Responsable: Mónica Marchesky
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viernes, 27 de noviembre de 2015
TAREA CUMPLIDA
Entre los tres Talleres de Escritores Creativos
2015, se han presentado
en 7 meses:
145 textos de cuentos
3 juegos colectivos
5 juegos electrónicos
2 guiones de cortometraje
1 artículo.
Todos corregidos y publicados en el blog:
Ha sido un buen año productivo y creativo. Agradezco
a todos los integrantes de los tres talleres por la buena onda y la
participación.
Hasta la próxima:
Monica Marchesky.
miércoles, 25 de noviembre de 2015
Miércoles 25 de Noviembre de 2015 - Despedida de Escritores Creativos Biblioteca Ernesto Herrera
PROGRAMA FORTALECIMIENTO PARA LAS ARTES DE IMM Y CASA DE LOS ESCRITORES DEL URUGUAY
lunes, 23 de noviembre de 2015
LA NIEBLA: CUENTO Y GUIÓN
Escritores Creativos Biblioteca Ernesto Herrera.
Águeda Gondolveu
¡Tengo que volver! No
puede haberse disipado en la niebla.
Esta misma niebla que hoy nos atrapa,
dibujando apenas la silueta de los viejos edificios de la calle Ituzaingó.
Estaba en aquel zaguán. Llevaba un fino abrigo y parecía la imagen de la
desolación. Me acerqué. Le pregunté si podía ayudarle. -Si, dijo, necesito
tomar algo caliente. Tengo mucho frío.
-Vení,
le dije, vamos hasta el bar de la esquina y tomás lo que quieras, yo te invito.
Sus
pasos menudos se adaptaron a los míos. Llegamos al bar. Le pregunté su nombre.
No quiso decírmelo.
-Pensé
que mi nombre es niebla, como ésta que nos envuelve. Todo pasó en forma vertiginosa.
-Le
pregunté, ¿Tenés adónde ir?
-Si,
me respondió, vivo en la otra esquina.
-¿Cuál?,
quise saber. No importa, me encontrarás alguna vez en el zaguán.
-Te
acompaño, le dije.
-No,
me respondió. Gracias. Hasta cualquier momento.
A la tarde siguiente,
al salir del trabajo la busqué. No había niebla. Tampoco estaba ella en aquél
zaguán. Pensé que el nombre que me dijo se adaptaba perfectamente a ella. La
niebla estaba en sus ojos. No podía apartar
de mi mente esa mirada. No la encontré. Me quedé largo rato en ese
lugar. Por fin, decidí irme a casa. Durante varias semanas fue mi obsesión
volver a verla. Por fin me decidí. Golpeé la puerta de aquella casa y espere.
Salió una desgreñada mujer con una bata agujereada, que dejaba ver retazos de
esa vida miserable que le tocó vivir.
-¿Qué
buscás?, me dijo.
-A
ella.
-¿A
quién?
-A
niebla.
-¿Qué
decís, estás loco? ¿Qué querés?
-Verla.
-No sé de quién estás
hablando.
Le expliqué como pude
que una tarde de niebla, un mes atrás,
estaba en ese zaguán una muchacha con frío.
-Acá
no vive nadie más que yo, el desgraciado de mi marido se mandó mudar.
-No,
le dije, me contó que vivía a una cuadra de acá.
Pensé
que la conocería ya que aquí la encontré.
-Preguntá
en la farmacia. Ahí trabaja una mujer que puede ser la que buscás. Te digo
porque ésta suele venir a molestar y cada vez que la veo la tengo que echar.
-¿Sabés
porqué se queda acá? Porque cada tipo que para la lleva a tomar algo y de esta
manera, aprovechando el atractivo de la juventud se va con la barriga caliente.
Perplejo fui adonde me indicó la irascible mujer.
-Buenas
tardes, dije, busco a una muchacha que
trabaja aquí.
Tiene
ojos claros, es menuda y triste.
-¿Cómo
se llama?
-No
lo sé. Niebla me dijo
-Ah,
muchacho, con esos datos no sé de quién hablas.
-Esperá
que te presento a una de mis empleadas, Recién empieza el turno, la otra se
retiró hace unos instantes. La chica se acercó y no era ella. Como pude, di las
gracias y mis pasos volvieron a dirigirse a aquél zaguán.
En
ese momento la vi, me fui acercando pues estaba a cierta distancia. Un hombre
se detuvo. Hablaron y salieron rumbo al bar de la esquina. Sentí que me
envolvía en ella. Derrotado, regresé a mi refugio. Otra ilusión que se esfumó.
