Técnicas utilizadas: Rashomón y Cajas Chinas.
Dificultad
del juego: Alta
1.
Ana - Mabel (domingo de tarde)
2.
Luis - Walter (domingo de tarde)
3.
Hija - Sergio (domingo de tarde)
4.
Hijo - Diego F. (domingo de tarde)
5.
Vecina y Oficial - Diego V. y Daniel
(domingo de tarde)
6.
Leonor - Stella (domingo de tarde)
7.
Investigadores- Célica y Sebastían (5 años después)
8. Narrador – Ruth
En la inmobiliaria
estaba a la venta la casa de la costa, donde hacía algunos años había sucedido
una desgracia. El empleado se resistía a ir hasta allí, porque era
supersticioso.
Luego de darle vueltas
al asunto, un día no pudo sacarle más el cuerpo y con paso decidido, se le
ocurrió entrar. La casa tenía dos plantas, amplios ventanales y mucho desorden.
De los muebles poco
quedaba. Subió al segundo piso y en el suelo encontró una fotografía del rostro
de una mujer. Al darla vuelta, leyó en cursiva:
“Luis, para que nunca me olvide, tuya
siempre Leonor.”
Testigo mudo de una
desgracia -pensó depositando la foto sobre una mesa.
Finalmente se supo que
una nueva investigación había llegado a revelar el suicidio. La esposa al
morir, había dejado tras de sí un halo de misterio que no se resolvió por mucho
tiempo; pero luego de cinco años y a instancias de otro investigador el caso se había cerrado. “Suicidio” fue la
carátula del expediente que se archivó por disposición del Juez.
No sé cómo voy a hacer
para vender esta propiedad, -dijo mirando hacia el patio y la imagen de la
occisa, vista en aquel diario, una vez más asaltó sus ojos. La palidez del
cuerpo desnudo de la mujer y un hilo de sangre que comenzaba a salir de su
cabeza lo trasladaron hacia el pasado...
ANA
(Esposa muerta) Mabel
Estoy cansada, me
levanto porque soy una máquina que responde a un dictamen impuesto, cada día es
una copia del anterior.
Hoy domingo, me reúno
con las chicas, ¡como odio eso!, es una rutina estúpida, todas actuamos
sorprendidas por el último chisme.
Dios ¡tengo que
vestirme! para ese juego tonto y aburrido. Todo es una farsa, si nos rascan un
poco encontrarán un montón de basura putrefacta. No puedo más, esto me asfixia,
me consume. Me miro desnuda ante mi juez, el espejo, solo veo un montón de
huesos, cubiertos por una piel seca, despojada de cualquier tipo de humanidad.
Me pregunto cuando me
perdí, en este mundo de sombras. Vendí mi alma al mejor postor y este me
exprimió sin piedad. Elijo el mejor disfraz para la ocasión, acorde a mi
posición social.
¿Cuándo empezó esto?,
¿Cuándo la bebida se convirtió en mi confidente y la depresión, en mi mejor
amiga?
Hace una eternidad que
me casé con Luis, yo era joven, él me deslumbró. Hasta compró a mis padres,
como si fuéramos objetos expuestos, a la venta.
Al principio todo era
perfecto, hasta que un examen ginecológico, dio la estocada, y derrumbó ese
castillo de felicidad. Una sola palabra terminó con todo: ESTÉRIL.
Me fueron robadas todas
mis ilusiones y mis sueños fueron cortados por la guadaña del destino.
Estaba seca, mi vientre
muerto, para Luis fue un golpe a su hombría, a su apellido, había perdido su
perpetuidad.
Todo comenzó a
desmoronarse entre nosotros, solo nos convertimos en una pareja de apariencias,
yo me dedicaba a dar clases de jardinería japonesa y a eventos triviales, y
Luis se hundió en su trabajo.
Éramos la familia
ejemplar, Luis, los niños y yo, todos
nos celaban. Nuestras fiestas de fin de año, se destacaban por un cálido toque
familiar.
Yo me perdí entre copa
y copa, miraba a toda esa gente, ajena, superficial y pensaba: si supieran que
todo es una puesta en escena.
