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domingo, 1 de noviembre de 2015

¿QUÉ HACÍAS AYER CORRIENDO ENTRE VAGONES CON UN POLLO MUTANTE?

Escritores Creativos Experimental de Malvín 

Integrantes: Ruth, Mabel, Estela, Wlater, Alvaro, Betty, Célica, Ibis, Diego Vidal, Daniel, Nedy, Diego Bonjour, Diego Fernández y Sergio Baico.

Dificultad del juego: Media.


Todo lo que me pasa no es más que el resultado de mi credulidad. No aprendo. Es la enésima vez que me encuentro en  una situación como ésta. Mi amiga Zully me llamó y me dijo que fuera al asentamiento que está junto a las vías del tren a buscar éste paquete y lo llevara a lo de Jaime antes de que oscureciera. 

Corro, entre mis torpes zancadas, siento que el paquete se mueve, ya quiero llegar y dárselo a Jaime. El miedo me hace pensar que alguien me sigue. De repente el paquete se me cae, no sé qué hacer, pero se lo prometí a Zully. Decido agarrarlo y me llevé el susto de mi vida, el paquete tenía un agujero, de donde salía una luz verde.

Soy su amigo, pero siempre me pasa lo mismo con ella, no tengo que darle más importancia, pero, después que salió del sanatorio, me persigue, ahora, que ve cosas, luces, y allá voy yo a tranquilizarla. La encuentro entre las vías, sollozando, y la llevo a un bar a tomar un café con leche, la tranquilizo. Aprieta dentro del bolsillo, una moneda grande, que no me dejó ni tocarla, dice que su amiga Zully le dio un paquete que tiene que entregar a Jaime, que está solo y enfermo, un disparate. 

La verdad es que ya no le creo nada. Desde que salió de su internación en el psiquiátrico, delira e inventa cosas. No sé qué pensar....

Recuperé el aliento, saqué fuerzas y controlé mi pánico. El paquete era mi tesoro. Un Sol rojizo se ponía en el horizonte. Se terminaba el tiempo y una reja encadenada con un enorme candado oxidado me impedía el acceso a la casa de Jaime. Miré la caja y esa luz verde se volvía cada vez, más y más intensa. El Pánico me alcanzó nuevamente. 

Ahora ya estoy adentro El vidrio esmerilado me deforma la imagen del que me vigila afuera. La luz verde que pugna por salir del bolso y el estruendo de los vagones, el silbido largo y triste, todo eso en simultáneo me impiden buscar un refugio, un alto en esta huida. 

No puedo moverme, las piernas no me responden, caigo junto a un banco. 
Al caer suelto el bolso, veo que la luz verde se apaga. No lo puedo creer y cierro los ojos. Los vuelvo abrir y la luz está encendida. 

Por momentos me da la sensación de que la luz cambia de colores, uno y cien colores a la vez. Que salen disparados por el orificio de la caja y se meten por mis ojos e invaden mis sistemas. Todo dentro de mí se torna de colores brillantes y comienzo a sentir que mi cuerpo se expande. Mis manos duplican su tamaño, mis piernas se alargan y siento tan fuerte y preciso el latido de mi corazón ...

Cuando regresé del baño, ella ya no estaba en la mesa del café. Corrí pero no pude alcanzarla. La vi entrar en una vieja casona de rejas altas, otra vez, junto a las vías. Decido ingresar. Apenas traspaso la puerta veo una gallina picoteando los restos de una caja rota y chamuscada. El picoteo, junto al tintineo metálico de una enorme moneda que asoma entre los restos de cartón, rompe el silencio que el tren dejó al pasar. Hay poca luz, pero la cresta del ave, de un verde fluorescente, capta mi atención de inmediato.
Transgénicos.- comenta la gallina dándose cuenta de la situación. - Laboratorios, hormonas, inyecciones.- explica, con una voz limpia y potente que extrañamente me resulta familiar. Me encuentro azorado, incapaz de hacer movimiento alguno. La gallina se acerca y continúa. - Es la venganza. Apenas el comienzo de lo que será el sometimiento. La raza humana expiará sus culpas por un genocidio que ha llegado a tomar dimensiones industriales. Tu amiga ya lo sabe y tomó partido. Los hombres-pollo son el futuro; la raza elegida...

Por favor, que traigan a Darwin y a Freud, la evolución se ha transformado en una revolución genética. Las gallinas no sólo cacarean, se comunican por wifi a través de la luz verde. Solo falta que crezcan hombres pollo de cuatro patas, para andar más rápido.
¡El mundo se transforma en un gallinero!

De pronto me doy cuenta que no soluciono nada pensando pavadas y que debo encontrar a mi amiga. Dejo a ese  pollo extraño hablando solo y me dirijo decidido a la casa. Voy a ver dónde se metió esa loca. La puerta está semi abierta y me parece oír voces en el interior. Entro. Hay unas sombras moviéndose. Trato de encender la luz pero la llave no funciona. Hay un olor a gallinero insoportable y unos sonidos parecidos a la voz humana pero con ciertos estertores extraños. De pronto, detrás de mí siento la voz del pollo nuevamente hablándome.

Te presento a mi familia, me dice señalándome a un par de gallinas gigantescas. Una de ellas es totalmente negra y tiene un ala partida al medio. La otra es de un color grisáceo y su pico tiene la forma de la guadaña más cruel y filosa que uno pueda imaginar. Las plumíferas me miran desprendiendo llamaradas de los ojos. 
Tiemblo, quiero correr, pero el miedo no me lo permite. 
- ¿Quién es el gallina ahora? - dice irónicamente una de ellas. 
- Míralo, parece un pollito mojado - acota la otra mediante sarcasmo.

Aquí tienes el resultado de los errores que se fueron sucediendo luego que dentro del laboratorio se intentara conseguir un producto “adecuado” a las exigencias del mercado para alimentar a tus congéneres.
-A eso lo llaman codicia –espetó la del ala partida.
-Si, además de los daños colaterales, que aunque los previeron no calcularon su dimensión –dijo la grisácea- la mimetización le llamamos nosotras, la peste, los científicos, ocultando absolutamente todo. 
A medida que huelo, observo y escucho durante este período, el acontecimiento inaudito noto en mí ciertos temblores involuntarios, leves al principio, pero que al poco tiempo se hicieron incontrolables. Cuando me rasqué la cara para aliviar la picazón tremenda que se había originado, palpo en torno a mi nariz una protuberancia algo rígida y curvada. 
Ahí fue el comienzo del verdadero suplicio. 
Nunca supe si mi amiga era una esa gallina que picoteaba la caja y me hablaba en un tono familiar o si se había escapado, sin llegar a entregarle a Jaime el paquete. 

Frente a ésta situación y antes de que mi mente humana de hombre consciente dejara de funcionar normal, pensé plasmar aquí, un modesto, profundo y certero mensaje a todos los habitantes del planeta: ¡Cuidado! con los experimentos y transformaciones que salgan del contexto de lo ya existente. Me refiero concretamente a nuestra querida, sabia, única y balanceada,  Madre Naturaleza.
                                                                             --  fin  --   


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