Trabajamos con el destino
Escritores Creativos Ernesto Herrera
María Cristina Bossio
Una tarde calurosa de verano, en la hora tediosa de la siesta, me preguntó
mi nieta:
-“¿Qué es el destino,
abuela?”
-Un poco difícil tu
pregunta, le dije, pero vamos a ver cómo puedo explicarte.” Para una niña
pequeña como tú, de tan sólo seis años –le dije- tienes que imaginarte que el destino, esa palabra tan fuerte es
como una paloma posada en la rama de un árbol, que está pensando sobre la vida
de los demás.
Ese Sr. Don destino,
con ese nombre tan rimbombante es nada menos quién nos vigila constantemente,
no dejándonos mucho margen para actuar. Bien sabes tú que la vida está llena de
ilusiones y que para crecer necesitamos creer en ideales, son esas ideas que
nos forjamos por ejemplo: cuando sea grande quiero ser... médica, o profesor de
matemáticas como papá y seguimos estudiando para llegar algún día a ser lo que
queremos ser.
Bien, hasta ahora, creo que vas entendiendo, ¿no?
Pon mucha atención
porque ahora viene lo más difícil.
Ese Sr. Don Destino tiene dos caras. Una de ellas es complaciente, o a
veces está durmiendo y por eso no actúa. Otras veces es intolerante, y más aún
es implacable.
¿Qué no me entiendes?
Bueno, piensa tan solo en que lo que él decide hacer es así y no de otra
manera. Tú sabes eso porque eres una niña que sabe que tiene que respetar a sus
padres y hacer lo que ellos dicen. Te pido que cuando pienses en Don Destino,
lo respetes tanto o más que a ellos.
te preguntarás porque no lo ves. No se le ve. No tiene cara ni pies.
Pero tiene poder de decisión. Puede decidir nada menos que sobre la vida de los
demás. De todos nosotros.
Te voy a poner un ejemplo para que me puedas entender más fácilmente.
Cuando tu mama y tu papá se conocieron, no sabían que Don Destino
estaba también presente aunque no se le veía. Ellos se gustaron, se empezaron a
querer mucho, mucho y decidieron casarse para formar una familia. Este buen
Señor que se mete en todo y con todos en ese momento estaba durmiendo y no pudo
hacer nada. Cuando despertó tus padres habían decidido por ellos mismos hacer
planes de casamiento y tener su hogar. Lo que es más, al tiempo viniste tú a
llenarlos de alegría y este Sr. Invisible tampoco pudo decir nada.
¿Sabes por qué? Porque la voluntad y el cariño que se tenían tus
padres en ese momento, era más grande
que la suya. En una palabra lo que él hubiera opinado, no les importaba para
nada. Y así pasaron las cosas, para bien.
Escúchame bien, un consejo que te da tu abuela es que estés muy atenta,
ojos abiertos y oídos atentos porque es
invisible. Quiero que pienses que a veces impide que las cosas sucedan como uno
quiere, y las personas sufrimos por eso, pero ese sufrimiento es necesario para
ser mejores personas aún. ¿Me entiendes un poquito ahora?
Bueno, hasta aquí llegamos nomas.
Ella me miró y dijo: Abuela, qué suerte que los abuelos existen para
respondernos las preguntas. Además, son las únicas personas grandes que siempre
están contentas con nosotros. Esta fue sólo una aproximación al tema filosófico
de la muerte, quise con pequeñas palabras decir mucho.
La reafirmación de la vida sobre la muerte
y la fe en nosotros mismos más allá del determinismo. Para qué hablarle
de la gran ausencia que significa perder a nuestros seres queridos y aún así
seguir viviendo. Sólo iba a complicar las cosas. Hasta aquí fue suficiente. Lo
demás se lo contaré cuando sea
mayor.
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