Que esos niños, a los
que llamo hijos, no lo son; son hijos bastardos de Luis, de sus amantes de
turno. Aprendí a esconder los secretos familiares, cada vez que una de sus
amantes aparecía embarazada, yo viajaba a Europa, con la excusa de que tenía un
problema en la sangre, y necesitaba medicina especializada, de lo contrario
perdería al bebé. Era una maestra en la mentira, por si algún curioso
preguntaba.
Un timbre interrumpe el silencio del cuarto.
Bajo con desgano las
escaleras, en la puerta de entrada visualizó una figura femenina.
Abro la puerta,
preguntado
-¿Que desea?
- Buenas tardes, soy Leonor, la otra.
Mis piernas no me
responden, la tomo del brazo, cierro la puerta y la llevo a la biblioteca.
Ella habla y habla, no
puedo escucharla, estos minutos me parecen interminables, solo la miro, joven,
bonita, yo vieja y gastada.
Le digo que me deje su
teléfono, que luego me comunicaré con ella. Lo escribe en un pequeño papel que
encuentra en su cartera y me lo entrega, agarrándome con fuerza la mano y con
lágrimas en los ojos, diciéndome:
-Espero su llamada.
La empujo y le grito,
ahogada en mis propias lágrimas, la echo a la calle, como quien desecha algo
sucio, repugnante.
Subo a mi cuarto con
las pocas fuerzas que me quedan, todo mi ser me dice que la historia se vuelve
a repetir, mi corazón ya no aguanta tanta humillación, tanto dolor. Me despojo
de mi ropa, que me ahoga, mi mente comienza un camino sin retorno. Desnuda,
como vine al mundo, subo a la azotea, libre de deudas, sin ataduras, miro hacia
atrás buscando la salvación, pero estoy sola, como siempre lo estuve. Me acerco
al borde de la azotea, y en el vacío veo mi liberación, la muerte me extiende,
su mano cálida.
LUIS
(Esposo) Walter
Es una tarde de
domingo, llego a casa, conduciendo mi auto, volviendo de un viaje de negocios y
al ver a la policía y ambulancias en mi puerta, bajo corriendo y me encuentro
con el cuerpo de mi esposa muerta! No puedo creer lo que ha sucedido. Estaba
sola en la casa ya que mi hija y su hermano estaban en casa de amigos y tíos.
Que terrible desgracia!
LETICIA
(Hija-18 años) Sergio
Soy Leticia, tengo
dieciocho años y muchas ganas de vivir la vida con todas las enseñanzas que nos
da. Dicen que soy alegre, simpática, bonita y muy sociable. De cuerpo elegante,
hermosas facciones y juveniles todavía, que no demuestran haber pasado la
adolescencia. Vivo con mis padres y hermano menor. Una enorme casa de dos
plantas, tres habitaciones, dos baños, cocina, comedor, living y un gran patio
exterior. Finalizando el terreno, hay una variedad de árboles frutales, los
cuales son la devoción de mi padre. La relación con mi madre fue fructífera,
hasta que un día lo dejó de ser; cuando ella comprobó que mi padre tenía una
amante, quien era su secretaria Leonor. Desde entonces ella fue decayendo
abruptamente con extraño carácter impulsivo por momentos, de quien se adueñó la
depresión. Pocas ganas de comer tenía; vistiendo siempre la misma ropa
sencilla. No se pintaba ni perfumaba. Cada vez con más frecuencia tomaba
alcohol. Conclusión: se sentía abandonada y muy decepcionada; pues el
entendimiento con mi padre era diferente. Él siempre me sonreía y preguntaba
por mí. Muchos no eran los diálogos, ya que por razones laborales, viajaba
constantemente. Lo que sí me hacía pensar, eran las veces que lo escuchaba
hablar en voz baja con su secretaria desde casa. Oía entre frase y frase, cosas
que no eran precisamente temas de trabajo. Tenía la característica de ser
simpático, sociable y de buen humor. Lo demostraba al entrar y salir de casa,
cuando la vecina detectaba su presencia, ambos no escatimaban el tiempo en
diálogos cortos, suspicaces y dejando al descubierto el doble sentido de la
conversación. También los piropos sutiles y respetuosos, fluían de ellos,
haciendo caso omiso al qué dirán. El tiempo transcurrió y sucedieron cosas terribles.