Quizás
había sido sólo un sueño, quizás esa muchacha nunca existió y le dieron vida
mis ansias, mi soledad.
Mañana,
tomando otros rumbos, quién sabe en qué me encontraré.
LA
NIEBLA.
Guión
literario para cortometraje de 10 minutos.
Autor:
Águeda Gondolveu
SECUENCIA
1 EXTERIOR. TARDE.
Hay una niebla espesa.
Cubre los edificios de la calle Ituzaingó. Vemos a una mujer en un zaguán
(Mujer 1). Es menuda, de aspecto frágil, tiene frío. Vemos acercarse un hombre
(Hombre 1) caminando con paso rápido. Se detiene, se acerca a ella.
Hombre
1
-¿Te
puedo ayudar en algo?
Mujer
1
-Invitame
con un café
SECUENCIA
2 INTERIOR BAR, TARDE:
Se ve al hombre y la
mujer sentados a una mesa. El hombre se dirige al mozo
Hombre
1
-Traeme
dos cafés
OFF. Ella se calienta las manos en la taza, bebe
con avidez. Sus ojos miran al vacío.
Hombre
1
-¿Tienes
adónde ir?
Mujer
1
-Sí,
vivo en la otra esquina.
Hombre
1
-Te
acompaño
Mujer
1
-No
es necesario, gracias…adiós
SECUENCIA
3 MAÑANA EXTERIOR.
OFF: Un mes después.
Vemos al hombre 1 que
vuelve todos los días al zaguán. Se ve al mismo hombre golpeando en la casa. Al
rato sale una mujer desgreñada (Mujer 2), la cual viste una bata agujereada y
desprolija. La mujer 2 tiene en su rostro muestras de desconfianza, no conoce
al hombre 1. La mujer cierra la puerta con violencia. Vemos que el hombre 1 se
aleja.
SECUENCIA
3 EXTERIOR ATARDECER DIA SIGUIENTE.
Se ve al hombre 1
volviendo al mismo zaguán. Se lo ve golpear la puerta de la misma casa de la
secuencia anterior. Se ve a la mujer 2 abrir la perta sin soltar el seguro. El
hombre 1 pone un pie para impedir que la mujer cierre la puerta como la
secuencia anterior.
Mujer
2
-¿Qué
quieres?
Hombre
1
-No
tema, solo busco a una muchacha que estaba aquí un día de niebla.
La mujer 2 vuelve a
cerrar la puerta. Vemos a hombre 1 que golpea nuevamente de forma insistente.
Mujer
2
-Otra
vez, ya te dije que no molestes más (se oye su voz a través de la puerta)…voy a
llamar a la Policía.
Hombre
1
-Dígame
quién es la chica que vi aquí un día de niebla.
Mujer
2
-Será
la loca que trabaja en la Farmacia. Pregunta allí, no vuelvas, no te voy a
abrir.
SECUENCIA
4 INTERIOR DE FARMACIA, DÍA
Se ve al hombre 1 que entra en la Farmacia. Se
acerca el dueño. Es un hombre rechoncho, bajo, de gruesos lentes.
Hombre
1
-Buenas
tardes, no vengo a comprar nada.
Farmacéutico
-¿En
qué puedo servirlo entonces?
Hombre
1
-Busco
a una empleada suya.
Farmacéutico
¿Para
qué? Está en horas de trabajo.
Hombre
1
-Será
solo un momento.
Farmacéutico
-¡Nina!,
ven un momento.
Se
ve aparecer a una joven morena, de ojos inexpresivos. No es ella.
Hombre
1
-Le
pido disculpas. Se ve al hombre 1 retirándose de la farmacia.
SECUENCIA
5 EXTERIOR TARDE
Se ve el rostro del
hombre 1 con una sonrisa, por fin ve a la muchacha (mujer 1 de la secuencia 1)
que estaba buscando. Se acerca apresuradamente, teme que se desvanezca en la
niebla. En la misma, se ve a otro hombre (hombre 2) que habla con la muchacha.
Ambos se encaminan al Bar de la esquina, el hombre 1 los sigue.
SECUENCIA
6 INTERIOR, BAR, DÍA.
El hombre 1 contempla a
la pareja. Recuerda que es el mismo recurso que utilizo con él. Las manos de
ella buscando el calor de la taza. Tratando de no ser visto, sale del Bar.
SECUENCIA
7 INTERIOR NOCHE
Habitación del hombre.
