DISPARADOR: Tiene los ojos azul hielo. Un sexo indefinido, el pelo rapado, las uñas pintadas de negro. Todo su cuerpo es fibra y viaja en moto. Vive en Nueva York.
Escritores Creativos Biblioteca Ernesto Herrera
Rosa Cimbler
Entreabrí los ojos con
enorme dificultad. La blanca luz de un plafón hirió mis pupilas. Me sentía emergiendo de un largo túnel
arropado con una tela nívea y vaporosa. Como flotando en su interior.
Mi garganta, seca, mis
labios, cuarteados y un martilleante dolor en mis sienes. En mi seminconsciencia
percibí el goteo cadencioso del suero que penetraba en mi mano a través de una
vía.
Alguien me tomaba la
mano derecha y me trasmitía su calor. Al cabo de un rato, caí en la cuenta de
que pertenecía a mi madre.
Al ver mis ojos azul
hielo parpadear, puso su boca sobre mi mejilla y me dijo emocionada.
-¡Hijo
querido! ¡Cómo esperé este momento! ¡Qué felicidad!
Era evidente que me
hallaba en un hospital. Recordé que me había accidentado de regreso del
festival de rock en que había actuado The
Cure.
Ese día había llegado
sobre el comienzo, deseando pasar una velada inolvidable. Volaba sobre mi
reluciente Harley Davidson sintiendo en mi cara el viento azotándola. Un
sentimiento de libertad me embargaba.
Las calles de Nueva
York fueron testigo de mi alocado viaje hasta la enorme carpa montada en las
afueras.
Me maquillé con polvos
blancos. Delineé mis ojos con lápiz negro y cubrí mis labios con labial
marrón-oscuro. Mis uñas, las pinté de negro. Mi pelo, rapado.
Cubrí mi cuerpo, todo
fibra, con una túnica negra de amplias mangas. Colgué de mi cuello un enorme
crucifijo de bronce y strass.
Me miré, la imagen me
satisfizo; era un completo dark, de sexo indefinido. La disconformidad con las
normas también se revelaba en mi aspecto físico.
El festival fue
realmente IM-PRE-SIO-NAN-TE bebimos cerveza y tragos que en la vorágine de la
noche, resultaron excesivos. No quise escuchar cuando mi amigo Henry me dijo:
-Te llevo, no podés conducir en ese estado. A pesar de ello,
arranqué mi moto de alta cilindrada y aceleré impulsivamente. De pronto, sentí
un estruendo aterrador y luego, la nada.
Había impactado contra
una columna y a consecuencia de ello había sufrido traumatismos internos que
provocaron el coma. Por suerte hoy puedo contarlo.
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