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sábado, 30 de mayo de 2015

SECCIÓN: CARTAS DE AMOR

Águeda Gondolveu

Madrid, 20 de mayo de 2015
 Amor
Sé que lo primero que experimentarás al ver desde dónde te escribo será estupor, un asombro que nublará tu mente y no atinarás a comprender.
Créeme si te digo que mi alma está en tinieblas, sabes bien que siempre fuiste mi luz. No sé cómo logro mantener el corazón dentro del pecho, siento que está a punto de estallar.
Pero qué puedo decirte para que entiendas que ya no puedo estar a tu lao, aunque me muera por estarlo, siento que a través de estas líneas tus lágrimas están borrando las letras que con tanto dolor escribo.
Siempre dijimos que lo nuestro era firme, que era demasiado grande, que nada ni nadie podrían impedir el cumplimiento de nuestros sueños. Sueños de hogar, de días y noches compartidas, de tristeza, de darnos sin egoísmos, en plenitud.
En este momento nos separa más que un inmenso mar, nos separa la vida y está lo inexorable, ya comprenderás por qué.
Esto es un adiós, un triste, un desesperado adiós y al decírtelo se me desgarra el alma.
Mi amor, estoy enfermo, el médico dijo: “no más de tres meses”.
Entonces, comprendí que no puedo atarte a mí, aunque sé que al saber por qué me alejo, querrás correr a mi lado para acompañarme en este duro trance. Pero, yo no quiero, no podría soportar ver en tu mirada, no digo lástima, sino un profundo dolor, que serías incapaz de disimular. Eres demasiado transparente, demasiado íntegra y sé que lo darías todo por mí.
Por eso puse tanta distancia, sin dejar dirección, sin abrir el Facebook, porque sé que correrías hacia mí y sería todo más difícil para los dos.
Te dejo libre, eres joven, linda por fuera y por dentro, esa es la mejor belleza que a su hombre podrás ofrecer.
Sí, porque pasado el tiempo del dolor, del desgarramiento, la herida comenzará a sanar y me recordarás con amor, al entender que nunca quise hacerte daño.
Arribará otro barco a tu puerto y en él llegará alguien que te podrá brindar lo que yo ahora no puedo, porque tendrá el privilegio de la salud que a mí se me niega.
Nunca dejaré de amarte, guardaré mi último aliento para pronunciar tu nombre, para llevarlo conmigo al encuentro con Dios.
Por favor, no trates de localizarme por ningún medio, ésta es mii voluntad y te pido que la respetes.
Si hay algo más allá de la vida, después que cumplas tu destino en la tierra, estaré esperando por vos.
Me diste lo mejor y lo llevo conmigo, por tanto mi deber es hacer lo mismo por eso te digo adiós, mi amor.
Te dejo el beso que ya no te podré dar.
Alberto



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