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lunes, 21 de septiembre de 2015

LA NOTICIA

Escritores Creativos Experimental de Malvín
Walter Ferrarese

Leo una nota en un diario capitalino, en la cual se habla del tema terrible de los inmigrantes sirios y recuerdo una historia sucedida durante la inmigración hacia Uruguay, a fines del siglo XIX y comienzos del veinte.

Hasta aquí llegó Manolo desde Galicia, como muchos otros, huyendo del hambre y buscando nuevos horizontes para mejorar la situación económica de su mujer e hijo que quedaron en su tierra natal.
Era un hombre muy trabajador y se conectó con un paisano suyo, dueño de un bar en la Ciudad Vieja. Este le ofreció trabajo y aceptó.

Allí laboraba todo el día, tanto en cocina, como limpiando a atendiendo las mesas.
Al bar llegaban gente de todo tipo: prostitutas, changadores del puerto (muchos de ellos también españoles) y marineros, etc.
También todos los días, con su canasta llena de pan y roscas calientes, llegaba Rosa, joven uruguaya, bonita y simpática.

Manolo quedó prendado de ella y comenzó lo que se suponía sería una conquista amorosa. Ella le correspondió, se relacionaron y al poco tiempo ya vivían juntos en una pensión cercana.
Cuando Rosa exigió formalizar su unión, él, luego de titubear le confesó que no podía, pues era casado y tenía un hijo allá en Galicia.
Ella se sintió engañada y muy dolorida y cortó por lo sano. Cuando el volvió esa noche de trabajar, ella se había marchado.

El quedó destrozado y nunca más supo de ella, ni del hijo suyo que nació allá muy lejos en el interior del Uruguay.


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