Escritores Creativos Palacio Salvo 2017
ACTIVIDAD:
Trabajamos con emociones.
Relatos cortos que provoquen: ira, asco, amor,
odio, venganza.
Lilián Rapela
Amanecía.
Claudia se levantó feliz, se vistió, se maquilló y finalmente se miró al espejo
y sintió que estaba bonita. Era el día de su casamiento y en pocos minutos más,
Marcos su novio, la pasaría a buscar para ir al Registro Civil. Estaba feliz,
emocionada, la vida le sonreía.
Llegó
Marcos en un remise y partieron rumbo a la calle Sarandí. Los familiares y
amigos los esperaban y todo discurrió maravillosamente. La novia estaba tan
feliz que ni siquiera le molestaba el arroz entre la ropa que le habían tirado
a la salida.
Llegaron
a la casa del novio, donde se desarrollaría un almuerzo íntimo ya que por la
noche habría una recepción.
Cuando
Claudia y Marcos entraron a la casa quedaron impactados al ver a la hermana de
él. Se había cambiado de ropa y su aspecto era deplorable: el pelo suelto, un
vestido viejo muy descolorido y descalza.
El hermano se acercó y le preguntó bajito: ¿Qué te pasa, porqué estás
así vestida? Ella, cuatro años mayor que
él y soltera, le respondió: Te casaste, ¿no? Estás feliz, ¿no? Bueno, acá está
todo pronto, así que ¡no molestes!
-
Te vas a sentar a la
mesa con esa facha? Le dijo Marcos- ya algo molesto.
No le contestó, dio la media vuelta y se dirigió a
la cocina.
Las familias de ambas partes estaban sentadas a la
mesa. Todo había sido preparado primorosamente por la mamá de Marcos, que de
vez en cuando le hablaba bajito a su hija.
Se acercaba el momento de los postres y el brindis,
cuando Graciela, la hermana, comenzó a mirar fijamente a Marcos. Su rostro
denotaba una furia contenida y se ponía más rojo.
Marcos le preguntó: -Gra estás bien?
Ella responde fuera de control: ¿Y tú estás bien? ¿Estás
feliz que te casaste con ésta? ¿Estás feliz que te casaste antes que yo? La voz
subía y subía. Las familias trataron de serenarla.
- ¡Déjenme! –gritó como si fuera un alarido -yo
estaba de novia con Pablo pero no te gustaba, hiciste lo posible para echarlo y
¡lo lograste! ¡Y aún no me he casado! ¡Te maldigo a vos y a tu mujer!
Todos querían que se calmara. Claudia lloraba
bajito.
-Hermana –dijo Marcos- no era una buena persona, te
iba a destrozar la vida.
-
La vida me la
destrozaste tú y este es mi regalo –agarró el mantel y lo arrastró. Caían
copas, platos, cubiertos, hasta que la contuvieron.
-
Llamen a un médico!
–dijo alguien.
Ahora quedaba saber cómo iban a llegar a la noche
para la recepción y lo que era aún peor, como iban a afrontar los vínculos familiares con este lastre.
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