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sábado, 20 de junio de 2015

FANTASÍA Y REALIDAD


Escritores Creativos Biblioteca Ernesto Herrera

Águeda Gondolveu

La Doctora Teresa Márquez se dispuso a encarar un nuevo día. Era cirujana grado 5 y tenía esa mañana una difícil intervención. Se trataba de un muchacho joven, que manejando una moto había salido disparado de ella al ser embestido por un automóvil que cruzó con luz roja. Naturalmente, como casi todos los conductores irresponsables, se había dado a la fuga.

El muchacho se había fracturado un brazo y tenía contusiones en diversas partes del cuerpo. Por fortuna, el caco había amortiguado el golpe de su cabeza, por lo que allí no recibió ningún daño.
Le había dicho, ante la nerviosidad de sus padres, que permanecían a su lado en forma permanente.
         -No te preocupes, mañana te opero, tendrás que llevar un tornillo en tu brazo pero al cabo de uno o dos meses no te quedará secuela alguna. Sos joven y te vas a recuperar.

Terminó su desayuno y se encaminó a la cínica. Su esposo, un escritor de cierto relieve, para distraerla, la noche anterior le contó parte del argumento de su nueva novela que ésta vez había encarado en una forma distinta a su estilo. Se trataba de una novela fantástica. La protagonista, una joven muy soñadora se refugiaba en la lectura y le encantaba encarnar los personajes que en ella se perfilaban.
Un día era la malvada ama de llaves que buscaba la manera de envenenar a su patrón para quedarse con su herencia; ya que le había hecho firmar un legado a su nombre con un pretexto, dado que el hombre por ser anciano no tenía noción de lo que firmaba. Se aprovechaba de la situación que ella era la única persona que estaba a su cuidado pues él ya no tenía familia.
Otras veces era la tímida muchacha que se enamoraba del estudiante pobre que alquilaba la bohardilla de su casa y al que, en los descuidos de sus padres, le alcanzaba un plato de sopa o algo para que pudiera comer, ya que lo notaba muy pálido.

De pronto se convirtió en una actriz que se deslumbraba con los flashes y sonreía sin prestar atención a nada más que a su persona. Se sentía hermosa y deseada.
Pero, he aquí que un día al levantarse, sintió que de sus hombros le brotaban alas y ésta no era una de sus muchas fantasías, ésta era una realidad.

-¿Qué me pasa? –Se preguntó y corrió a verse en el espejo- ¡son alas! –Gritó- entonces puedo volar, pensó. ¿Me aflijo por algo que no alcanzo a comprender, o me aprovecho de estas alas nuevas para echar un vistazo al mundo entero?
Ahí quedó el relato de su marido. María Teresa sentía una enorme curiosidad por saber cómo terminaría esa ficción.

Dejó de pensar en ello y entró en su consultorio. Habló brevemente con el anestesista y preguntó quienes formarían parte de su equipo para la delicada intervención del muchacho.
Todo transcurrió con normalidad, la operación como de costumbre fue un éxito. Dejó al chico completamente despierto. En su brazo tenía insertada la vía para pasar el antibiótico y el calmante y descansaba sobre una almohada auxiliar.
Saludó y dio el informe correspondiente a sus padres y se encaminó a su casa. Estaba cansada, pero satisfecha. Todo había salido bien. Cuando llegó, su marido la miró con extrañeza.

-¿Qué has hecho? ¿Fuiste a algún baile de disfraces? 
-¿Por qué me preguntas eso?
-Porque de tus brazos han brotado dos alas blancas. Son tan reales, ¿dónde las               conseguiste? ¿Te inspiró el argumento de mi novela?

María Teresa no supo que contestar. Corrió al espejo y las alas estaban allí.

-Por favor Ernesto –dijo a su esposo- decime como termina tu trama, porque                   siento unos enormes deseos de volar.

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