo que Frattini fue el
asesino? Recuerdo que al enterarse del fallecimiento de Robles usted se dirigió
al otro día a la comisaría a presentar la denuncia.
-Frattini era viudo. Se casó muy
joven con una hermosa mujer, hija de un magnate del rubro farmacéutico de esa
época. La muerte de su mujer fue muy extraña, dicen que fue debido a una
sobredosis de medicamentos, pero siempre levantó sospechas.
Dicen que al momento de la autopsia
Frattini estuvo siempre muy presente en todas las instancias. Al año se casó
con su actual mujer, también muy bonita. Frattini obtuvo la parte económica de
su ex mujer. A su vez, Robles era socio en algunos negocios con el magnate ex
suegro de Frattini, por lo que Robles podía estar en conocimiento de la extraña
muerte. La relación Frattini-Robles siempre fue muy particular, recuerdo que en
alguna oportunidad fue de visita a la casa de la playa y se retiró con un
portafolio que le entregó Frattini. Me llamó la atención, era costumbre no
tratar de negocios cuando estaban de vacaciones.
-Prosiga Thelma por favor- dije ya
recordando todos los datos, pero estas declaraciones me hacían sentir que
estaba de nuevo en actividad.
-Siempre sospeché que el Sr. Robles
sabía algo acerca de la muerte de la primera mujer de Frattini. Durante la
fiesta, Frattini permaneció observándolo, cuidando en qué ronda de
conversaciones se mezclaba. Las bebidas alcohólicas iban y venían sobre las
bandejas de los mozos, se imagina que en una fiesta de ese nivel, las mismas
abundaban en cantidad y variedad.
El Sr. Robles falleció a eso de las
tres de la madrugada. Al caer sobre los faroles del jardín. El primero en
auxiliarlo fue un vigilante privado de Frattini. Observé que le colocó una
pequeña caja en el bolsillo derecho de su saco, que finalmente se supo que era
un remedio para la hipertensión. Es así que la policía, al encontrar ese
remedio en el saco de la víctima, sospechó que olvidó ingerirlas y que el
alcohol que bebió fue el desencadenante de su muerte. Pude observar también,
que los testigos eran personas de mucha confianza de Frattini.
-Cierto, recuerdo que todos los
testigos nos informaron que el Sr. Robles bebió mucho y mezcló tragos exóticos
con whisky. Además Robles no tenía familia cercana que pudiera indicarnos que
no sufría de hipertensión, y su historia clínica no aportaba nada concreto. Al
estar relacionado con temas farmacéuticos, las consultas de índole médico, que
eran muy esporádicas, las concretaba con doctores de su confianza, sin quedar
registros de los estudios.
-Si bien bebió bastante, la muerte
se produjo por el veneno que le colocaron en las bebidas, que aparte le hizo
efecto más rápido de lo que Frattini tenía previsto. Fue el mismo tipo y en la
misma dosis que Frattini, mezclándolo con los medicamentos que tenía recetados,
utilizó para asesinar a su primera esposa, pero claro, Robles tenía cuarenta
años más. Frattini pensaba que le hiciera efecto al otro día, no en la gala.
-¡Qué atenta que estuvo en todos
los detalles!- exclamé para que continuara con su relato.
-Pese a las investigaciones
privadas que contrató el padre de la occisa, las influencias de Frattini
hicieron que se demoraran. Inmediatamente Frattini tomó más poder que su ex
suegro, que quedó muy afectado por la muerte de su joven hija, enfermó de
cáncer y por recomendaciones médicas debido a su avanzada edad, había dejado el
tema de las investigaciones en segundo plano.
-Pero gracias a su declaración
pudimos aclarar los dos asesinatos al mismo tiempo- acoté.
-Bueno, cuando me invitan a ese
tipo de fiestas, me mantengo observando todos los detalles y no perdiendo el
tiempo en estúpidas charlas de apariencias y mentiras. Aparte, me quedó grabado
en mi memoria el portafolio que retiró Robles aquel verano, estaba casi segura
que era dinero para que no dijera nada.
Pero claro, llegó un momento que
Frattini se cansó de callar al Sr. Robles con dinero, entonces organizó esa
fiesta con el fin de envenenarlo en un ambiente con mucha gente, haciendo creer
a todos que su muerte se produjo por el exceso de alcohol en una persona
hipertensa.
