EL DÍA QUE LOS RELOJES SE PARARON
(Asociado a la imagen de una silla)
Escritores Creativos Palacio Salvo
Gustavo Oxehufwud
Previamente
No se sabe que
fue primero; si los relojes detenidos o las sillas.
El día en que
los relojes se detuvieron las sillas estaban por todos lados, como carroñeras
de esa convención agonizante: “El tiempo de los hombres”.
Soid contemplaba
de espaldas su obra por terminar, cuando presintió que todo había sido en vano.
-¿Pero quién las
puso ahí?, ¿Cómo llegaron?
Ubicadas
estratégicamente resplandecían al borde de los caminos, recubiertas de espera
dorada en cómoda madera fina, nadie podía escapar al impulso de asillarse.
Beluz era el
único que con su sólo suspiro podía detener el tiempo subjetivo del planeta,
pero nadie había sabido de él en mucho tiempo. Después de abandonar a Soid,
prefirió internarse en el olvido, se sentía obsoleto, nada podía darles a las personas que ellas no
pudieran hacer o aprender por iniciativa propia.
He caminado sin descanso durante no sé qué tiempo,
no tengo idea que es lo que pasa, pero está en penumbras siempre. A veces
sospecho que fue así toda la vida, y que
lo demás sólo lo he soñado, me refiero a eso del día y la noche.
No puedo
parar, camino, camino, camino; y cuando me detengo inmediatamente comienzo a sangrar por la
palma de las manos. Una vez quise sentarme en una de las tantas sillas que ahí
afuera están, y también mis pies y mis ojos comenzaron a sangrar.
Ahora que de caminar me muero, quiero contar lo que
he descubierto….
II
Estas líneas que
transcribí, estaban escritas con sangre, las encontré debajo de la silla en la
que estaba sentado.
Como no era
buena la luz, decidí levantarme y buscar un lugar propicio, sin saber bien que
era lo que quería hacer con esa hoja.
Había
olvidado esta facultad de leer y
escribir. Me costó mucho tiempo recuperar la habilidad, pero hoy somos muchos
leyendo los libros que habían sido abandonados en las copas de los árboles, a
donde hemos vuelto.
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