Se ve al hombre 1 entrando en la habitación. Ambiente de soledad, frío y
oscuro, pocos muebles, no hay retratos. Se ve angustia en su rostro, mirando
por la ventana hacia la calle.
SECUENCIA
8 EXTERIOR, TARDE
Vemos al hombre 1 caminando
cabizbajo en otra calle, otro camino y la niebla como telón de fondo.
FIN
Autor: Águeda Gondolveu
Noviembre de 2015
EL INDOCUMENTADO
Escritores Creativos Biblioteca Ernesto Herrera
Guión
literario para corto metraje de 7 minutos
Autor:
María Cristina Bossio
Secuencia
1 interior, mañana
Se ve una mujer en su dormitorio, se despierta, se
levanta de la cama. Se da una ducha, se viste. Va a la cocina, prepara café. Lo
toma y sale a hacer las compras.
Secuencia
2. Exterior. Mañana.
La mujer camina hacia el supermercado. Se ve la
calle del barrio donde vive. Sin árboles ni jardines. Balcones sin una flor.
Calles limpias
Secuencia
3.Exterior. Mañana. Puerta del Supermercado.
Se
ve un muchacho parado en la puerta. Tez oscura, cabellos alborotados. Sonriente.
La
mujer extrañada de su presencia le pregunta:
Mujer
-Sos
nuevo en el barrio?
-Buscás
alguna dirección?
Muchacho
-No,
soy extranjero.
OFF:
Mientras habla camina inquieto, viste prendas livianas. Parece que siente frío,
porque tirita y se frota las manos. La mujer le deja algunas monedas.
Secuencia
4 exterior, puerta de supermercado, día
OFF:
Tres
días después
La misma mujer vuelve al supermercado y ve
nuevamente al mismo muchacho, parado en la puerta del comercio. Sonriente,
Le entrega una campera de abrigo. El muchacho le
agradece vivamente con varios movimientos de cabeza.
Secuencia
5. Exterior Mañana.
Vemos
un hombre viejo caminando con dificultad, de semblante huraño. Va hacia el
supermercado. La mujer de la secuencia anterior lo conoce, es su vecino, lo
saluda, pero él no le contesta.
Entabla
el siguiente diálogo:
Mujer
-Mire, que el muchacho que está parado allí, en la
puerta del
supermercado, necesita ayuda.
-Qué le parece si entre todos lo ayudamos con
algunas monedas para
su sustento?
Hombre
viejo
-No
tengo ninguna obligación. Y se va.
Secuencia
6. Exterior. Mañana.
La mujer se acerca al muchacho y con un gesto de su
mano, le invita a que la acompañe. Se ve a los dos entrando a un sótano, junto
a la caldera de calefacción. Hay un viejo futón, una cocinilla y un pequeño
baño. Mediante el lenguaje de los gestos, le manifiesta que es su nuevo hogar.
El muchacho le agradece vivamente.
Secuencia
7. Interior.Noche.
En el living comedor de la casa de la mujer se
celebra una reunión de amigos. Se ve a Jonatan (muchacho de la secuencia
anterior) entre ellos. Le están enseñando palabras del nuevo idioma. Se
muestran unas tablets, donde él dibuja el país donde proviene:México.
Secuencia
8. Interior, Noche.
Se ve al hombre viejo, huraño y malhumorado mirando
a través de la ventana la reunión de amigos de su vecina.
Secuencia
9. Interior del supermercado.Mañana.
Se encuentran la mujer y su vecino.
Hombre
viejo
-Lo ví.
Ud. le dio alojamiento a un extraño,
indocumentado, para peor.
-La voy a denunciar a la Oficina de Inmigraciones.
Secuencia
10. Interior. Mañana.
Se ve el sótano vacío. Arriba de una pequeña mesa
una tarjeta con el nombre y la dirección del muchacho un gracias enorme y una
flor.
Secuencia
11. Exterior Mañana.
La mujer viaja rumbo al aeropuerto. Entra por una
puerta y el muchacho sale por la otra custodiado por 2 policias de aduana.
La mujer vuelve a la ciudad. Entra en el Banco donde
tiene sus ahorros. Se le ve firmar un formulario. Es un giro para México donde
vive Jonathan (el muchacho de la secuencia enterior) Saluda al empleado que la atendió
y sale del Banco satisfecha.
OFF:
alguien podrá encontrar un lugar en el mundo.