Transcurrieron dos horas y media de
charla. Quedé reconfortado en rememorar mis viejos tiempos de comisario. Lo
necesitaba para mi autoestima. Noté también que era hora de retirarme.
La saludé afectuosamente y le
agradecí la charla. Al retirarme, Thelma se fue a su dormitorio, encendió la
computadora y comenzó a escribir. A las horas, al finalizar la novela de
misterio que estaba escribiendo, incluye al pie de la última página su
seudónimo: Miss Marple
RASHOMÓN EN LA MAÑANA DEL 8 DE
DICIEMBRE
FRATTINI:
Sonó la alarma del celular en la
mesa de luz. La apagué diciendo, -¡Estoy despierto!- Miré a mi mujer por encima
del hombro, dormía como una muñeca de cera a mi lado, ojos y oídos tapados y
una máscara de silicona azul. Levanté la sábana que apenas ocultaba su sexo y
pensé en poseerla, en recuerdo de las tórridas mañanas de diciembre de hacía
algunos años. Volví a mirarla ya de pie y desistí de mis libidinosos
pensamientos.
Hoy era el día. Me di una ducha y
caminé por la habitación, en ropa interior, mirando por las hendijas de la cortina; el
día se presentaba luminoso, un hermoso día de diciembre.
Ocho de diciembre, día en que mi
socio y chantajista abusivo va a morir, pensé. Me sentía con ánimos, al fin me
libraría de ese gusano de Robles. Si todo salía como había planeado y el hilo
no se cortaba por ningún lado esta noche Robles reventaría de alcohol y veneno.
El veneno no se puede detectar luego de algunas horas, cuento con eso y con qué
Robles muera en su casa o en alguna cama de alguna casa.
Hice un repaso de la actividad
de Robles en la empresa. Siempre fue un verdadero chantajista, desde que se
enteró de la muerte de mi primera esposa. Él sabía, siendo farmacéutico, que en
la droguería había existencias de venenos que no son detectados ni por el
laboratorista más exigente. Él sabía que mi esposa tenía gran parte de la
empresa, sabía además que yo me había casado sin estar enamorado, que había
sido un arreglo de ambas partes y que mi vida con ella era un martirio. Por eso
cuando murió “por causas naturales” la sospecha se transformó en chantaje, pero
hasta aquí y hasta hoy llega Robles…
Bajé como estaba a la cocina, me gusta
caminar en ropa interior, me hace sentir poderoso. El desayuno estaba servido como
siempre. Todos saben de mi costumbre, de mi desnudez y por ese motivo a esa
hora, nadie se presenta por esta zona, está prohibida, por lo menos a esta hora
de la mañana.
Luego de desayunar y ponerme ropa
cómoda, revisé la lista de invitados. Tenía que estar todo perfecto, la fiesta
no debía despertar sospechas, por ese motivo, los invitados eran de todos los
ámbitos: desde empleados, hasta magnates, desde amigos hasta modelos. Recordé
que tenía que llamar a Thelma, mi vecina chusma que todo lo sabe y se mete en
todo, repetí arrastrando las palabras. Tomé el teléfono y marqué, eran
alrededor de las ocho y media. Hablé con ella y le recordé la reunión de la
noche, corté y salí al patio, ya algunas personas estaban organizando tareas.
El calor se hacía sentir a esa hora, era un hermoso día.
Vi de lejos al jardinero, nos
saludamos con un gesto. Cuento con que todos saben lo que tienen que hacer. La
recompensa por una muerte es grande viniendo de mí y si bien no se si alcanza
para tapar la boca de todos, por lo menos los tengo bajo control.
Subí al coche y me dirigí hacia el
club, sabía que mi mujer se encargaría de los detalles de la fiesta.
THELMA:
Apagué el despertador antes que
comenzara a sonar. Ya de vieja siempre le ganaba. Lo miré con el orgullo de una
vencedora para asegurarme que eran las siete y media. Me dirigí a la cocina
para prepararme el desayuno. Esperándome estaba sobre la mesada mi
electrodoméstico preferido: la tostadora. El café perfumaba el ambiente de la
cocina, mientras la manteca se derretía sobre las tostadas, que descansaban
sobre una bandeja de melanina.
Una vez cumplida la rutina del
desayuno, era hora de informarse. Antes abrí las ventanas y una oleada de aire
fresco y limpio acarició mi rostro. Pude comprobar que el día se presentaba muy
luminoso. Los árboles sobre la avenida estaban vestidos de gala con sus hojas
verdes, las golondrinas parecían competir carreras y sobre las veredas, los
madrugadores trabajadores se aprestaban a una jornada laboral alocada, como
eran todos los ocho de diciembre, se acercaba fin de año, pero como siempre,
parecía que se acercaba el fin del mundo. Prendí la televisión y la temperatura
ya marcaba 22ºC.