Entre ellas, la muerte de mi madre que hasta ahora, no se ha podido esclarecer.
GABRIEL
– (Hijo 10 años) – Diego F.
Soy Gabriel, tengo diez
años. Son las 10 de la noche y mis padres aún no han venido a recogerme a la
casa de mis tíos. Por lo general los domingos de tarde ellos me traen y luego
de tardecita me levantan, pero por alguna razón se están demorando.
Me gusta mucho venir a
este lugar, no solo por lo divertido que es jugar con mis primos sino también
porque al ser una chacra convivo con un entorno que en la ciudad no tengo.
Algunas veces mis padres se han quedado aunque no lo hacen muy seguido y creo
yo porque mi tía y mamá que son hermanas no se llevan muy bien. A papá sí creo
que le gusta venir, porque aquí jugando con nosotros lo noto contento y no
malhumorado como suele estarlo en casa a causa de alguna discusión con mamá o
cuando las cosas no andan bien en su trabajo.
Mis tíos llamaron por
teléfono a casa un poco preocupados por la tardanza, pero no me han dicho nada
que contestaron mis padres. Ahora los dos están extraños mi tía en un rincón
callada, con la mirada perdida y mi tío concentrado en el fuego. Todo esto me
da un poco de miedo, pero me parece más bien a lo tenebroso que ha sido el día
de hoy y no a la demora de mis padres.
En la tarde mi tío nos
llamó a mis primos y a mí para que viéramos algo que según él necesitaríamos
aprender para cuando seamos grande.
Al llegar al galpón
donde se encontraba vimos una oveja colgada de un palo con la cabeza hacia
abajo. Mis dos primos se sentaron en el piso cruzados de piernas como
dispuestos a ver algún espectáculo, yo preferí estar parado. La oveja estaba
viva ,con sus dos grandes ojos abiertos, moviéndose, como queriendo escaparse,
cosa que le era imposible por la manera que estaba dispuesta y por sus patas
atadas. Mi tío arrimó un latón debajo de la oveja, desenvaino un cuchillo que
llevaba siempre atrás en la cintura y le cortó el cuello. Mientras la sangre
caía a chorros en el latón yo escuchaba impávido aquel repiqueteo. Mis primos a
mi lado se reían, creo que de mí. Culminada la tarea mi tío nos ordena salir a
jugar, cosa que hicimos, en mi caso como forma de salir de inmediato de aquel
lugar.
La tarde resultó
entretenida y creo haberme olvidado de lo que pasó en el galpón pero cuando mi
tía nos llamó apenas ocultado el sol para tomar la leche me vino nuevamente el
miedo. Ella tenía la costumbre de leernos algunos cuentos junto a la estufa.
Por lo general eran cuentos de terror por lo menos para mí. Ella se divertía,
mis primos creo que también. Ese día leyó unos cuentos de Horacio Quiroga, uno
se llamaba “la almohada de plumas”, cuyo personaje postrado en una cama va
debilitándose lentamente sin una razón aparente hasta que al final luego de su
muerte se comprueba que un insecto cobijado dentro de las plumas de su almohada
se encargaba de saciar su sed con la sangre de su víctima. Luego nos leyó el de
una madre que degollaba una gallina mientras sus tres hijos bastante idiotas la
observaban sentados en un alambrado mientras planificaban repetir la escena con
su hermana menor días más tarde.
Mi tía me resultó
siempre un tanto extraña no solo por los cuentos que elegía para leernos sino
porque tenía, en una pieza por lo general cerrada y que yo por curiosidad logré
entrar, muchas velas, algunas encendidas, máscaras raras colgadas de las
paredes y ramos de yuyos por todos lados. Nunca supe que hacia mi tía sola o a
veces con otra gente desconocida ahí adentro.
Ahora estoy acostado
solo en una pieza sin poder dormirme. Sigo con miedo, no sé si a causa de lo
que me ha pasado el día de hoy o porque nadie me dice nada sobre qué pasó con
mis padres.
VECINA (Diego V. y Daniel G.)
