Responsable: Mónica Marchesky

Seguidores

viernes, 25 de septiembre de 2015

EPÍGRAFE

Escritores Creativos Biblioteca Ernesto Herrera

Desperté a media mañana. El día estaba nublado y ventoso
Bebí  café y comprobé que el dinero estuviera en su escondite
¨El Elogio de la Nieve¨.  Hugo Bure

Sonia Cecilia Martínez

Él sabía que ese dinero no se lo asignarían, sin embargo en un descuido de ellos lo tomó, y corriendo se dirigió al ascensor que estaba a punto de cerrar sus puertas. Disimulando su agitación, trató de saludar con naturalidad a quienes allí se encontraban.
El marcador digital que indicaba el número de piso por donde iba descendiendo, parecía que no corría. Rogó que no se abrieran las puertas hasta el hall del edificio, por donde ganaría la salida a la calle. Una vez allí, tuvo la suerte de encontrar un taxi libre al que ascendió rápidamente dirigiéndose a su casa. Recién entonces se atrevió a mirar por el espejo retrovisor del coche, constatando que nadie lo perseguía sin embargo, alcanzó a ver a un hombre de lentes oscuros que tomaba nota de la matrícula del taxi.

El teléfono sonó en varias oportunidades y no lo atendió, presumiendo que eran quienes lo estaban buscando. Si llegaban, jamás encontrarían el dinero, ya que lo tenía a buen resguardo de manos inescrupulosas, dentro de un nicho que él mismo había construido en una de las paredes del dormitorio, detrás de la pesada biblioteca.
       
         ¡Jamás lo encontrarán! -se dijo-, y salió a fumar al patio porque dentro de su casa no acostumbraba hacerlo ya que si bien era un fumador empedernido, no le gustaba el olor del tabaco en los muebles y en las cortinas.
Tanteó repetidas veces el bolsillo derecho de su sobretodo, para comprobar que el encendedor allí se encontraba; nunca se desprendía de él.

El reloj marcó las dieciséis y treinta, recordó entonces que hoy debía pasar por el colegio a buscar a su hija, eso le había prometido. A pesar de ello, tomó el celular y llamó a su ex-mujer diciéndole que no podía recogerla.
Tenía la certeza de que su situación se resolvería en pocas horas ya que era mucho dinero el que estaba en juego. A su vez no podría arriesgar a su hija trayéndola a casa, era muy peligroso.

La espera se le hizo interminable. Comenzó a sentir un dolor de cabeza que iba en aumento; para contrarrestar la molestia se sirvió una taza de café bien cargado.

De pronto oyó varios golpes en la puerta. Vio el picaporte que subía y bajaba violentamente.
Sus manos le transpiraban y sintió que se le cortaba la respiración. El corazón le latía fuertemente.
Se dirigió a la cocina, pensando que aquellos individuos ahora pagarían lo que le debían.
En cuanto alcanzó a verlos de frente, tomó el encendedor del bolsillo derecho de su sobretodo y lo encendió haciendo volar todo por el aire pues, minutos antes había abierto el pase del gas.


Tal como él lo había planeado, ¡jamás encontrarían el dinero, si no era de él, mucho menos sería de ellos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario