Escritores Creativos Experimental de Malvín
Nedy Varela
¿Damos tantas cosas? ¿O
quizás cada vez damos menos? El complejo de Diógenes nos persigue, cada vez
guardamos más ¿Para qué entonces vamos a dar la hora? Guardamos el reloj,
guardamos la hora que íbamos a dar, la escondemos. La hora se ahoga en el
bolsillo, se envejece, se le corren las milésimas de segundo, como el rímel de
una lágrima; se escapa, ya no es la hora que guardamos, es otra, sigue de largo
detrás de sus hermanas, todas horas, mujeres al fin, que se le escapan al reloj
aunque las atrape dentro de un cristal cerrado.
-Oiga
señor ¿me da o no me da la hora?
-Mirá
no tengo reloj y aunque lo tuviera ¿para qué la querés? La hora, esa que estás
buscando para llegar a cualquier parte, para ver a tu novia, para llegar a
clase, para saber en qué espacio de tiempo estás suspendido como un idiota,
preguntándole a un tipo como yo, esa hora me la guardé para mí solo. Arreglátela
como los indios y mirá el sol, yo me tengo que ir, no puedo perder tiempo.
ALGUNAS
IDEAS Y OTROS AFORISMOS
No pude dar la hora
porque se me atoró el cucú.
No di la hora porque
todavía era temprano.
Cuando llegó la última
hora tuvo que cerrar la tapa.
Método antiarrugas: si
atrasás la hora, podés rejuvenecer un poquito.
La hora palideció de
miedo, el tiempo le marcó el último minuto.
Cuando hay mal tiempo las
horas llueven tristes tras los cristales.
No hay un segundo que
no piense en mis horas.
Nadie vio volar las
horas, pero son como las brujas: vuelan, vuelan.
Solo contamos las horas
de la espera, cuando llega lo esperado nos olvidamos de la cuenta.
El último que se fue,
apagó todas las horas.
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