Escritores
Creativos Experimental de Malvín
Walter Ferrarese
Cuando éramos niños y
vivía mi abuelo Juan, nos juntábamos alrededor de la estufa a leña, mi hermano
Tito y yo a escuchar sus cuentos. Viajábamos por los caminos intrincados de las
selvas, por las frías nieves del ártico, en fin, por un montón de lugares y
aventuras.
Para nosotros dos, tan
reales eran sus historias que pensábamos que él era nuestro máximo héroe. Más que
Superman o Batman, a quienes leíamos con avidez, en aquellas revistas que mis
padres nos compraban.
Qué calor familiar
había en aquella casa. Mamá nos preparaba el delicioso café con leche y
bizcochos en aquellas frías tardecitas de invierno. Al volver de la escuela,
hacíamos rápido los deberes para poder escuchar los fantásticos relatos del
abuelo Juan.
Cuando él se fue a
alguna tierra lejana de la que no se vuelve, aquella casa, otrora cálida, quedó
helada. Como si ella misma se diera cuenta que faltaba la presencia afable y
cariñosa del abuelo Juan, nuestro máximo héroe, que recordamos por siempre con
amor.
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