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viernes, 25 de septiembre de 2015

EPÍGRAFE

Escritores Creativos
Desperté a media mañana. El día estaba nublado y ventoso
Bebí  café y comprobé que el dinero estuviera en su escondite
¨El Elogio de la Nieve¨.  Hugo Burel

Myriam Gesto
MI SUELDO: ¿GUARDADO O ESCONDIDO?


Cobré mi primer dinero, ¡mi primer sueldo! Nunca había tenido tantos billetes de $ 1.000. Lo más que tuve fue cuando cumplí quince años que mi tío, el soltero, o solterón, porque ya era viejo y no se había casado, me regaló un billete de $ 1.000. Recuerdo que me dijo:
-yo no sé qué comprarle a una señorita, por tanto te hago entrega de esta suma de dinero para que tú, acompañada de tu mamá, compren toda la ropa que necesites para el comienzo de tu vida como mujer.
 Esa frase la anoté en mi diario íntimo. La leíamos con mis amigas y llorábamos de risa. Pensábamos que además de solterón debería ser gay porque nunca le conocimos una novia. Además con  $ 1.000, sólo compré un pantalón y una blusa. Él se habría creído que me iba vestir para todo el año.
Cuando se acercaba mi padre, cambiábamos de tema. Él odia a los gay y si sentía que yo decía que su hermano era gay ni lío que se armaría. Mi mamá no tiene voz ni voto en casa, pero por lo menos no cuenta todo lo que me oye decir. Como mucho se tapa la boca y con cara de inocente dice: ”qué horror, no digas esas cosas, mirá si te escucha tu padre”.

En fin, el tema es que yo cobré mi sueldo y no quería que vieran en mi casa tantos billetes. Capaz que no era tanto el dinero, pero mi papá era medio amarrete y nunca me daba plata. Él decía que para eso había que trabajar. Así que ahora que yo tenía mi plata la iba a guardar bien guardadita. Este sí que me duraría bastante.
A la semana de haber cobrado le pedí plata a mi madre para comprarme un paraguas, y todo un equipo para la lluvia. Se había venido el invierno de golpe y yo no tenía un buen equipo para este tiempo frio y lluvioso. Ahora debía salir a trabajar y no era cuestión de enfermarme.

-Pero tú cobraste tu sueldo, me dijo ella.
- Sí, pero no lo tengo,
-¡Cómo que no lo tenés!, no me digas eso, qué va a decir tu papá.
-A mí no me importa lo que diga mi papá, mi sueldo es mío, yo lo trabajé y me lo gané.
Mi papá estaba escuchando. Se acercó,
- ¿Cómo que no tenés dinero -me dijo.
–No, no tengo.
– ¿Pero es que ya lo gastaste? -preguntó.
-No, no lo gasté, me lo guardé.
- Pero eso es mal negocio para mí, dijo él.
- Pues fuiste tú quien me mandó a trabajar.
Él miró a  mi mamá, suspiró, frunció el ceño y me dijo.
-De ahora en adelante tú te pagarás tus gastos.

Me encerré en el cuarto y fui a sacar el dinero del escondite, si me tenía que mantener me iría a vivir sola. Levanté el parqué del piso debajo de mi cama, donde había hecho un agujero para tenerlo como caja fuerte. Metí la mano y no encontré nada. Me tiré de la cama y me metí debajo con una linterna para revisar bien. Estaba vacío. Salí del cuarto furiosa, gritándoles a mis padres cómo habían podido sacarme mi sueldo.
Los dos me miraban con un signo de interrogación en sus caras.

- No me miren así, escondí mi sueldo y ¡ahora no está! -gritaba furiosa.
-¿Dónde lo guardaste? -dijo mi padre. Mi mamá lo miró y le dijo no lo guardó, lo escondió. Y cuál es la diferencia dijo él.
Ahí yo quedé confundida, me desapareció mi sueldo y el tema para ellos era si lo guardé o lo escondí.

- Sí -grité, ¿cuál es la diferencia?, escondí el sueldo y desapareció, listo.
Vos decime si lo guardaste o lo escondiste y dónde, y yo te digo la diferencia., me dijo mi mamá.
Le conté. Hice un agujero en el piso debajo de mi cama y lo guardé dentro de una bolsa de nylon, tapé el agujero con el parqué, ¿y?
Le dije mirándola fijo.


Bien, dijo ella, si lo hubieras guardado en el ropero o en la cómoda ahora estaría ahí. Pero por desconfiar de tus padres, tu sueldo está en el fondo todo roto y masticado por tu perro.

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