-Buenos días oficial. Soy la vecina ¿Pasó
algo?
- Por favor señora,
circule que estamos trabajando.
-¡Pero hombre, qué
carácter! Déjeme pasar.
-Por favor señora…
-Vivo en la casa
contigua, tengo derecho a entrar a mi casa y a saber qué pasó. Mi hermana está
en la casa, sola.
-Quédese tranquila
señora, su hermana está bien. Nos llamaron porque… bueno, su vecina apareció
muerta en el…
-No me diga que la
quisieron robar, yo sabía, ahora van a venir…
-No señora, no es
eso... no puedo darle información, pero todo indica que fue un suicidio.
-¡Ay qué horror…
-Pase señora, vaya a su
casa y no salga por un buen rato. Después vamos a ir hacerle unas preguntas de
rutina.
-Muchas gracias joven.
Es que me ponen nerviosa las luces de los patrulleros… Voy a ver cómo está mi
hermana, seguro que recién se despertó de la siesta y no se enteró de nada.
Muchas gracias.
Así que la vecina
apareció muerta. Dios me libre y me guarde. Pobrecita. Seguro que le dio algo
en la cabeza de tanto tomar whisky. ¿Y si no se mató? ¿Y si hay un asesino en
el barrio? ¿Uno de esos loquitos que les da por matar en serie? Qué cosa la
vida. Teniéndolo todo como en bandeja. Bien dicen que cada casa es un mundo.
Qué cosa; justo qué el anda trabajando; qué disgusto; y los chiquilines…
Angelitos…
LEONOR
– AMANTE ( Stella)
Soy la amante de Luis.
La noticia de la muerte de Ana. Su suicidio es lo que me decide. No puedo
contarle nada a Luis, las cosas que le dije hoy cuando me enfrenté a ella. Tal
vez eso la llevó a tomar esa decisión. Esta es su venganza.
Pasaron cinco años de
la muerte de la mujer y la investigación se reabrió. Se designó el caso a los
investigadores Trías y Ferrerese, los cuales continuaron hasta las últimas
consecuencias.
INVESTIGADORES (Célica y Sebastían) - 5 años después
-Buen día Trías,
tenemos este caso para investigar
-Cinco años atrás, ¿Qué
pasa?
- La nueva ley de
“Violencia Doméstica” exige ver si realmente fue suicidio, además, es un caso
sin resolver.
-Lo estudiaré y en los
próximos días necesitaré comenzar las entrevistas a los sospechosos. Tomá nota
Domínguez. Primero a los hijos. Hoy con quince y veintitrés años, esto es bien
diferente…Segundo quiero a Leonor, la amante, dejó el trabajo y se mudó. Luego
al esposo, se fue al otro día de la casa dejando todo abandonado hasta
fotografías. Personalmente visitaré a la vecina en su domicilio. Me extraña lo
poco que aparece en el expediente a pesar de que es su primera y única
declaración queda claro que además de la cercanía, tiene un gran conocimiento
de toda la familia. Averiguá a qué hora está en su domicilio.
-¿Las entrevistas para
la mañana o la tarde?
-Prefiero al mediodía
-Bien.
-Esperá, también hay
que saber si la muerta tiene padres o hermanos, lo mismo el marido. Avisá si
encuentran algún otro dato.
-Por supuesto, ojalá
que cerremos el caso.
LETICIA
(Hija-23 años) Sergio – 5 años después
Soy Leticia. Hoy a
cinco años de lo acontecido, recibo una citación judicial con el fin de aclarar
los hechos. Doy mi testimonio, recordando aquellos momentos tan dolorosos y
llenos de incertidumbre. El día que murió mamá yo no estaba ahí. Era domingo y
había salido con una amiga a distraerme un poco. Tocamos varios temas; entre
ellos mis problemas. Ella me invitó muy amablemente a pasar unos días en la
casa, hasta que tuviese un panorama más claro. Agradeciendo, le respondí que si
no tenía inconveniente, le aceptaba irme con lo puesto, esa misma noche, y ver
con más calma y tal vez el día siguiente lo resolvería. Así lo hice. Cuando
volví a casa, ese día, ya estaba oscureciendo, no encontré a nadie y en vano
fue que llamara en voz alta a mi familia, una y otra vez. En ese instante
tocaron timbre; era la vecina, que el verme llegar, me dio la noticia del
fallecimiento de mi madre. Quedé tan sorprendida, que no lo pude creer. Sin
escuchar más, salí corriendo a mi cuarto. Puse algunas pertenencias en mi bolso
de viaje y regresé a casa de mi amiga.
