Escritores Creativos Experimental de Malvín
Walter Ferrarese
Leo una nota en un
diario capitalino, en la cual se habla del tema terrible de los inmigrantes
sirios y recuerdo una historia sucedida durante la inmigración hacia Uruguay, a
fines del siglo XIX y comienzos del veinte.
Hasta aquí llegó Manolo
desde Galicia, como muchos otros, huyendo del hambre y buscando nuevos
horizontes para mejorar la situación económica de su mujer e hijo que quedaron
en su tierra natal.
Era un hombre muy
trabajador y se conectó con un paisano suyo, dueño de un bar en la Ciudad
Vieja. Este le ofreció trabajo y aceptó.
Allí laboraba todo el
día, tanto en cocina, como limpiando a atendiendo las mesas.
Al bar llegaban gente
de todo tipo: prostitutas, changadores del puerto (muchos de ellos también
españoles) y marineros, etc.
También todos los días,
con su canasta llena de pan y roscas calientes, llegaba Rosa, joven uruguaya,
bonita y simpática.
Manolo quedó prendado
de ella y comenzó lo que se suponía sería una conquista amorosa. Ella le
correspondió, se relacionaron y al poco tiempo ya vivían juntos en una pensión
cercana.
Cuando Rosa exigió
formalizar su unión, él, luego de titubear le confesó que no podía, pues era
casado y tenía un hijo allá en Galicia.
Ella se sintió engañada
y muy dolorida y cortó por lo sano. Cuando
el volvió esa noche de trabajar, ella se había marchado.
El quedó destrozado y
nunca más supo de ella, ni del hijo suyo que nació allá muy lejos en el
interior del Uruguay.
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