Transcurrió una hora
aproximadamente, y el timbre del teléfono alteró la tranquila mañana.
-¿Hola, quién es?- pregunté.
-Buen día, ¿Thelma?- respondió una
voz masculina.
-Si es así.
-Habla Frattini, ¿cómo está señora?
-Buen día señor Frattini, es un
gusto escucharlo, me encuentro bien gracias a Dios. Dígame por favor el motivo
de su llamado.
-Thelma, la llamé para confirmar su
presencia en la fiesta de la noche de hoy que organicé con motivo de los
veintitrés años de mi empresa. Disculpe la molestia, pero mi secretaria se
ocupa de confirmar a los clientes, y yo personalmente de mis conocidos y
familiares.
-Ah, sí recuerdo que la semana
pasada me llegó por correo la invitación. Ha sido muy amable en invitarme. Por
supuesto que le confirmo mi presencia, me disculpo por no haberlo hecho antes.
Hoy de noche nos veremos- indiqué observando la invitación, fijándome que no me
surgieran dudas de la dirección y horario. Me parecía extraño hacer una fiesta
por los veintitrés años de una empresa, siempre se festejan los veinte años,
los veinticinco, en fin, cada uno festeja cuando quiere concluí.
Una vez que colgué el teléfono, ya
tenía definido el vestido a lucir. También que iba ser necesaria una siesta
para llegar con ánimo a la noche. Recordé los veranos que pasé en la casa de la
playa. Tenía como vecino a Frattini y a su agradable familia. Me imaginé que
sería una gran fiesta, ya que Frattini tenía muchos contactos en el ámbito
empresarial farmacéutico y de laboratorios, y no era de escatimar en gastos.
Desde que lo conocía era una persona muy vinculada y atenta. Había sufrido la
muerte de su primera mujer, hija del empresario más importante del rubro farmacéutico
en ese entonces. Al año se casó con su actual mujer y madre de sus hijos. Con
parte del dinero que obtuvo por el fallecimiento de su ex mujer, realizaron
varios viajes al Caribe, agrandaron la casa de la playa y tuvieron un despegue
importante en la faz económica. Pensé que seguramente iba haber muchos
invitados, que estarían presentes los hijos de Frattini y que no me van a
recordar, ya tendrían casi dieciocho años. Estaban en la edad que iban a
repeler mi saludo, pensarán “quien será esta vieja”.
Estaba segura que me iba a
divertir, iba a observar esas rondas de hombres de cuello duro contando sus
anécdotas, multiplicadas por diez, sus extensos viajes programados y sus
hazañas deportivas. Tenía pensado contar las mujeres con cirugía, estaba
convencida que iban a ser más de la mitad.
Recordé que seguramente iba a
concurrir también aquel socio del ex suegro de Frattini, que todos los veranos
se reunían en la casa de la playa. Siempre me llamó la atención que esa persona
llegaba de visita sin nada, y luego de reunirse en el escritorio con Frattini,
se retiraba con un portafolio. Era de orden de Frattini no dedicarse a sus
negocios cuando estaba descansando en familia, pero con esa persona era la
excepción. Me acordé del nombre de esa
persona, el señor Robles.
Me levanté muy temprano, había
mucho que hacer. Controlar que cada uno de los encargados del orden y la
limpieza estuviera haciendo las cosas como se debe y sobre todo supervisar que
el bouquet de flores fuera tal como lo había encargado.
Además en estas ocasiones en las que
vienen tantas personas, algunas, son para mí desconocidas, suelo guardar los
objetos de valor, ya que en alguna oportunidad ha desaparecido una estatuilla.
Tengo una colección de estatuillas de piedra que he comprado en distintas
partes del mundo. Más allá del valor monetario son recuerdos de los muchos
viajes que hemos hecho.
En los años que llevamos casados,
mi esposo y yo hemos viajado por muchos lugares. Algunos de estos viajes han
sido de placer, en otras ocasiones suelo acompañarlo en sus viajes de negocios.
