Escritores Creativos Biblioteca Ernesto Herrera
ARTÍCULO
Por Elsa
Freire
La primera observación
microbiológica registrada la realizó el holandés Anton Van Leeuwenhoek en 1676
pero transcurrieron alrededor de dos siglos antes que Louis Pasteur y Robert
Koch se destacaran por sus descubrimientos y se comenzara a hablar de
estos organismos como la causa de muchas enfermedades.
Están presentes en casi
todas partes y pueden sobrevivir a casi todo. Desde que nacemos estamos
cohabitado por millones de ellas sin que nos demos cuenta. Las asociamos a su
lado más negativo, el de ser la causa de una amplia gama de infecciones o
enfermedades algunas de ellas leves pero otras letales como ser
desde un pequeño grano o una neumonía.
Las bacterias patógenas son las
responsables de innumerables patologías que afectan a los seres humanos y animales pero ellas solo representan una ínfima parte
del inmenso universo bacteriológico. En nuestro cuerpo superan en diez veces la
cantidad de células, lo mismo ocurre en los animales, plantas, hongos, rocas,
agua y aire, son los organismos más abundantes del planeta y viven en hábitats
tanto terrestres como acuáticos.
Pueden vivir tanto en temperaturas que superan el punto de
ebullición como también por debajo de
las temperaturas de congelación. Incluso
hay bacterias que pueden soportar
golpes de radiación de potencia
mil veces mayor que la necesaria para matar a un ser humano.
Su alimentación incluye
desde azúcar a almidón, luz solar, sulfuro , hierro y una lista interminable de sustancias en
concordancia con el medio en el que
viven. A través de millones de años de evolución, los humanos hemos establecido
una aso-ciación de mutuos beneficios
con los microbios que nos habitan. A cambio de la ayuda que nos
brindan para realizar los procesos digestivos les brindamos suficientes
nutrientes a través de los alimentos que ingerimos.
Por ejemplo rompen las
moléculas de alimento que nuestros ácidos y enzimas no pueden disolver y nos ayudan a extraer sus
nutrientes, transforman la energía, producen ácidos grasos, estimulan nuestras defensas para protegernos de bacterias que
nos enferman, producen vitamina B y K ,
colaboran evitando la pérdida de minerales de nuestro cuerpo y lo limpian a
través de elementos que expulsamos como la piel muerta o el sudor.
Su campo de acción es
igualmente importante fuera de nuestro organismo pues colaboran en la biodegradación o
reciclado de basura, fertilizan la tierra y combaten ciertas plagas, en
combinación con elementos químicos
equilibran las aguas de ríos y mares,
también se utilizan en productos
para la limpieza de vertidos de petróleo en el mar, eliminación de residuos
tóxicos etc.
El aporte de la ciencia
nos ha permitido reconocer
beneficios que desde tiempos
inmemoriales ya fueron aprovechados por distintas civilizaciones.
Los yogures y los quesos existen gracias a las bacterias que le aportan
sabores, texturas y consistencias haciendo un importante aporte a la gastronomía.
Desempeñan un rol clave
en la producción de medicamentos. Se estima que desde el año 2008 se han
invertido más de 500 millones de dólares
en la investigación para la utilización de bacterias como medicamentos.
Las grandes empresas farmacéuticas sostienen
que hay una posibilidad muy
importante en su utilización y es muy posible que en el futuro nuestros
médicos nos receten bacterias en lugar
de medicamentos convencionales.
Están presentes en el
planeta desde antes que cualquier otra forma de vida existiera y seguirán
estando aún si el hombre en algún momento desapareciera. No es concebible la
existencia sin ellas y es mucho más lo que desconocemos que lo que sabemos de
ellas.
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