FIN
Autor: María Cristina Bossio
Noviembre de 2015
domingo, 22 de noviembre de 2015
Sergio Baico, integrante de Escritores Creativos 2015 "La Experimental de Malvín"
ESCRITORES CREATIVOS 2015 CIERRE "LA EXPERIMENTAL DE MALVÍN"
21 DE NOVIEMBRE DE 2015
miércoles, 11 de noviembre de 2015
LEYENDAS URBANAS
Nedy Varela
Falta
poco...Casi son las siete. Lo único que quiero es irme a casa, sacarme estos
zapatos que me están matando, prender la tele y descansar. Dormir... poder
dormir, será más difícil.
Cómo
me gustaría dormir de un tirón sin despertar hasta mañana.
Hoy
recién es miércoles, no veo la hora de que llegue el viernes para no verle más
la cara al jefe, por lo menos el fin de semana no tengo que soportar su mal
genio y su olor a transpiración.
Héctor
me sigue llevando la carga, me tiene un poco cansada, aunque no dejo de admitir
que cuando se me acerca siento una sensación extraña.
Me
encanta verlo cuando estoy en el pasillo de la oficina, desde su escritorio,
sus narinas se abren como si me estuviera olfateando y su mirada parece
devorarme.
Al fin...las siete. Ordeno los últimos
papeles sobre mi escritorio. Tomo mi cartera y mi saco del perchero y corro
para llegar al ascensor que justo se cierra delante de mis narices. El taconeo
de mi zapato derecho me delata. Me siento como una fiera a punto de salir de
una jaula.
Luego
de unos instantes el ascensor abre de nuevo sus puertas, lleno, pero no me
importa, igual voy a subir, sea como sea.
-Planta
baja...Salida...
Este
ascensorista es insoportable, dice la palabra “salida”, me mira y se ríe.
Sí...que
hay de malo, me quiero ir ¡ya!
Tengo
que correr de nuevo si no quiero perder el ómnibus que pasa siete y veinte.
Casi
llegando a la mitad de la cuadra tropiezo con una anciana que caminaba
lentamente hacia mí.
-Perdone,
no la vi. Uno va tan apurado...
-No
te preocupes Raquel, no pasó nada...
-¿Cómo
sabe mi nombre? ¿Usted me conoce?
-Sí
te conozco, pero no de ésta vida...
-Sí,
claro- le dije.
Pensé que estaba un poco chiflada y que era
mejor seguirle la corriente, total el ómnibus ya lo había perdido. No tenía porqué
contestarle mal a la pobre señora a la que casi tiro al suelo por ser tan
atropellada.
-Sé
que no me crees, insistió la anciana, pero lo que te digo es cierto.
Tú
eres hija única, desde muy pequeña tienes pesadillas raras, tus padres nunca
prestaron mucha atención a ese problema y aún no lo has podido superar...
-¿Usted
cómo sabe eso? ¿Quién se lo dijo?
Seguro
que alguien me está haciendo una broma...
-No,
no es ninguna broma. Yo te conozco hace mucho tiempo, más del que tú te
imaginas.
A
esta altura yo ya había perdido el segundo ómnibus a pesar de haber llegado a
la parada.
¿Por
qué seguía hablando con esa mujer? No tenía la menor idea. Quizás por el
respeto que me habían inculcado mis padres a las personas mayores. Quizás por
lástima. Quizás porque en el fondo la curiosidad puede más que nuestro
criterio.
Miré detenidamente a la anciana, no estaba
mal vestida. El cabello de un tono grisáceo estaba prolijamente ordenado en un
moño. Sus ojos de color marrón tenían un brillo muy extraño y su voz ronca me
parecía conocida.
Miré
la hora...
-Ahora
que nos encontramos no podrás olvidar lo que hablamos -dijo la anciana- te
esperaré en la esquina mañana a la misma hora, estoy decidida a hablar contigo,
si tú quieres...
-Sí
claro, mañana hablamos...
La anciana cruzó la calle aprovechando el cambio
de luz del semáforo y yo quedé con muchas dudas dando vueltas en mi cabeza.
El
ómnibus... por suerte.
Llego a mi departamento. Son casi las nueve.
Una inmensa red de luces titila bajo mi
ventana.
Me
saco los zapatos y los tiro en la mitad del living, me pongo las pantuflas y
busco ropa para cambiarme.
No
quiero pensar en este encuentro...mejor me doy un buen baño.
No
voy a dejar que una vieja chiflada me arruine la cena.
La
ducha está lista, debajo del chorro de agua, me imagino bebiendo en las orillas
de un arroyo.
Al
llegar a la parte posterior de mi cuello la esponja enjabonada se detiene.
Nadie
hasta ahora me supo responder qué son estas marcas hundidas.
