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domingo, 9 de agosto de 2015

TERRAL, VIENTO ONÍRICO

Escritores Creativos Biblioteca Ernesto Herrera

Disparador: Un personaje observa algo por el ojo de la cerradura.
   Al Mar

El cabalgante desmontó de su moro. Cansado de atravesar cerros y peñascos se dirigió a la sombra de un alto muro de piedra. Al cabo de un beneficioso descanso, observó unos pasos más allá una gran puerta cincelada. Se acercó a pedir refugio por una noche al que sería su benefactor.

La aldaba mostraba un león de gran melena. Dio dos aldabazos sin respuesta alguna. Fue entonces que decidió observar por el ojo de la cerradura.
Del otro lado los tréboles formaban en el campo una alfombra verde. La luz de la luna resplandecía en un tranquilo estanque haciendo brillar una estrella que pasaba entre lo que parecían ser damas dormidas. El misterioso paisaje despertó su curiosidad y acomodó su cuerpo para poder atisbar mejor.

La estrella se aproximó a una de las durmientes depositándose en su frente. El caballero observó que las tres, esgrimían un corazón haciendo notar la semejanza. De pronto un viento sopló en el estanque haciendo ondear la plateada cruz y la estrella se fue, llevando a una mujer que empujaba un cochecito verde de niño cubierto en tules. Desapareciendo del ángulo de la abertura sin dejar rastros.

El hombre se sentó sin comprender la extraña visión, sintiendo como el viento amainaba. La curiosidad se acrecentó y volvió a mirar a través de la cerradura.
Ahora la estrella jugaba en el estanque formando círculos, uno, dos, tres, cuatro saltitos y se depositó en otra frente. Volvió el viento tomando la misma actitud. Entonces esta vez la mujer llevaba de su mano a una niña que cargaba con cuadernos de cuero con muchos dibujos. Desaparecieron en otra dirección. Este viento seguía y la estrella ya se depositaba en la última mujer. Esta hacía fuerza para liberarse pero la estrella se agrandó y la hizo elevarse en la noche. Una niña más grande iba de su mano. Con la otra, sostenía la soga de un burro que cargaba a un anciano sin montura.

         El canto del cuclillo hizo un clic en mis añejos sueños grises. No sentí molestia, por el contrario. No quería continuar con ellos. Me incorporé, miré al frente y una luz desbordante trató de secar los cristales que cubrían mis ojos. Salté de la cama dirigiendo mis pasos a la cajita de mis tesoros. Saqué de ella una esquela. La leí en voz baja tratando de aminorar los latidos de mi corazón. La esquela rezaba:
Muy querida mía:
Le escribo esta, únicamente para hacerle esta pregunta, está en usted contestarla ¿Se ha dado cuenta que es cumplir 15 años? Era hace tan poco tiempo vuestro hijo tan pequeño, que necesitaba su protección contra la vida en la que usted debía abrirle el paso. No porque ahora tenga 15 años va a pensar que no la necesita, muy al contrario, tiene que ponerse en su lugar, afrontar con soltura todos sus problemas; cuando esté alegre, pues bien alegrarse junto a él. Usted se preguntará que es lo que ha de hacer cuando esté triste, acompañarlo, demostrarle que hay alguien junto a él que está siempre listo para tenderle una mano cuando más la necesite. 

Y nunca recuerde con pesar el tiempo que ya pasó cuando lo sentía más suyo. Es ahora cuando lo va a sentir alejarse cada día un poco más, es la vida que lo llama, es la adolescencia que abre una ventana para que el alma de ese joven pase a través de ella y vuele, vuele muy alto y usted será la que tenga que enseñarle a tomar impulso. Usted tiene la llave de un corazón muy sensible que quiere soltar las cadenas. 
Suéltelas pero ponga en vez de ellas un hilo de seda, para que cuando la necesite, pueda disimuladamente tenerlo sujeto. El pájaro quiere liberarse pero no soltar sus hilos que lo tienen unido al nido. No tome a mal esta carta y me despido de usted con un beso en su frente. Ahora la necesito más que nunca.
Cariñosamente S


Fue así como comprendí que todo lo que está en la tierra se transforma, todo pasa, ningún acontecimiento ni ninguna emoción son permanentes. Aceptarlos es parte de la naturaleza, porque son la naturaleza misma de la cosas.

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