GABRIEL
– (Hijo 15 años) – 5 años después - Diego F.
-Hola tío como estas.
-Que tal Gabriel. Debo
decirte que no tengo muy buenas noticias.
-¿Paso algo?
-Mientras te
encontrabas en el ensayo llegaron dos agentes policiales con una citación por
el caso de tu madre. Tomá aquí está.
-Tío disculpa, me voy a
leerla a mi cuarto.
-Comprendo, ve
tranquilo.
Maldición, nuevamente
abrir la caja de pandora. Un investigador me cita para interrogarme, lo único
que me sirve como consuelo es saber que alguien, por algún motivo que
desconozco, abrió el caso nuevamente porque lógicamente no le cierra que mamá
se haya suicidado. Y todo esto un día antes del concierto cuando más necesito
estar calmado.
Me voy a la sala a
practicar los dos movimientos más complicados para ver si me sereno.
Este piano ha sido mi
refugio, lo es ahora cada vez que necesito introspección y lo fue antes
mientras ocupaba un lugar en casa simplemente de adorno y yo me recluía en sus
sonidos cada vez que explotaban las interminables discusiones entre papá y
mamá.
Que haya avanzado en el
aprendizaje se lo debo al estímulo que mamá me brindaba y al de mi empeñosa
profesora Celina que confiaba en mí, ya que el interés de mi padre al respecto
era nulo, diría más, intentaba por todos los medios disuadirme, llegando al
colmo de hacerme regalos ostentosos como coacción.
Nunca quise a mi padre,
y ni siquiera sé porque. Tampoco lo odiaba. Simplemente nunca hablamos. La
muerte de mamá siempre se había interpuesto entre nosotros, como una espesa
cortina de silencio que ninguno de los dos se había atrevido a descorrer para
tender la mano al otro.
Aunque hoy soy muy bien
conceptuado en la orquesta juvenil, todavía no estoy convencido de mi verdadero
talento.
Cuando fue asesinada
mamá, y debo ser de los pocos que creo en esto, me recluí en el piano con
frenesí, en jornadas agotadoras que me evitaron pensar en el dolor que padecía
por esa época. Hoy tal vez diluido con el tiempo, vuelvo al piano una y otra
vez, tal vez como forma de seguir huyéndole por si me toma desprevenido.
LEONOR
– AMANTE ( Stella) – 5 años después
Soy Leonor, la ex
amante de Luis. Cuando recibí la carta de mi tía Águeda, no podía creerlo.
Frente a mi tenía la citación del despacho de investigaciones.
Se había reabierto el
caso de la muerte de la mujer de Luis y me citaban a declarar.
Otra vez tener que
enfrentarme a esa tragedia después de cinco años. Yo que creí que era
suficiente desaparecer, mudarme de ciudad, dejar el trabajo, para que Luis no
se enterara del nacimiento de Ángela,
Pensé en no ir, mi tía
me decía, que no, que tenía que presentarme, que la comprometía y además que de
todas maneras me vendrían a buscar.
-Vas a tener que
aclarar lo que no te animaste a decir, que fue culpa tuya. ¿A que fuiste a
hablar con esa pobre mujer?. Debe haber sido eso lo que la precipito a la
muerte, vos sabias que no eras la primera amante de ese hombre.-me increpaba mi
tía.
Siempre me quedó el
remordimiento de la visita. Yo tenía derecho, cuando le dije de mi embarazo,
ella lo tenía que dejar. Nunca esperé que me echara a empujones, llorando y
gritando, que fuera culpa mía, que como todas quería sacarle el marido, por
interés.
Me asusté tanto, me
avergonzó el ser tan estúpida que nunca me animé a decirle a nadie. Ahora todo
volvía a empezar.