Recuerdo
que mi madre me llevaba desde niña al médico, pero nunca nadie le supo decir de
qué se trataba. Quizás algún problema durante el embarazo, que no tenía ninguna
explicación científica y que como no me
causaba ningún problema, fue olvidado.
En
vuelta en la toalla de baño pongo la cena en el microondas.
Luego
me visto y me extiendo sobre el sillón.
Mientras
ceno, prendo la tele.
El
cansancio me está venciendo, pero no quiero dormirme...no quiero...no quie...
Corro,
el aliento sale a bocanadas, estoy desesperada...siento la red sobre mí... me
atrapan, sería capaz de morder a alguien. La red sigue apretándome, mi hocico y
mis patas están juntos...
Despierto
sobresaltada...otra vez la misma pesadilla...
¿Por
qué me siento como un animal atrapado? ¿Por qué
esa mujer conoce mis pesadillas?
Tomo un café. Son las cinco de la mañana
.Tengo tiempo para pensar.
Hace
frío, encendería la estufa a gas si no le tuviera tanto miedo al fuego, eso lo
heredé de mi padre, le tenía terror al fuego.
Otra vez a la oficina, los trámites del Sr.
Hernández, los recibos para el Sr. Gutiérrez, ir y venir de la oficina del jefe
y Héctor con su mirada tan rara siguiéndome a todos lados.
¿La veré a la salida? ¿Vendrá? ¿No será una
cachada? Si viene, me voy a sacar las ganas de dejarla callada, porque no podrá
contestar las preguntas que le voy a
hacer.
Final de jornada. Otra vez el ascensorista,
pero esta vez soy la única persona que baja y entonces se atreve a decirme, hay
que cuidar esas ojeras...parece que durmió muy mal anoche -y se sonríe.
Lo
miro como para incrustarlo en los botones del ascensor o mejor, saltarle
encima, pero ya llegamos a planta baja, así que decido sólo gruñir un poco
masticando la bronca entre los dientes.
Me apuro, pero increíblemente no es para
alcanzar el ómnibus, es para llegar a la esquina y ver si la anciana está allí.
En
la esquina la veo, me acerco a ella...
-Sabía
que vendrías...responderé a todas tus preguntas...si quieres podemos sentarnos
en el café de la esquina...no creas que quiero que me pagues nada, yo pagaré mi
café.
Realmente
sus palabras me desarmaron, no tenía opciones.
La
miré a los ojos y creí reconocer esa mirada.
No
tuve más remedio que aceptar el café.
Sentadas
en la mesa, me miró nuevamente y me
dijo: sé quien eres, no de esta vida si no en tu vida pasada. Compartimos la
misma jauría, las dos fuimos lobas, pero yo ya estaba un poco vieja, así que en
general no salía a cazar. Tú eras la que llevaba adelante los ataques a las
ovejas de los granjeros, en esa época no había forma de combatirnos, éramos
muchos. Decidieron atrapar a uno de
nosotros...
No
lograba salir de mi asombro, mientras la anciana prosiguió.
-Te
emboscaron una tarde con unas redes, luchaste y aullaste toda una noche, pero
no te pudiste soltar.
Casi
inocentemente pregunté.
-¿Qué
me hicieron?
-Querían
domesticarnos, para poder vencernos. Una loba joven domesticada, quizás podría
ser cruzada con sus perros guardianes y sería de una gran ayuda...
Te
pusieron una cadena...
En
ese instante, la anciana estiró un brazo y su mano suavemente me tocó por
debajo del cabello en la nuca y dijo: ésta es la marca de la cadena.
Te
dejaron encadenada a un árbol durante muchos días. Venían a ofrecerte carne
para que accedieras a comer de la mano del hombre... Pero tú no aceptaste y te
dejaste morir.
Ahora
en tu siguiente vida eres humana, igual que yo. Las dos bebíamos del mismo
arroyo cuando apenas comenzaba a salir
el sol y éramos felices como el resto de los lobos.
Su taza de café terminó demasiado rápido.
-No
tengo más nada para decirte. Lo que pienses no me interesa. Sólo quería que
supieras el origen de esas marcas...que comprendieras tus pesadillas y que
pudieras ser ahora, feliz como entonces...
Se
levantó lentamente y se fue.
Yo estaba petrificada. Muda. Ya no estaba
segura de lo que pensaba respecto a esa anciana.
Pedí
otro café y me cambié para una mesa más cerca de la ventana.
Los
pensamientos comenzaron a golpear en mi cabeza, como las gotas de lluvia se
estrellaban al caer en la vereda.
