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martes, 29 de septiembre de 2015

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Escritores Creativos Biblioteca Ernesto Herrera
Al Mar

La cabaña estaba rodeada de pinos mecidos por la brisa. Había un rumor en el viento. El expectante toma los cabellos para que el viento no los toque. Cela al viento. La pinocha era su nido. El mar embravecido rumoreaba despidiendo una tibia espuma que poco a poco se fue acercando a las femeninas piernas en busca de una humedad similar. Él tomó su mano depositándola en su fortaleza. Ella se estremeció. Se juntaron los labios. Luego la fortaleza se introdujo en la plácida humedad. Los grillos hasta ahora silenciosos, se unieron a los gemidos. Las estrellas fueron mudos testigos de la elevación corpórea. Todo quedó en silencio. Tomó su hermoso rostro, ahora distendido y lo apoyó en su regazo, ahora tibio y laxo. El sueño los entrelazó en un perfume desconocido. Desapareció aquel pájaro del sueño recurrente. Una malla de tejido le impedía volar, buscando afanosamente el hueco que no hallaba. Ahora el pájaro volaba mucho más alto sintiendo que el universo le pertenecía.


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