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lunes, 8 de junio de 2015

DISPARADOR: Estaba levantando los restos del desayuno, cuando...

Escritores Creativos Biblioteca Ernesto Herrera


Águeda Gondolveu

Estaba levantando los restos del desayuno cuando el cristal de la ventana se hizo añicos cayendo a mis pies. ¿Quién podría haber arrojado una piedra? Me puse un abrigo sobre el pijama y con gran cautela salí al exterior. No vi a nadie ¿Será un accidente? No podrás creer que alguien tuviera interés en lastimarnos.

Hacía poco habíamos llegado al barrio, mi esposo, un abogado criminalista, mi hijo adolescente y yo.
La casa estaba en silencio, Jorge mi esposo había ido a su despacho y Javier al instituto donde cursaba sus estudios. Al acercarme a la casa vecina advertí que algo estaba ocurriendo los gritos de un hombre, los sollozos de una mujer y el llanto de una niña, me alertaron de lo que pasaba. La violencia de hacía sentir claramente y en ese caso, aparte de las víctimas de la ira de ese hombre, involuntariamente yo había sido involucrada.

Afortunadamente sólo tuve que lamentar la sustitución de un vidrio, pero ¿Esa familia cómo podía salir de ella? ¿Qué hacer? ¿Acudiré a la Policía? ¿Me lavo las manos como si nada hubiera ocurrido?

No debería tomar partido y así lo hice.
Con mi intervención, lamentablemente no lograría que las cosas tomaran un rumbo normal, pero debía intentarlo.
Al tratar de entablar un diálogo me di cuenta que nada podría hacer. Generalmente este tipo de cosas no son denunciadas por quienes las padecen y el infierno se desataría en esa casa una y mil veces más.

Di media vuelta y regresé, no podía alejar esa escena de mi memoria y calladamente agradecí la seguridad de mi hogar, basado en el respeto y en el amor.


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