A
media cuadra del café veo a Héctor. Me había visto. Seguro vendrá hacia aquí,
no dejará pasar esta oportunidad...
Su
llegada no me molestó.
Entró
y se sentó a mi lado.
Ahora,
la lluvia golpeaba despiadada contra el vidrio.
Los
dos miramos hacia la calle.
Nos
tomamos de las manos.
La
ventana mojada del café, reflejó nuestros ojos fosforescentes.
domingo, 8 de noviembre de 2015
CSI MONTEVIDEO
Escritores Creativos Experimental de Malvín
Participantes:
Sebastián Domínguez, Betty Chiz, Daniel Garderes, Nedy Varela
PRIMO – Gonza-. Sebastián
El la vio y se ocupó de
que ella lo viera. Años soñándola en las noches sin sueño. La he visto y me ha
mirado –recitó.
Siguió sin creer en
Dios, pero volvió a creer en sí mismo cando un beso estalló en su mejilla.
Caminos que se unieron en el campo familiar. Conoció el vacío cuando ella se
fue. Se había enamorado de esa prima lejana por parentesco y por distancias.
Salieron todas las
palabras acumuladas en años. Ella acusó el impacto. Se derritió al calor de las
emociones y acordó recuperar el tiempo perdido.
-Hoy no puede ser,
mañana sí. A las diez…la casa estará habitable?
-Mañana lo estará –contestó
Gonza- y quedaron de verse al otro día.
Volver al ayer,
volviendo a la casa familiar.
JOVEN - Betty
Tengo 25 años. Los
cumplí ayer. Me llaman la peque. Cuando era niña mis padres me traían con
frecuencia a la chacra en Santa Rosa. Era de mis abuelos. Mis padres murieron
en un accidente automovilístico y me criaron mis tíos. Al poco tiempo de esa desgracia,
mis abuelos vendieron la chacra a unos primos míos que yo no conocía. Nunca más
volví. Soy profesora de educación física. Buena figura. Vivo en Montevideo. Soy
muy exigente en mi profesión y conmigo misma. Nunca encontré por ahora un
hombre a mi gusto aunque conocí unos cuantos. Cierto día me encontré con
uno de mis primos, Gonza, en la cafetería del club donde imparto mis clases de Pilates.
Él, muy buen mozo, venía de jugarse un partidito de tenis. Se dedicaba a
exportar productos de la granja y vinos. En la conversación recordamos aquellos
días de nuestra infancia cuando nos hacíamos una cabalgata en los petizos. Me
propuso que si estaba de acuerdo, me pasaba a buscar al día siguiente a las 10
a.m. para ir a la chacra que pertenecía a familiares y él estaba vinculado con
ellos por los vinos que producían. No me pareció mala idea. Previamente me
compré unas prendas muy provocativas porque precisamente esa noche iba a ser la
noche de la nostalgia y nunca coincidí con nadie pasa celebrarlo. Capaz que
esta vez se me daba. En las medierías Sí-Sí había un señor “adulto mayor” que
estaba comprando ropa para su señora, pero miraba de reojo la que yo estaba
eligiendo. Y a su vez me miraba a mí por el espejo de un probador que estaba
abierto. Tuve la sensación – que me halagó – de que yo le había despertado el
morbo. Cuando salí, el vejete me estaba esperando al lado de la vidriera. Me
invitó a tomar una copa. Ese día no iría a trabajar, y ya había estado en la
peluquería, en la podóloga, etc, así que decidí aceptar el convite. Ni bien
subí al coche, en lugar de llevarme a una cafetería cercana, enfiló para la
ruta 5 por los accesos. Era la hora del crepúsculo. El Renault iba a velocidad
de crucero y yo iba mirando por dónde íbamos. De vez en cuando, Enrique, como
se presentó, me miraba de reojo, vaya a saber con qué fantasías. Me invitó con
una petaca de Jonhy etiqueta negra. Entró por una zona flanqueada por viñedos,
establecimientos agropecuarios y de elaboración de dulces, cuyo aroma nos
inundó como si hubiésemos degustado caramelos. Entre la música suavetonga y el
cansancio acumulado por la jornada matutina en la pista de atletismo me quedé
dormida y supongo llegó a santa rosa. Llegamos a una chacra parecida a la que
conocí desde niña y que mañana visitaría con mi primo.
Cuando ingresamos por
una avenida de álamos, saludó a una señora y me dijo – es la casera.
