Escritores Creativos Experimental de Malvín
Daniel Garderes
Había una vez una niña
a la que su madre le confeccionó una caperuza de color rojo. Por ello la
llamaban caperucita roja.
Pero esta niña creció,
se hizo mayor y nunca anduvo por los bosques, ni habló con lobos. Aunque siguió
usando siempre una caperuza roja, por lo que siguieron llamándola caperucita roja toda la vida.
En realidad ella poseía
extraños poderes -que la gente común no tenía- con los que vivía cómodamente;
porque le resolvían muchos de los problemas de supervivencia que se le presentaban
a diario.
Estaba dotada de una
extraña manera de ser amable con las personas. Era tan amable en el trato con
los demás que siempre obtenía una relación fructífera y placentera.
Cuando entablaba una
conversación con alguien, siempre lo hacía hablando sobre la belleza. Ese otro
de sus secretos. No existe persona alguna que no le agrade hablar sobre algo
hermoso.
Y siempre obtenía que
la verdad se revelara al término de esa conversación. Cualquiera fuera el
tópico de la conversación, obtenía –con su amabilidad y la belleza como tema
central- que quedara todo claro y la verdad se abriera camino para quedar
expuesta en toda su magnitud.
Porque esos tres
pilares eran sus poderes. La amabilidad, la belleza y la verdad eran la base de
su conducta en la vida. Eso era lo que contenía la caperuza roja: amabilidad,
belleza y verdad.
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