Trastorno
de salud emocional que se caracteriza por tener miedo intenso a objetos
situados a la derecha del cuerpo.
Escritores Creativos Biblioteca Ernesto Herrera
María del Pilar Leivas
-¿Qué ruido es ese? ¿Qué hora es? Las diez y media… ¡Qué
bien he dormido esta noche! Sin miedos, sin sensaciones de ahogo, palpitaciones,
sudores fríos y nauseas. Ya quedó solucionado el problema de las cortinas que
me acosaban y querían envolverme por el cuello…y aquellos ruidos y luces que
querían entrar rompiendo vidrios… ¿Serían extraterrestres?
Antonio, el portero,
ayer terminó de tapiar la ventana y revocar todo. Primero fue la lámpara de la
mesa de luz, que prendía y apagaba en forma constante; luego el reloj que
aumentaba de tamaño ensordeciéndome con su tic-tac y amenazándome con
aplastarme.
Luego la cómoda, con
sus cajones que se abrían y cerraban volcando su contenido.
Antonio terminó sacando
todo, no sé qué haría sin él. Debo levantarme. Giro y me siento del lado
izquierdo de la cama. Es importante que recuerde todo esto. Prendo la luz sin
mirar hacia la puerta del cuarto que quedó a mi derecha. Debo apurarme antes
que se abra y entre alguien. Tomo la ropa que dejo preparada en la silla.
Cierro los ojos y me paro. Giro. Ahora si tengo la puerta al frente. Salgo.
Por suerte tengo el
baño y la cocina a la izquierda. Entro al baño. Eliminé la ducha de la derecha.
Arranqué la amenazadora cortina. Saqué la roseta y canillas; el agua se
recalentaba hasta quemarme. Frente a la pileta, me lavo el cuerpo con esponja y
toalla, cepillo mis dientes y me peino. Rápidamente me visto, uso el inodoro
situado a mi izquierda. Ya estoy listo. Retrocedo caminando hacia atrás. Cierro
los ojos y salgo.
No quiero ver la pared
del living. Ya saqué las fotografías encuadradas, con aquellos ojos que se
agrandaban y me seguían; bocas que se movían diciéndome cosas indescifrables.
Me apuré en la cocina, a comer una fruta y un jugo. Cada vez como menos.
Antonio se encarga de
traerme algo. Quiere que vaya al médico. Después de la última aplicación de
quimioterapia, me siento raro, con miedo a todo.
Me aterra salir, todo
lo que viene o está a mi derecha es peligroso; el tránsito, la gente,
semáforos, contenedores…
Camino recostado a las
vidrieras de mi izquierda, sin cruzar la calle, sin entrar a los negocios.
Regreso a casa dando vuelta la manzana. Ir al médico, supone salir, taxis,
hablar con gente, no puedo sin ayuda.
Mi hijo viene a verme
el mes que viene. Vive en Australia. Voy a decirle que me lleve.
Mientras, prefiero
quedarme en casa, estoy más seguro, tengo casi todo resuelto, por ahora…
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