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jueves, 28 de mayo de 2015

CAJA DE IDEAS

Escritores Creativos Biblioteca Ernesto Herrera


María Cristina Bossio

En una palabra, esto significa que yo podía hacer uso de mi computadora personal solo en contadas ocasiones. Esto es lo que saqué en conclusión después de la última discusión que tuve con mi padre.
Pero esto no va a quedar así –me dije-, tengo que contárselo a mis amigas. No paraba de pensar ¡qué injusticia!...el enojo no me dejaba pensar.
Tengo que hacerle entender a mi padre que soy una persona normal. Que uso el teléfono celular todos los días, las iPod, las iPhone y las Tablets, además de Internet. Yo sé que esto es como hablar en chino para él. Porque, vamos a ver padre ¿Qué crees tú que es Internet?...déjame explicarte qué es y para qué sirve.
Para hacértela fácil, imaginemos una nube gigante con múltiples archivos que sirven para subir y bajar información. Esa información es la que necesitamos para hacer las tareas diarias que nos piden los profesores en el liceo.
Convéncete papá que no existen los libros de estudio como antes. Aquellos diccionarios de inglés-español o italiano-francés. Hoy en día todo lo encuentras en Internet. Aquellos mapa-mundi de antes, hoy apretando un botoncito llamado ENTER y con u click de tu dedo sobre uno de esos enlaces a la nube gigante, se despliega todo el mundo a tus pies.
Si necesitas saber algo sobre la Revolución Industrial que comenzó en Inglaterra o sobre la Revolución Francesa, ya no necesitas concurrir a las bibliotecas y mojarte si llueve o abrigarte si hace frío. Allí, cómodamente sentado en tu casa, lo encuentras todo, todo lo que necesitas ¿En dónde?... ¡En Internet!
Ahora bien, porque soy una persona que vivo en éste siglo XXI es que uso además Internet, para comunicarme con mis amigas y conocidos.
De hecho, ese día que mi padre me pescó en la computadora, fue un día fatal. Yo estaba hablando con un precioso rubio de ojos celestes que conocí el otro día cuando estaba paseando con mi amiga Elena en la Ciudad Vieja.
¿Qué cómo se llamaba? Sinceramente no lo recuerdo. Lo primero que hicimos fue intercambiar nuestras direcciones electrónicas y esa noche nada ni nadie podía detenerme.
Allí estaba yo desparramada en el suelo de mi cuarto con la compu en acción y sobretodo con el ojo de la cámara bien abierto, escrutando todo a su alrededor.
¿De qué hablamos? De todo y de nada, como hace todo el mundo. En un momento me quedé pensando… ¿Sería ésta una de las pocas ocasiones en las que no podía utilizar la computadora?
Papá, nosotros siempre nos hemos llevado bien tú y yo.

¡Negociemos una vez más!

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