Las puertas, las
ventanas, todo era igual. No me inquieté. Me pidió que me pusiera la ropa que
tenía en las bolsas. Yo entré en el juego, más que nada porque me divertía la
imagen del sesentón fascinado por mi cuerpo. Le hice abrir la cartera, que ahí
iba a encontrar unas esposas y que me las colocara en las muñecas y en los
barrotes de la cama. Dos copas, el whisky y música envolvente hicieron su
trabajo. Cumplió y me esposó…
HOMBRE OBESO- Nedy
Quién me iba a decir
que, por venir a comprarle a mi mujer medias a Si-Si, porque estaba enferma ,
me llevaría esta sorpresa.
Sé que no soy muy bien
parecido, pero esta mina me pedía a gritos que la fichara mientras compraba su
ropa interior tan sexy que creo que se
me paró todo, incluso el cuore.
Sus labios sugerentes
me daban señas extrañas mientras pagaba las medias de mi mujer. Cuando la
empleada me preguntó si las llevaba para regalo, le dije que sí porque era el
cumpleaños de mi abuela. ¡Pobre abuela! Se debe estar dando vuelta en el
sepulcro, yo que fui el nieto más mísero que ni siquiera le llevé flores al
entierro.
La cuestión es que
pagué y me quedé arrimadito a la puerta de salida para esperarla. Cuando salió
me miró con ojos de fuego y me dijo ¿qué hacemos? ¿querés que estrene para vos
esta ropa?
La miré de arriba
abajo, creo que debía ser un poco más grande que mi sobrina, o sea: muy joven.
Por supuesto que pensé “este chiche me
iba a salir carísimo”.
En un breve instante el
reflejo de la vidriera me envió la imagen de un hombre obeso, de papada
prominente, bien vestido, pero realmente no muy agradable, teniendo en cuenta
los muchachos que salen en los comerciales que tienen marcados todos los ravioles
musculares del pubis para arriba. Sin querer pensando en eso le sonreí, yo
también tenía mis ravioles…
Aunque pensándolo bien
ya habían caído varias pichoncitas bajo este físico tan dotado.
Ella me tomó del brazo
y de pronto, sin pensar en nada, estábamos en la habitación de la chacra. Cerré
la puerta instintivamente, aunque sabía que en ese momento no había nadie.
Miré mi billetera, por
las dudas, pensando cuánto me iba a salir esta farra.
Ella se tendió en la
cama y a mí la cabeza comenzó a darme vueltas.
¿No te parece que vamos
muy rápido?- pregunté.
Ella sonrió pícara y me
dijo –si querés demorar un poco más tendrás que esposarme, dentro de la cartera
están les esposas.
La miré y ya estaba tan
excitado que me puse a revolver dentro de su cartera como un enajenado.
Mis manos tocaron algo
duro y con una cadena, eran las esposas…
Esposame, gordito,
esposame, que así me gusta más. Luego podrás ponerme la ropita que compré y
jugaremos a la modelo que ha sido raptada…
Vos serás el detective
que ha venido a salvarme y por supuesto que tenés que tener tu pistola en la
mano cuando descubras a mi raptor.
En algún momento de mi
locura, ya casi absoluta, creo que pensé que la mina se había tomado algo ¡y
muy fuerte!
Ahora estaba esposada a
la cama y comencé a desvestirla y a tocarla. Me fui subiendo de a poco sobre su
cuerpo, sintiendo su respiración y su risa que me decía que podía seguir con el
juego.
Mi cabeza era un solo
latido junto al golpeteo de mis sienes,
mis ojos ya no veían .De pronto me pareció que alguien entraba en la
habitación.
EL DIA DE LOS HECHOS -
Sebastián
Esa tarde Gonza llegó a
la casa y comenzó a descargar útiles de limpieza, ajuar de cama, flores…lo
mejor para la mejor. Un mal presentimiento lo hizo temblar al ver la camioneta
en el garaje. No sabía por qué miró hacia adentro. Quedó paralizado frente a la
ventana. El violador la tenía desnuda, atada
a la cama. Cuando volvió a la realidad, el hombre había dejado de
resistir. La había salvado.
Pero entonces vio la
ropa de ambos cuidadosamente ordenada en unas sillas y lo comprendió todo. El
horror y la ira lo atravesaron. Entró sin llamar, luego de ocuparse de su tío
lejano, sus manos fueron directamente al cuello de su prima, demoraron en
aflojarse. Se sintió perdido. La cárcel lo esperaba. Respiró hondo, dio varias
vueltas alrededor de la casas hasta que pudo pensar.
Los dejó en la misma
posición en que estaban cuando llegó, en silencio y para siempre.
