Águeda Gondolveu
Madrid,
20 de mayo de 2015
Amor
Sé que lo primero que
experimentarás al ver desde dónde te escribo será estupor, un asombro que
nublará tu mente y no atinarás a comprender.
Créeme si te digo que
mi alma está en tinieblas, sabes bien que siempre fuiste mi luz. No sé cómo
logro mantener el corazón dentro del pecho, siento que está a punto de
estallar.
Pero qué puedo decirte
para que entiendas que ya no puedo estar a tu lao, aunque me muera por estarlo,
siento que a través de estas líneas tus lágrimas están borrando las letras que
con tanto dolor escribo.
Siempre dijimos que lo
nuestro era firme, que era demasiado grande, que nada ni nadie podrían impedir
el cumplimiento de nuestros sueños. Sueños de hogar, de días y noches
compartidas, de tristeza, de darnos sin egoísmos, en plenitud.
En este momento nos separa
más que un inmenso mar, nos separa la vida y está lo inexorable, ya
comprenderás por qué.
Esto es un adiós, un
triste, un desesperado adiós y al decírtelo se me desgarra el alma.
Mi amor, estoy enfermo,
el médico dijo: “no más de tres meses”.
Entonces, comprendí que
no puedo atarte a mí, aunque sé que al saber por qué me alejo, querrás correr a
mi lado para acompañarme en este duro trance. Pero, yo no quiero, no podría
soportar ver en tu mirada, no digo lástima, sino un profundo dolor, que serías
incapaz de disimular. Eres demasiado transparente, demasiado íntegra y sé que
lo darías todo por mí.
Por eso puse tanta
distancia, sin dejar dirección, sin abrir el Facebook, porque sé que correrías
hacia mí y sería todo más difícil para los dos.
Te dejo libre, eres
joven, linda por fuera y por dentro, esa es la mejor belleza que a su hombre
podrás ofrecer.
Sí, porque pasado el
tiempo del dolor, del desgarramiento, la herida comenzará a sanar y me
recordarás con amor, al entender que nunca quise hacerte daño.
Arribará otro barco a
tu puerto y en él llegará alguien que te podrá brindar lo que yo ahora no
puedo, porque tendrá el privilegio de la salud que a mí se me niega.
Nunca dejaré de amarte,
guardaré mi último aliento para pronunciar tu nombre, para llevarlo conmigo al
encuentro con Dios.
Por favor, no trates de
localizarme por ningún medio, ésta es mii voluntad y te pido que la respetes.
Si hay algo más allá de
la vida, después que cumplas tu destino en la tierra, estaré esperando por vos.
Me diste lo mejor y lo
llevo conmigo, por tanto mi deber es hacer lo mismo por eso te digo adiós, mi
amor.
Te dejo el beso que ya
no te podré dar.
Alberto