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viernes, 11 de septiembre de 2015

DISPARADOR: “Mundo burbuja”


 El hombre de McDonald´s
Ruth Paseyro
 
Aparece por el hueco de la escalera. Asno con sus alforjas cargadas. Va derecho a la mesa del ventanal. Ordena su carga en las sillas. Las pasas de bolsas de nylon,  están anudadas e impiden ver su contenido. Sin oráculo: allí viajan  sus pertenencias. Vida arrugada e invisible a los demás.

Lo encuentro tarde a tarde. Lo observo para ver si comete algún error en su rutina. No.  Manos jóvenes para esa cara rajada a surcos. Lo que asoma de su cuerpo y su ropa están limpios. Normas en el refugio nocturno en que vive.
Mira por el ventanal,  pantalla dinámica que lo atrapa. Todo es vida del otro lado. Gente caminando, fichas del ludo. Autos y colectivos, troncos del río gris.
   ─ Buenas tardes. ¿Puedo  sentarme? ─ pregunta un hombre muy delgado con un diario bajo el brazo.
   ─ Si. ─ dice Gris, sin desviar su mirada.
A la izquierda del ventanal se asoma la fachada antigua y sucia de una casona de principio de siglo. A la planta baja le robaron el rostro. Vidrieras de comercios disfrazaron su historia. Del otro lado, equilibrando el cuadro,  un edificio de apartamentos. En el medio: una plaza triste, sin árboles.
   ─ ¿Hace mucho que viene acá?
   ─ Tres años, más o menos.
   ─ Está lindo, hay luz, no hay que consumir y se puede leer el diario gratis. ¿Los de McDonald’s  habrán pensado en la gente como nosotros?
   ─ Y tiene esta pantalla.─ agrega Gris ─ Uno es el director de cine o el pintor del cuadro o el creador de su vida.
    El hombre flaco lo mira. Ojos de sol en el cenit.
    ─ Y la reja del balcón.
    ─ Si, molesta un poco la visión.
    ─ Los arabescos de la reja ─ señala como si el otro no viera ─ permiten armar el  rompecabezas. Siempre con láminas  diferentes.
    La transitada avenida rubrica el cuadro. Mi café está intacto. Gris cierra los ojos. Apoya el mentón en la mano para sostener los pensamientos.

Bajo a  buscar otro café y vuelvo dispuesto a introducirme tibieza. El azúcar, feliz de ser liberada, se sumerge en la oscuridad. Siento el calor que desciende  en bienestar. El día se quiere ir  y el cielo llora. Todo gris. Grises las almas de los dos hombres  mojadas por la soledad.

   ─ Sabe ─ Gris se para y comienza a recoger  sus bolsas ─ gracias a McDonald´s y a este ventanal yo vivo en el quinto piso de ese edificio de enfrente. Tengo una familia que me quiere muchísimo y ando por la vida “ligero de equipaje” como dice la canción.
   
El hombre delgado lo mira con ojos de luna llena. Lo ve alejarse  e indiferente  vuelve a  su lectura.





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