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lunes, 8 de junio de 2015

SECCIÓN: CARTAS DE AMOR

Escritores Creativos Biblioteca Ernesto Herrera
AL Mar
Brasil
Brasilia D/F
27 de Mayo de 1985

Querido mío

Quiero que tomes en cuenta que esta será la última carta que recibirás de mí. Cuando aquel día entraste a la oficina, no sospechaba que eso sería un comienzo.
El salón estaba casi desierto y decidí intervenir.

         -¿Puedo ayudarlo?, están todos en una reunión. Me miraste  y se formó en  tus labios una sonrisa de aprobación…¿Recuerdas? Me lo agradeciste diciendo que tenías que hablar con el Gerente y que volverías. Tus ojos brillaban, no dejabas de mirarme.
Volviste si, vaya que volviste. Tus visitas con la carpeta azul se hicieron asiduas como también se hicieron cada vez más cálidas tus miradas.

Te lo pido nuevamente, no me escribas más.

Al principio nada perturbó mi pacífica existencia. Fuiste persistente y comencé a pensar que contigo iba a comprender el significado de la palabra amor.
Aquel día frío y lluvioso llegaste a la misma hora. No hablaste con el Gerente, en cambio, me ofreciste llevarme a casa. Tenía que suceder.

         Días después cuando atendí el llamado a la puerta de calle y te vi ahí, parado en el porche con tu bondadosa sonrisa, quedé paralizada.

Luego, tus cálidas palabras: -“Vengo a hacer contacto con tus padres, los quiero conocer”. Estas flores son para tu madre. Supongo que captaste que no pude emitir sonido alguno. Era muy notorio que mis padres no estaban al tanto de la situación. En tu forma tan natural de ser, simplemente pasaste sin que te lo pidiera.

Esa forma de ser tan tuya, hizo que ellos te aceptaran en una forma casi espontánea.
         -Es un amigo –dije.

Te lo repito, no quiero saber más de ti.

Esperaba tus cartas con alegría, con ansiedad. Querías llevarme contigo a un lugar muy lejano. Mi pensamiento no cubría para nada lo que pudieran pensar mis padres, mi familia, al alejarme de ellos.

Eran los proyectos que tenías para tu futuro, en el que me incluías, aún sin decírmelo desde un principio.

Cierto día se apoderó de mí un sentimiento de aventura y viajé a verte. Al llegar me sentí afortunada. Nadie me había esperado con tanto anhelo. Te lo digo, querido mío, no supe si se posesionó de mí el amor o un sentimiento de liberación.
Fue en el segundo viaje. Cuando llegué, te comenté que mi familia parecía aceptar la situación no sin cierta tristeza. Estabas algo serio desde que salimos del aeropuerto. Al llegar comentaste.

-Amor, ella va a venir. Quiere saber cómo estoy. Voy a tratar de que se vuelva cuanto antes…
         Sólo tú sabrás si mi semblante cambió. Yo sí sé que mi interior soportó sin palabras mi enojo una enorme presión. En ese momento crucial de nuestras vidas, fuiste el arquero que disparó el dardo, dando en el lugar certero.
-¡No!, no te culpes, el dardo no era venenoso. Sé positivamente que tus sentimientos eras reales. No solo eso, me impulsaste al verdadero gran amor.

Guardo bajo llave tus cartas, las numero, las protejo de miradas indiscretas en una cajita de madera labrada con un corazón.

Ese corazón es el mío y ni la caja ni él, admiten una sola línea más.

         Siempre voy a estar agradecida. La primera experiencia no siempre es positiva y sabrás que la guardo y te guardo en un lugar muy importante de mi corazón.
Nuestros caminos ya no se unen y aun así, esto es un hasta siempre.

Almar


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