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domingo, 31 de julio de 2016

ERÓTICA

Y PARECÍA UNA CAJA DE ZAPATOS…
Escritores Creativos Casa de los Escritores del Uruguay 2016
Sandy Frederico.
           
Llegué a casa a las nueve de la noche. Hoy es mi cumpleaños número treinta.
Mi esposo me esperó en el dormitorio, puso música sensual.
            Al golpear la puerta él me dijo que cerrara los ojos. Lo hice, sentí en mi rostro como me colocaba un antifaz de cuero fresco.
            Abrí mis ojos y vi velas rojas por toda la habitación que se entreveraban con pétalos de rosa. Arriba de la cama había una caja con un enorme moño.
            Él llevaba puesto un bóxer de cuero negro y también un antifaz. Me pidió que abriera la caja. Dentro había lencería de encaje color gris metal y un par de esposas con plumas rosadas.
            Él trajo una botella de vino mientras yo me cambiaba. Me esposó a la cama y comenzó a derramar vino sobre mi espalda, a la vez lo degustaba con su lengua. Mis pezones comenzaron a endurecerse. Mientras yo le acariciaba su cuerpo con mis pies. Él los lamió con gran dedicación. Mi respiración entrecortada aumentaba. Exploró mi cuerpo con sus dedos hasta extasiarme. Liberó las esposas de mi mano derecha, así que pude meter mis dedos en su boca. Me dio un giro agarrando fuerte mi cabello y comenzó a penetrarme, lento, fuerte y pausado.
            Yo estaba muy excitada. Noté algo más en la habitación, como una presencia. De repente entró a la habitación una chica desconocida para mí. De cuerpo escultural y totalmente desnuda. Se acercó a nosotros y los dos me acariciaban. Mi esposo dejó de penetrarme. Soltó las esposas de mi mano izquierda. Le había comentado alguna vez de mi fantasía sexual con otra mujer, pensé que se había olvidado. Pero no. La lengua de esta chica era delgada pero suave. Me abrió por completo las piernas y comenzó a hacerme sexo oral.
            Mientras tanto mi esposo nos observaba sentado en un sillón muy cómodo situado frente a la cama. Luego de rozarnos y besarnos, esta chica me mostró una caja que parecía de zapatos. Era así, dentro había un par de zapatos de taco fino, negros y con tachas. Ella me los puso. Mi esposo me pidió que le pisara el pecho, se acostó en el suelo y le hice sentir mi poder.
            Inmediatamente fui a buscar una cuerda larga y cuando volví a la escena los até juntos, pasé a sentarme en el sillón los observe por dos o tres minutos, me puse un sobretodo y salí a la calle.

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