Escritores Creativos Biblioteca Ernesto Herrera
Sonia Martínez y Rosa Cimbler
Elizabeth Brum
es decoradora de ambientes. Cuenta con una trayectoria en el ramo de siete
años, en forma satisfactoria. Tiene treinta años de edad. Posee un sentido de
la estética, que lo refleja en principio en su aspecto físico el cual cuida, y
en su forma de vestir combinando con gusto colores y texturas en sus prendas.
Es detallista y
convincente a la hora de expresar sus ideas. Esto conlleva casi siempre el
liderazgo en sus emprendimientos, sumado a la buena comunicación que posee con
contratistas, trabajadores y arquitectos. En la mayoría de los trabajos que
realiza encuentra soluciones rápidas, de costo no excesivo para el cliente.
Para dar comienzo
al trabajo, Elizabeth Brum exige al cliente el pago por adelantado del
cincuenta por ciento del costo total para adquirir el equipamiento necesario,
especificando que al finalizar el trabajo, se deberá pagar el resto adeudado en
efectivo. La semana pasada por encargo de la Sra. Julia Fernández, dio por
finalizada la decoración de su apartamento.
La Sra.
Fernández a la hora de liquidar la deuda por el servicio prestado, inició una
conversación nada inteligente, quedando claro para Elizabeth Brum que aquélla,
no tenía voluntad de pagar lo adeudado. Elizabeth Brum prefirió dar por
finalizada esa conversación estéril, retirándose posteriormente muy molesta, ya
que había dispuesto varias horas de trabajo y esfuerzo para ese emprendimiento,
sin verse retribuida.
Es martes 10 de
agosto el Dr. Mauricio Vidal se encuentra en su bonito apartamento que posee en
la calle Lauro Muller en el Parque Rodó. La luz mañanera se cuela insolente a
través de las rendijas de los ventanales
.
El despertador
del celular programado a diario a la hora siete, suena implacable. Mauricio lo
apaga, se levanta ágilmente y comienza a ejecutar la rutina que le permite
llegar a su oficina en el Centro, alrededor de ocho treinta. Atiende de lunes a
jueves entre dicha hora y las trece treinta. Los viernes los dedica a su solaz,
practicando aikido. Los sábados hace natación en el club Defensor Sporting.
Ello le permite mantenerse en buenas condiciones físicas y a la vez liberarse
del stress implícito de su profesión: abogacía.
En el trayecto
que une su hogar con su oficina, mientras conduce rememora lo bien que lo
pasaron en Café Bolero, escuchando oldies con Estela la noche del sábado. En
sus pensamientos aparece de pronto la imagen de Florencia, su hija a quien hoy le toca llevar al ballet. Es una
tarea que disfruta. Adora a esa niña de cabello rubio y figura espigada y se
siente orgulloso de ella.
Al llegar al
edificio donde está su despacho, saluda a José el portero, por quien siente
simpatía. Sube al segundo piso. Una vez en su oficina, se dispone a encender su
ordenador cuando siente el timbre de su teléfono. Lo deja sonar por espacio de
quince a veinte segundos. Toma el tubo y con voz clara
dice:
-Hola,aquí estudio jurídico del Dr. Mauricio
Vidal, ¿en qué puedo servirle?
-Necesito comunicarme
con el Dr. se encuentra ?
-Él habla, con quién
tengo el gusto?
-Soy Elizabeth Brum,
amiga de Estela, su prometida. Las dos concurrimos al gimnasio Vikingo. Ayer al
salir de nuestra clase nos entretuvimos conversando. Entre otros temas le
comenté que me encuentro en aprietos a causa de una clienta que se rehúsa
a abonar mis honorarios.
Me desempeño
como decoradora de ambientes y no sólo realizo proyectos sino que acompaño a
mis clientes en la búsqueda del equipamiento.
Mi trabajo es
reconocido lo cual me llena de satisfacción. Estela me dio su celular.
-¡Ah... si !, algo me
anticipó sobre el tema que a Ud. le preocupa. ¿Qué le parece si pasa por mi
estudio el miércoles entre las 9 y 11 horas?, es en Germán Barbato 1394 esc.
207.
-Encantada, allí estaré.
Llegado el día
Elizabeth Brum se presentó en el estudio del Dr. Vidal. Al entrar al despacho
del mismo, se encontró frente a un hombre amable que le tendió la mano con una
amplia sonrisa .
-Buen día Dr. le aseguro
que en mis años de trabajo es la primera vez que me pasa esto.
-¡Ojalá que con su ayuda logre cobrarle mi trabajo a la Sra. Fernández!
-¡Por supuesto que sí!,
confíe en mí. ¿Tiene Ud. algún documento que avale su desempeño en la tarea
encomendada?
-Por supuesto Dr. acá
tiene la hoja membretada con el detalle de los trabajos de decoración que
realicé. Como verá tiene la firma de la
clienta. Ella se quedó con una hoja de iguales características firmada por mí.
-Excelente, tiene Ud., el
teléfono de la Sra Fernández?
-Sí, lo tengo ,el número
fijo y el celular.
-La llamaré-le dijo-, ¿está
Ud. segura?- vacilando.
El Dr. Vidal
toma su celular y se comunica con la Sra. Fernández.
-Hola. Soy el Dr. Mauricio
Vidal. En mi despacho se encuentra la Sra. Elizabeth Brum quien esta reclamando
el pago de sus honorarios por un proyecto de decoración que ella realizó por
encargo suyo.
-Si...pero...no concreté
nada...por qué debo abonar?
-Ocurre Sra., que Ud aceptó
el proyecto realizado por la Sra Brum como lo demuestra la hoja membretada
firmada por Ud., por esa razón está obligada a abonarlo.
La Sra. Julia
Fernández comenzó a titubear. La llamada de un abogado no era algo para dejar
pasar por alto. Quedó preocupada.
-Bueno...pero...en este
momento...
-Sra., mi cliente está
reclamando con toda justicia el pago por su trabajo.
Haremos lo siguiente: en
cuatro días volveré a llamarla,espero que en ese plazo Ud pueda resolver y dar
una respuesta favorable. Será lo mejor para ambas.
Elizabeth puesta al tanto de lo conversado se retiró
más confiada del estudio.
Pasada una
semana recibió la llamada del Dr Vidal.
-Tengo que darle una buena
noticia, la Sra. Fernández vino a pagar su deuda. Puede pasar a retirar el
dinero. La gestión realizada había resultado exitosa.
El Dr. Vidal atendiendo a
su amistad con Estela no quiso cobrarle. Ella, muy solícita se ofreció a
decorar el hogar donde él y su amiga del gimnasio se aprestaban a compartir en
un tiempo muy breve.
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