Escritores
Creativos Experimental de Malvín.
Walter Ferrarese
Éramos un grupo de
turistas de mediana edad, mirado con benevolencia ya que casi siempre los que
viajamos somos de esa franja etaria.
Los jóvenes prefieren
viajar de otra manera. La guía que acompañaba nuestra excursión era joven y
bonita.
Cuando llegamos a
Córdoba –Argentina-, nos recibió un guía local, joven también. Fue un flechazo
inmediato. Hubo onda entre los dos desde el primer momento.
Pasaban mucho tiempo
juntos y muchas veces ella llegaba en la mañana, cuando estábamos por salir en
el bus a la excursión del día.
Dos señoras del grupo –amigas
entre ellas- “horrorizadas” por considerar “impropia” la conducta de la guía,
dijeron que se quejarían ante la empresa y la denunciarían por incompetente, faltaba más.
Cabe agregar que a estas
señoras todo les caía mal, la comida, los paseos, etc.
Estas damas
victorianas, quisieron encontrar eco en el resto de los demás turistas, pero no
lo lograron y todos quedamos conforme con la excursión y con la guía.
Sin proponernos,
cundió entre nosotros la máxima: VIVE Y DEJA VIVIR.
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