Responsable: Mónica Marchesky

Seguidores

domingo, 23 de agosto de 2015

VENCIENDO MI VIEJA FOBIA

Escritores Creativos Biblioteca Ernesto Herrera
Rosa Cimbler

Aquel día de agosto, Sara despertó más temprano que de costumbre. Sabía que debía concurrir a su mutualista a los efectos de llevarle los últimos estudios que se había efectuado a su urólogo.
Hacía ya dos años que mediante una ecografía la habían detectado dos cálculos en su riñón izquierdo. Se sentía nerviosa, un extraño desasosiego la embargaba, ya que a su problema se agregaba el hecho de que el médico atendía en un quinto piso, al cual debía acceder por medio del ascensor.

Al entrar en él, sintió un rubor intenso cubriéndole sus mejillas, el conocido pánico que la ganaba cuando se hallaba en lugares cerrados, se apoderó de ella.
Tres señoras y un hombre que compartían el estrecho ámbito parecían notarlo y tenían sus ojos clavados en su rostro.
-Piso quinto, urología –anunció la ascensorista, una bella muchacha de ojos azules.
Sara tomó asiento, sacó de su bolso un libro  y se dispuso a leer tratando de calmarse. Transcurrieron algo más de veinte minutos hasta que una voz varonil se oyó por el altavoz.
         -Sara Moreira, consultorio tres.
Abrió la puerta del mismo. Sentado detrás de su escritorio la esperaba el Dr. Malfatto. La saludó incorporándose. Era alto, de grueso bigote y pelo entrecano. Luego de leer los análisis, controló los resultados en su computadora. La invitó a subir a la camilla y palpó su vientre para ver si había dolor.
Sara se quejó, cuando el médico presionó su lado izquierdo.

-Convendría realizar una tomografía –acotó. Tráigala cuando la tenga.
Salió del consultorio más nerviosa aún que al entrar. Sabía por su amiga Gladys que para realizarse la tomografía la introducían en un compartimiento estrecho. Pero, ¿Qué hacer? ¿Cómo decirle al médico que ella era claustrofóbica? No, no, sin duda, debería afrontarlo. La había fijado para el 23 de agosto a las 9hs…faltaban pocos días.

Éstos se sucedían rápidamente. El 23 amaneció lluvioso; Sara debía hallarse en ayunas, lo cual incrementaba sus malestar.
Una vez en la sala contigua a la del tomógrafo, el técnico le inyectó la sustancia de contraste. Sara se sintió desfallecer, intentó con todas sus fuerzas distraer la mente repitiendo con énfasis un mantra que su amiga le había recomendado: “Soy una mujer fuerte, capaz de vencer”

La acostó en el pequeño habitáculo donde sólo cabía su cuerpo. Le pidieron que se quedara inmóvil. El estudio no tardó más de quince minutos.
Desde ese día, decidió consultar a un sicólogo, quien la derivó a un terapeuta gestáltico, quien le aseguró que su claustrofobia podía ser vencida con un tratamiento adecuado.

Sara estaba dispuesta a vencer su fobia a cualquier precio. Ya estaba en camino de hacerlo…



No hay comentarios:

Publicar un comentario