SEÑORA DE HOMBRE OBESO
- Sebastián
No por desearlo tanto,
hoy me veo libre de una gran confusión. Me esmeraba en la cocina. Todo lo que
los médicos le prohibían a Enrique, llegaba a la mesa en abundancia. El sobrepeso
podía dar fe a mis humillaciones. Confiaba en los médicos. Pero hoy, con la
visión tan grotesca de su final, mis sensaciones cambian vertiginosamente,
asco, ira, desprecio, pero también sensaciones que quiero evitar y no puedo. Llegan
a mi mente sueños compartidos, caricias que estaban olvidadas. Vi a la persona
que fue y que dejó de ser. Por primera vez descubrí que yo también era
culpable. Enamorarme del ginecólogo, del feriante, del sanitario, entre otros…me
alejaron de él. Dejó de ser el centro de mi atención. Aclaro, todo sucedió en
mi mente. Ellos no se enteraron, pero él, sintió el vacío. Tuvo que verlo en el
abandono de mi imagen, en el desorden de la casa, en el desinterés por el
placer del cuerpo compartido. Sus infidelidades me humillaron pero en el fondo
agradecía que alguien se ocupara de esa sucia tarea (sucia para mí).
Se las ingeniaba para
que me enterara. Se me fue haciendo imposible la situación. Hoy inmóvil su
cuerpo, halada mi alma, no se quién soy y menos quién voy a ser.
EL INVESTIGADOR -
Daniel
¡Qué viaje de arena
gruesa! Otro caso en esas chacras que solo usan para cometer infidelidades.
Menos mal que mi
ayudante ya encaminó las instancias de rutina, lo que me ahorra trabajo.
-Hola
pinche: ¿Ya está resuelto el caso?
-¡Que
va! Está complicado, el forense no tiene dudas de que los mataron a ambos, pero
no quiso arriesgar opinión.
La que me mostró algo
raro fue la casera. Me llevó a ver que en torno a la casa había una cantidad
grande de pisadas marcadas en la tierra húmeda y como si hubiera pasado mucha
gente. Vino la técnica y están analizándolas.
Lo demás parece estar
en orden, como que nada hubiera pasado en esa casa. Solo en la cama hay
desorden y los dos cuerpos, de un hombre viejo y una mujer joven; hasta la ropa
que usaban está colocada en forma prolija sobre unas sillas.
-¿Son
los habitantes de la casa los muertos?
-El
hombre sería el dueño, pero hay que confirmarlo aún; la mujer tenía su cartera
con documentos y celular, ya los están estudiando a ver que nos dicen.
-Daré
una ojeada, si confirman algo –lo que sea-, me avisas enseguida.
-Hola
oficial: ¿Qué me dice de esas huellas?
-Es
muy extraño. Parecen ser de la misma persona, están bien marcadas, no ofrecen
dudas, son de un tipo de calzado deportivo y la persona sería de peso medio
pesado. ¿Por qué hay tantas? No sé. Como si hubieran practicado correr
alrededor de la casa, dándole vueltas, quizás. A la entrada hay huellas de dos
tipos de neumáticos de vehículos.
-Pinche,
por favor, dame la lista de llamadas de los celulares.
-El
hombre llama a muchas mujeres, a casi ninguna le repite la llamada; no registra
llamadas al celular de la mujer. Llama muy pocas veces a su casa. La mujer llama
a varios gimnasios y a un número que se repite varias veces, estamos
localizando a su titular.
-El
forense avisa que no hay duda: doble homicidio, mañana envía el informe
completo.
-El
número al que llama la mujer pertenece a un señor XX que es pariente del dueño
de la chacra. Lo enviamos a buscar.
Durante el
interrogatorio el señor XX se muestra muy nervioso, no logra explicar su relación
con la mujer asesinada. Los neumáticos de su auto coinciden con una de las
huellas encontradas a la entrada de la chacra, pero no sirve como prueba, sino
como indicio que pudo haber estado en ese sitio. Mandé pedir orden de cateo a
su casa.
-Pinche
¿Qué obtuvieron en la casa de XX?
-Tenemos
unos pares de zapatos deportivos, uno con barro –que están analizando a ver si
coincide con el tipo de tierra de la chacra- y un objeto que podría ser el arma
usada. Veremos si se ajusta a lo que informa el forense.
Asunto resuelto. Se demoronó
XX y se hizo cargo del delito. Aún no sé si las esposas se las colocó el occiso
a la mujer o si fue su asesino, pero ya no importa.
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