LUIS
(Esposo) Walter – 5 años después
Soy Luis. Después de
cinco años me llegó una citación de un investigador por la muerte de Ana. Yo nunca
tuve claro la teoría del suicidio de mi esposa.
Me parece mentira que
ella se haya quitado la vida, no tanto por mí, sino por nuestros hijos. Debo
admitir que no he tenido una vida ordenada y que la he engañado varias veces.
Conocí a Leonor cuando se presentó en mi empresa a solicitar empleo. Tenía
buenas referencias y experiencia anterior, a mí me impactó su belleza e
inteligencia.
Tuvimos una relación
intensa y apasionada. Por supuesto que yo me cuidé mucho de ocultarla.
Leonor era muy celosa y
exigente y quería que abandonara mi hogar y me divorciara de Ana. Discutíamos
mucho, porque yo no me quería tomar esa importante decisión. Leonor se marchó
de mi empresa intempestivamente y nunca supe que ha sido de su vida en estos
cinco años.
Cuando encontraron el
cadáver de Ana, a su lado había una foto mía y de Leonor con una dedicatoria de
ella... ¿Tendrá alguna relación mi ex
amante con la muerte de mi esposa?
VECINA (Diego) – 5 años después
Otra vez la policía con
la cantaleta de la casa de los (apellido de la familia). Digo yo ¿No tendrán
otra cosa mejor para hacer que venir a pasearse por el vecindario dele entrar y
salir de esa pobre casa? Para colmo, dicen que está igualita. Así como la
dejaron después de aquel domingo fatídico, así se mantiene. Si ni a los
ladrones se les dio por meterse ahí. Y con la cantidad de robos que hay hoy en
día, ¿preocuparse por algo que pasó hace tantos años? En fija que alguno de la
jefatura precisa hacer mérito para acomodarse en algún cargo de importancia,
sino no tiene sentido…
Para peor voy a tener
que aguantar otra vez los interrogatorios. Dele que te dele con la
preguntadera. Que si conoce a la familia, que si se daba con ellos, que si notó
algo raro, que qué opina. Y qué puedo opinar, si Luis era un lujo de vecino. Y
ella también, aunque era media antipática, poco sociable, como que le costaba
darse con los demás.
Me acuerdo que con ella
nunca hablábamos, ni yo ni mi hermana, y eso
que la cruzábamos a cada rato. Con ella todo era de hola y chau. Ahora,
con Luis no, con Luis era otra cosa. Siempre un buen día, un cómo anda vecina,
una sonrisa pintada y ofrecida sin interés alguno. Es que Luis era un sol, un
sol de vecino claro. Siempre preocupado por si una precisaba ayuda, si
necesitaba algo, que el portón de la
entrada, que el pasto del jardín, que viajo a Buenos Aires y no me cuesta nada
quédese tranquila, que qué se hizo vecina, pasó por la peluquería, porque hoy
está radiante… en fin, Luis era así: un lujo, atento y galán.
Y ella un poco, bueno…
como que mucho no lo cuidaba. Me parece a mí, no sé. La verdad es que siempre,
siempre andaba desarreglada, con las mismas ropas; en cambio él, tan elegante,
con una presencia… yo creo que ella un poco capaz que se sentía menos… no sé,
me parece.
Pero de ahí a matarse…
lo que pasa es que el hombre era muy mujeriego, o por lo menos esa era la fama
que tenía. Siempre andaba con alguna palomita bajo el ala.
Mi hermana decía que le
gustaban las muchachas jóvenes y que el día en que la esposa apareció muerta,
en realidad él no estaba porque hacía ya varios días que había abandonado la
casa. Eso dice mi hermana pero para mí que son puras macanas. Lo que ocurre es
que Luis viajaba mucho por trabajo y además no creo que haya dejado la casa
porque él era muy pegado a los hijos.
