Escritores Creativos Biblioteca Ernesto Herrera
AL Mar
Brasil
Brasilia
D/F
27
de Mayo de 1985
Querido mío
Quiero que tomes en
cuenta que esta será la última carta que recibirás de mí. Cuando aquel día
entraste a la oficina, no sospechaba que eso sería un comienzo.
El salón estaba casi
desierto y decidí intervenir.
-¿Puedo ayudarlo?, están todos en una reunión. Me miraste y se formó en
tus labios una sonrisa de aprobación…¿Recuerdas? Me lo agradeciste
diciendo que tenías que hablar con el Gerente y que volverías. Tus ojos
brillaban, no dejabas de mirarme.
Volviste si, vaya que
volviste. Tus visitas con la carpeta azul se hicieron asiduas como también se
hicieron cada vez más cálidas tus miradas.
Te
lo pido nuevamente, no me escribas más.
Al principio nada
perturbó mi pacífica existencia. Fuiste persistente y comencé a pensar que
contigo iba a comprender el significado de la palabra amor.
Aquel día frío y
lluvioso llegaste a la misma hora. No hablaste con el Gerente, en cambio, me
ofreciste llevarme a casa. Tenía que suceder.
Días después cuando atendí el llamado a la puerta de calle y
te vi ahí, parado en el porche con tu bondadosa sonrisa, quedé paralizada.
Luego, tus cálidas
palabras: -“Vengo a hacer contacto con tus padres, los quiero conocer”. Estas flores
son para tu madre. Supongo que captaste que no pude emitir sonido alguno. Era muy
notorio que mis padres no estaban al tanto de la situación. En tu forma tan
natural de ser, simplemente pasaste sin que te lo pidiera.
Esa forma de ser tan
tuya, hizo que ellos te aceptaran en una forma casi espontánea.
-Es un amigo –dije.
Te lo repito, no quiero
saber más de ti.
Esperaba tus cartas con
alegría, con ansiedad. Querías llevarme contigo a un lugar muy lejano. Mi pensamiento
no cubría para nada lo que pudieran pensar mis padres, mi familia, al alejarme
de ellos.
Eran los proyectos que
tenías para tu futuro, en el que me incluías, aún sin decírmelo desde un
principio.
Cierto día se apoderó
de mí un sentimiento de aventura y viajé a verte. Al llegar me sentí
afortunada. Nadie me había esperado con tanto anhelo. Te lo digo, querido mío,
no supe si se posesionó de mí el amor o un sentimiento de liberación.
Fue en el segundo
viaje. Cuando llegué, te comenté que mi familia parecía aceptar la situación no
sin cierta tristeza. Estabas algo serio desde que salimos del aeropuerto. Al llegar
comentaste.
-Amor, ella va a venir.
Quiere saber cómo estoy. Voy a tratar de que se vuelva cuanto antes…
Sólo tú sabrás si mi semblante cambió. Yo sí sé que mi interior
soportó sin palabras mi enojo una enorme presión. En ese momento crucial de
nuestras vidas, fuiste el arquero que disparó el dardo, dando en el lugar
certero.
-¡No!, no te culpes, el
dardo no era venenoso. Sé positivamente que tus sentimientos eras reales. No solo
eso, me impulsaste al verdadero gran
amor.
Guardo bajo llave tus
cartas, las numero, las protejo de miradas indiscretas en una cajita de madera
labrada con un corazón.
Ese corazón es el mío y
ni la caja ni él, admiten una sola línea más.
Siempre voy a estar agradecida. La primera experiencia no
siempre es positiva y sabrás que la guardo y te guardo en un lugar muy
importante de mi corazón.
Nuestros caminos ya no
se unen y aun así, esto es un hasta siempre.
Almar
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