Yo no me ocupo de nada relacionado con las empresas y la verdad no me interesa
en absoluto involucrarme, pero de todas formas vamos juntos. Mientras él se
reúne con sus clientes yo recorro las ciudades o voy de compras. Claro que en
el último año fuimos a destinos un poco complicados y no pude moverme con
libertad. No obstante los hoteles de lujo ofrecen mucho que hacer.
En la mañana desayuné muy bien, ya
que no habría mucho tiempo para el almuerzo, además quiero verme linda. Al fin
y al cabo, soy la anfitriona. A las 14:00 hrs. me espera mi masajista, el
masaje de los sábados es sagrado. Mucho más antes de un evento como este que me
tiene muy tensa desde hacía varios días. Las manos de Sandra hacen milagros
sobre mi cuerpo, me relajan y me hacen lucir distendida. El tratamiento se
completa con piedras calientes y masaje facial previa mascarilla relajante.
Durante ese momento dejo libres a mis sentidos. El aroma de los aceites esenciales
y la música suave me llevan a un estado de relax total, me olvido del entorno,
de la rutina y de los problemas. En los últimos meses el relacionamiento con mi
esposo no ha sido el mejor. Está muy ocupado, preocupado y nervioso. No me
presta casi atención.
A veces siento temor que pueda
dejarme. Yo hace muchos años no trabajo y sería una desgracia tener que volver
a hacerlo. Cuando conocí a mi esposo era una muchacha humilde, él me enseñó
todo lo que debía saber para moverme dentro de su entorno social y a mi edad y
con dos chicos difícilmente pudiera encontrar otro buen partido.
Dos horas después del masaje
llegaba mi estilista; apenas si tuve tiempo de darme una ducha. Habíamos
acordado que llevaría el cabello semi-recogido con bucles en las puntas. El
maquillaje sería con colores claros, que irían muy bien con el vestido color
melón que había sido confeccionado especialmente para esta fiesta.
A las 20:30hs. Debe estar todo
listo, perfecto, para comenzar a recibir a los invitados.
Me gustan las fiestas en
especial si puedo ser protagonista, no obstante no niego que es un alivio
cuando todo termina, me acuesto a dormir y pido que nadie me moleste hasta la
hora del almuerzo.
EL
JARDINERO:
Me levanté a eso de las 8, 8:30hs de la
mañana, y llegué a la mansión del Sr Frattini alrededor de las 10hs, me lo
crucé, y nos saludamos de lejos.
Enseguida fui al fondo de la
mansión para ver qué faltaba, luego de la intensa semana preparando el jardín
para la fiesta. Tuve que colocar los maceteros que hicieron traer de México;
podar algunos árboles, y obviamente cortar el césped; esa mañana me quedaban
los retoques y detalles; como una novia, me decía mi padre, también jardinero.
Mi padre trabajó con la familia hasta hace unos cinco años, que enfermó, y me
dejó el trabajo; bueno, con el consentimiento de la familia; ellos me tienen
mucha confianza, desde chiquito lo conozco; y a este jardín, como la palma de
mi mano….
La mañana fue intensa,
agotadora.
Poco antes del mediodía
empezaron a llegar las mesas y sillas de alquiler, más tarde las flores.
Como yo sé muy bien el gusto de
la señora, que es la que decide los detalles, me encargaron a mí acomodar las
mesas, y distribuir las sillas; de las flores se ocupó ella.
Pero claro, para descargar y
acomodar las mesas y sillas me ayudaron los empleados de la mansión, y como
siempre, me pidieron alguien de extrema confianza para esta celebración; le
pedí a mi cuñado, el esposo de mi hermana, que es mozo. Cayetano Aguilar. Tiene
oficio. Además es como mi hermano.
Les indiqué dónde ubicarlas y
fui hasta la piscina; le saqué la lona, la aspiré y quité las hojitas de la
superficie; luego, la gran novedad, las luces led!! Funcionaban a la
perfección….
Me habían encomendado cuidar de
la piscina durante la fiesta; siempre hay alguno que pasado de copas se pasea
por el jardín, pretende refrescarse, y
para prevenir un accidente, ahí estaría yo….
Creo que terminé a eso de la
una de la tarde; una mañana típica de diciembre….la señora de Frattini ya se
había ido, sin antes recorrer el salón y el jardín; todo estaba como ella había
dispuesto. Por su expresión, le diré que quedó maravillada.
Me gusta complacerlos, y que
queden satisfechos con mi trabajo; lo que soy se los debo a ellos, y a mi
padre, claro.
A eso de las tres me fui un
rato a descansar.