Y ahora otra vez a
darle vueltas a la perinola. Con todo esto y los policías yendo y viniendo
seguro que volvemos a aparecer en los informativos. Y entonces, además de
responder a la policía vamos a tener que responder a las preguntas de los
periodistas. Aunque por lo menos esa parte es divertida, la última vez vino el
Nano Folle, alto, grandote, con ese pelo largo y esa voz gruesa; enseguida
llamó todo el mundo: que te vi en la tele, que para qué salís a hablar, que la
próxima vez hacerlo pasar y arréglate un poco, que cómo vas a decir que
discutían. Y si era verdad. Hasta el día de hoy me acuerdo que discutían
bastante seguido. No sé exactamente por qué razones pero lo más común era que
ella le recriminara a los gritos la cantidad de viajes que él hacía en el
trabajo. Y él, sin levantar la voz y hasta con cierta dulzura, siempre la
mandaba a freír papás. Todo esto dice que lo escuchó mi hermana porque yo nunca
distinguí más que murmullos. Dice también que ella chupaba abierto; y de eso
doy fe, más de una vez la vi pasearse botella en mano por los jardines del
fondo.
Por eso creo que Luis
tenía razón en las cosas que le decía. Al fin y al cabo si llevaban la vida que
llevaban y si tenían las cosas que tenían, fue gracias a los viajes de Luis, a
su trabajo; y no a las clases de no me acuerdo qué cosas que daba ella. Y él se
lo decía, así con su manera de ser, sin levantar la voz, casi que sin
despeinarse. Pero se lo dejaba bien clarito. Y ella pegaba unos gritos: que
desgraciado, que maldita la hora… Eso sí yo lo escuchaba… una vergüenza.
Mi hermana dice que
cuando Luis no estaba, de madrugada, se escuchaba el llanto desconsolado de la
señora. Yo lo único que escuchaba era el concierto que metían los gatos que se
juntaban en el techo del fondo. Para mí que mi hermana, sorda y loca como era,
confundía los maullidos con el llanto de la mujer.
De lo que sí no me
acuerdo mucho es de los nenes. Bueno, en realidad a la nena casi que no la
traté nunca; bastante asquerosita era. Se ve que salió a la madre. Al chico lo
veía los fines de semana jugando en el jardín de la casa. Todos los domingos se
la pasaba pateando la pelota, y antes del almuerzo Luis siempre se hacía un
tiempo para jugar con él. Se notaba a la legua que lo adoraba. Y a la nena
también, porque siempre algo decía de ella: que salvó un examen, que se va de
animadora a un campamento, que ahora quiere hacer una fundación protectora de
animales… Sí, si hay algo de lo que estoy segura es que Luis los quería mucho.
Y yo creo que a la esposa también la quería, a su manera, pero la quería. Y es
que a veces las mujeres no sabemos llevar los años de matrimonio y sin darnos
cuenta echamos a perder al hombre que tenemos al lado. A mí nunca me pasó
claro, porque nunca estuve casada. Pero yo creo
que a ella sí, lo que le paso fue un poco eso.
INVESTIGADORES
TRÍAS Y DOMÍNGUEZ AL FINAL (Célica Y Sebastían) final
-Cerramos el caso
Domínguez
-¿Cómo?
-No pudo enfrentar la
verdad, la mentira ganó
-¿Qué decís Trías?
-Hijos y marido no
estaban en la casa, no era día de jardinero. El muchacho de la vinería con el
cual tenía un vínculo de alcohol y propina trayéndole bebida cuando estaba
sola, al ser domingo estaba cerrado. La venida de Leonor con la noticia de su
embarazo y que Luis le había contado que sus hijos no lo sabían. Luis, un
ausente, nunca la contuvo, por eso su culpa, su huida. No tengo dudas
Domínguez. Ana Pensó que la verdad pudiera salir a la luz, no tuvo fuerza para
enfrentarlo nuevamente y se suicidó.
Narrador
(Ruth) Final
El hombre cerró los
ojos para que la oscuridad le impidiera
seguir viendo la macabra escena. Los volvió a abrir para cerciorarse de que en
el sombrío patio no estaba estampada la figura de la muerta.
Parsimonioso, y con la
certeza de que no quedaban huellas de aquel suceso, rehízo el camino en sentido
contrario. A su paso iba cerrando ventanas y puertas, exorcizando el pasado.
Aquella casa sería una
más de la cartera de inmuebles en venta
que tenía la inmobiliaria.
FIN
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